Cada uno en su juego perverso

Uno nota que las cosas no están bien. Que es preocupante, doloroso y hasta grave en algunas instancias. El juego perverso del poder queda al descubierto cada día; para un lado y para el otro. Uno ya no es “mi hermano, mi compañero de toda la vida”; el otro ya no habla de “mi seguidor”. Las distancias existen; se ven, se sienten, por más que