Últimas tardes

Carlos Mastronardi La alta mujer dolorosa venía del sur y estaba muerta. El cansancio era dueño de su voz cuando presenciaba la esperanza creciendo hacia las tardes en cuya luz indescifrable el solitario anhelo perduraba como un reino sin púrpura ni cetro. Alguien la empobrecía desde lejos, ignorando las llaves que