“Creo en la justicia social frente a la violencia liberal”

En un tiempo donde la violencia verbal se transforma en política de Estado y la motosierra se eleva como símbolo del presente, Julio Solanas propone otro camino: el del humanismo, la justicia social y la reconstrucción colectiva. Exintendente de Paraná y tres veces diputado (dos nacional y una tercera provincial), analiza con crudeza el modelo de Javier Milei, critica sin rodeos la degradación institucional y partidaria, y convoca a forjar un frente amplio con valores, justicia social y respeto democrático. “Soy peronista. No soy pegotista. Soy humanista. Y no personifico: creo en los modelos de Nación, no en los nombres”, afirma, mientras interpela al justicialismo y abraza el legado de Francisco como guía: tierra, techo y trabajo.
Por Nahuel Maciel
Por estos días, el volumen de la política argentina parece haberse calibrado en los extremos. En la Casa Rosada retumba la voz del Presidente Javier Milei con su tono combativo, su desprecio explícito hacia la cultura, la ciencia y las instituciones democráticas, y su motosierra elevada como emblema de época. En la Casa Gris le siguen los pasos en gran parte por convicciones y por especulación electoral. Desde otro rincón, sin estridencias, pero con el filo intacto de las ideas, el exintendente de Paraná y exdiputado nacional y provincial Julio Solanas enarbola otra bandera: la de la “convivencia democrática, la justicia social y el Estado como herramienta de equidad”.
Para él, lo de Milei no es solo un estilo: “No es un estilo, es una degradación. Una degradación profunda del debate público, del respeto a las formas, del sentido de la política como construcción colectiva”.
Solanas no habla desde la comodidad de una función actual, sino desde la honestidad de una trayectoria. Diputado, intendente, militante peronista sin ataduras partidocráticas, denuncia la violencia verbal y la persecución como método y la desinstitucionalización como estrategia. “Esto que estamos viviendo no tiene precedentes. Agravia no solo a los dirigentes opositores, sino también a hombres y mujeres de la cultura, de la ciencia, del trabajo. Es insostenible desde el punto de vista de la convivencia democrática”, reflexiona.
Pero el análisis no se detiene en Milei como personaje: lo interpela como fenómeno, como síntoma de una trama mayor. “No es solo Milei ni su locura. Hay una hoja de ruta pensada para destruir todo lo que implique masa crítica, organización social o conquista de derechos. Atenta contra los sectores populares latinoamericanos, contra todo lo que haya construido dignidad”.
Desde su mirada humanista, el peronismo –mejor dicho, el justicialismo o al menos una parte de él– también carga con responsabilidades. Solanas no esquiva la autocrítica. Lo dice sin rodeos al mencionar el apoyo del senador entrerriano Edgardo Kueider a la Ley Bases: “Es vomitivo, es asqueroso. No se puede traicionar así el mandato popular. A ese mandato no solo lo ha destrozado, sino que es una vergüenza cómo ha actuado”.
La crítica a Kueider no es un ajuste de cuentas individual. Solanas entiende que su figura representa un “modelo de degradación institucional” que se incubó dentro de las estructuras partidarias: “Hay una crisis grave en los partidos políticos, donde se avasalla la democracia interna”.Su interpelación puede formularse así: ¿Por qué pedirle cultura democrática a quien no la ejerce dentro de su propia organización?.
Frente al ensimismamiento del PJ entrerriano, Solanas aboga por una “reconstrucción frentista, amplia, profundamente humanista. No lo cifro solo en ganar o perder. Eso no es para siempre. Para siempre es la militancia, los valores, la honestidad. Debemos animarnos a conformar un frente que vaya más allá del peronismo, con todos los hombres y mujeres de buena voluntad”, propone.
En ese camino, celebra experiencias como la del espacio Peronismo Amplio Renovador (PAR), donde dice haber visto “una savia muy interesante de principios y valores”. Y se define desde un lugar claro: “No soy pejotista, soy profundamente peronista, profundamente humanista. Creo en la política como herramienta de transformación”.
En contraste con el discurso de “libertad” que promueve el oficialismo, Solanas rescata las enseñanzas del papa Francisco como horizonte ético y político: “Tierra, techo y trabajo. Ese es un Norte a seguir. La motosierra de Milei es símbolo del desprecio, de la exclusión, de dejar a miles en la calle (…) Por eso, nosotros queremosjusticia social, soberanía, dignidad”.
Aunque reconoce que el gobernador Rogelio Frigerio tiene un estilo menos violento que Milei, no lo deslinda de responsabilidad porque marcha hacia el mismo horizonte. La diferencia es de forma, no de fondo. Eso se observó cuando sus legisladores votaron en contra de los jubilados y las universidades. “Ahora empiezan a aparecer los costos de seguir ciegamente al poder nacional”, advierte Solanas.
En ese marco, su apuesta es volver a poner en valor la palabra como acto político. En tiempos de gritos, descalificaciones y algoritmos que reemplazan al pensamiento, Solanas esgrime la serenidad como estrategia de resistencia. “No soy un hombre de tirar piedras, pero no me voy a callar. Creo en el diálogo, en la construcción de ideas, en el Estado presente, en el derecho al pan y al trabajo”.
Mientras otros cultivan el cinismo o el cálculo electoral, él insiste en hablar desde la calle, desde la escucha, desde el rostro de quienes deben luchar por la supervivencia de manera cotidiana. “Hay dirigentes que viven en una burbuja. Yo sé cuánto cuesta un pasaje de colectivo, sé lo que le pasa a mi pueblo”.Y concluye con una frase que, más que una declaración de principios, es una hoja de ruta para el futuro:“Tenemos que reconstruir un modelo de Nación. Pero no uno nostálgico, sino uno que combine ideas claras como la justicia social y una política al servicio de la gente. Para eso se necesita honestidad, coraje y, sobre todo, esperanza”.
-Puede compartir con nuestros lectores una reflexión sobre cómo está percibiendo a la política a partir del estilo del presidente Javier Milei y todo lo que lo rodea como redes sociales y que a su vez está vinculado con el deteriorodel debate de las ideas a raíz de la violencia verbal, los agravios e insultos que profiere.
-Es lo más contrario a la política, digamos. Sí, no hay duda. Hay una degradación enorme en lo que implica el resguardono solamente de la forma, sino de la construcción de la política en esta etapa argentina.No es un estilo, es una degradación. De esto nada contribuye con la posibilidad de lograr armonía y esperanza entre los argentinos. Esta cuestión de la confrontación permanente, con agravios irreproducibles y personales, no solamente ataca a dirigentes de la política, sino también a hombres y mujeres de la cultura, de la de la ciencia, de la tecnología, que, a mi modo de entender, no solamente degradan, sino que es una cuestión insostenible desde el punto de vista de la convivencia democrática de una Nación.La cuestión decididamente de no respeto a la Constitución Nacional más de una vez, de no respeto a la división de Poderes, es una cuestión absolutamente no deseada por los argentinos.Y sí, creo que hay una situación que va a traer indudablemente consecuencias.Esto del agrario creo que es su manera de vivir. Creo que el presidente tiene una manera de vivir que no es precisamente el resguardo de lo que implica la cultura argentina. Por eso, él habla de embestir permanentemente, no solamente al Estado, sino también a lo que implica la cultura argentina y eso es igualmente de grave.
-También se visualiza que la violencia en su forma de relacionarse con los demás, es casi la misma dinámica de relacionarse con las instituciones: la degradación constante. La violencia y la descalificación como parte de una estrategia para arremeter con el desguace del Estado, el saqueode la Patria.
-Sí, creo que Milei no es una cuestión o expresión solitaria.Creo que hay una enorme construcción, no de un relato, sino de una posición muy clara de destruir todo lo que impliquemasa crítica y fundamentalmente la construcción colectiva. Recuerdo cuando (Mauricio) Macri era presidente, y él decía que el mal de la Argentina en los últimos 70 años lo había abonado el peronismo. Y este señor también embiste fundamentalmenteal peronismo, pero también a todos los sectores populares, a todo lo que implique la cultura. Por eso, sostengo que es evidente que no hay una cuestión solitaria por parte de Milei. Creo que es una hoja de ruta en función de destruir a todos los sectores populares latinoamericanos.Lo de Milei no es solamente su locura, su forma de ser, sino una cuestión muy clara de embestir contra los sectores populares y los movimientos que han hechoposible la conquista de derechoslaborales, constitucionales… derechos como el resguardo de la industria nacional, el sentido fundamentalmente patriótico de las cosas.No es solo por Milei o solo en la Argentina que está pasando esto que estamos viviendo. Creo que todo eso responde a una estrategia, y cuando uno ve los aliados de Milei en función de su política exterior, uno puede sacar similares conclusiones.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1162, del día 24 de julio de 2025)