El presidente del Consejo General de Educación (CGE), Martín Müller, dialogó con ANÁLISIS, donde repasó –sin que sea un balance o un juicio de residencia- su gestión al frente de uno de los organismos de mayor demanda de la sociedad y que más se le exige en el diseño del futuro. Reconoció que le quedan materia pendiente, pero del mismo modo aseveró que hay bases sólidas para darle continuidad a lo logrado. En ese marco, destacó que, así como hay que exigirse para el acceso a las nuevas tecnologías, está demostrado que la presencia del libro en los años iniciales de la formación de un niño es clave para su desarrollo. Por último, se refirió a que el CGE y la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER) deberían intervenir en una misma mesa como instituciones pares, incluso incluyendo en ese diálogo a otros sectores sociales como productivos.

Por Nahuel Maciel

Martín Müller nació en Gualeguay el 2 de agosto de 1981. Es profesor y licenciado en Historia de la Universidad Nacional de Rosario (UNR); y está culminando una maestría en Ciencias Sociales, teniendo pendiente la tesis.

Creció en un hogar de militantes, como él mismo lo reconoció: “Provengo de una familia típica de clase media. Tengo una hermana que es psicóloga, mi viejo era comerciante y con una actividad política más activa en el peronismo y seguramente de ahí me viene esa pasión”, confesará.

“Mi padre falleció cuando yo tenía 18 años y mis recuerdos con él son siempre vinculados a la militancia política. Nunca ocupó ningún cargo, pero siempre militó territorialmente”, compartirá en un momento de la entrevista.

“Mis viejos vivían en Buenos Aires y con la crisis de la hiperinflación vinieron a Gualeguay. Para ser más ordenado en el recuerdo: nací en Gualeguay, luego mi familia de traslada a Buenos Aires y mi viejo tiene un supermercado. En la crisis de la hiperinflación de los ´90 quiebra y decide regresar a Gualeguay para empezar de nuevo”, destacó.

Müller fue director Departamental de Escuelas en Gualeguay, y en las últimas elecciones fue candidato a intendente por su ciudad, pero fue derrotado en las urnas por el fallecido Federico Bogdan -de Cambiemos-, quien había logrado su reelección.

En el diálogo que mantuvo con ANÁLISIS compartió su mirada de la educación como vertebradora y principal eje del desarrollo de una persona, pero también de una sociedad.

Destacó que hay que afrontar los desafíos del acceso a la tecnología y a los nuevos paradigmas de la comunicación, pero del mismo modo resaltó que es imperioso como necesario valorar –sobre todo, en los primeros años de la formación de una persona- al libro como primera tecnología de la educación.

Reconoció que hay pautas que en su gestión no se pudieron implementar con la potencia en que fueron planificadas; pero del mismo modo valoró que lo construido dará sustento para sostener una política de Estado que permita avanzar hacia una educación de calidad y propia de los desafíos de la época.

Del mismo modo, estableció dos cuestiones elementales o innegociables como característica de su gestión: una vinculada con los años iniciales de la Primaria. “Si el chico no sabe leer y comprender texto, todo lo demás falla”. Y el otro, vinculado con el Nivel Medio. “Era necesario establecer medidas concretas para que los alumnos de la secundaria no se fuguen del sistema”. Y luego reflexionó a manera de síntesis: “Esos eran como los dos ejes vertebradores sobre los cuales todo lo demás se articulaba. Y para abordar esos dos ejes había que profundizar la transformación de la escuela primaria y secundaria. En ese campo hemos avanzado mucho, pero quedan materias pendientes”.

- ¿Cómo llega a la vocación del profesorado?

-Más que la docencia, me gustaba la historia. Los que fuimos adolescentes en los ´90 y quiero aclarar que en mi caso particular valoro mucho aquellas experiencias juveniles, recordarán que había –al menos en algunos sectores- la necesidad de buscar en la historia algunos lazos que nos pudiera comprender en ese presente tan complejo que nos tocaba vivir. Además, también por vinculación con nuestros padres había toda una recuperación del revisionismo histórico de (Arturo) Jauretche, de (Raúl) Scalabrini Ortiz, de José María Rosa, toda esa historiografía e historia que había servido de bandera en los ´70. Eso me apasionaba desde muy temprana edad. Con esta referencia sostengo que fue por ese lado y no por la docencia de manera específica que me acerqué a la Historia. Y más allá que mis viejos deseaban que estudiaba abogacía, porque sabían que me gustaba la política; finalmente, decidí estudiar Historia. No lo decidí por un cálculo laboral, sino porque amaba la historia. Luego, el destino me fue llevando hacia la docencia.

-Llegó a ejercer la docencia.

-Sí. Una vez recibido me quedé un tiempito más en Rosario; porque hice una experiencia como ayudante de Cátedra en la universidad. Y luego decido regresar a Gualeguay, en parte también por compromisos de militancia política.

- ¿Cómo es eso?

-Pertenecía a una organización nacional y me propuse construir en Gualeguay y en Entre Ríos ese espacio para la juventud. Con otros compañeros fundamos la “JP Evita” que era la expresión de la juventud del “Movimiento Evita”. Así regreso y comienzo a dar clases y repartía mi tiempo entre la política y la docencia. Estoy hablando del 2005 cuando los movimientos sociales, territoriales, los que eran llamados “movimientos piqueteros” se integraron un poco a la política y fueron parte de la transformación del Estado que se estaba realizando bajo el liderazgo de Néstor Kirchner.

(Más información en la edición gráfica número 1141 del jueves 15 de junio de 2023)