Políticas de prevención y narcotráfico: ¿acá también perdimos?

Edición: 
1139

Qué pasaría si en un país más o menos normal (no arriesgamos ejemplos porque en todos lados hay desatinos) el responsable de la cartera de Seguridad admite que el narcotráfico ha superado al Estado, ganándole territorio, obligándolo a claudicar en desmedro de los ciudadanos que pasan a estar a merced de los deseos de un capo narco que desprecia la vida y las instituciones (el orden de los factores no altera el resultado). Seguramente, ese ministrosería eyectado de inmediato (porinepto, distraído o cómplice) y se intentaría, buscando retomar el control, cambiar la política aplicada en el área. Así, cuanto antes, devolverle tranquilidad a la población afectada. Acá pasó. El ministro lo dijo, admitió el fracaso. Pero, increíblemente, no pasó nada. Sigue en su puesto y en el territorio donde, aseguró, se perdió la batalla, todo empeora. Bronca, miedo, estrepito, náuseas, asombro, dolor y toda repugnancia imaginable se reflejan en el ánimo del observador, afectadodirecta o indirectamentepor la situación. El impacto de la droga en la sociedad se cobra a cada instante una víctima e intenta cual Leviatán incontrolable, destruirlo todo.

 

Por Néstor Banega

 

La pelea por el territorio

 

El narcotráfico se muestra desafiante, ante un Estado que intenta, pero no encuentra todavía el modo de ponerle límites. Ministros se declaran vencidos públicamente y lo enfrentan con fórmulas inadecuadas. Resuenan las alarmas. Hay también irresponsables oportunistas de verba laxa que lanzan propuestas impracticables en el marco de un Estado de Derecho.

Se acerca un tiempo de disputa electoral, podrán quienes participen proponer sus recetas para un mal de época.

Vaya encrucijada. El lector respira hondo y, quizá sí, quizá no, comparta alguna de las reflexiones surgidas en el repaso de una realidad que nos ahoga.

Inmersos y participando en democracia de una organización federal, es normal afligirse ante aquella afirmación del ministro nacional, pero al mismo tiempo no podemos dejar de preguntarnos que pasa por aquí.

Parece lejano, pero quizá está pasando a pocos metros de nuestra puerta. La coyuntura, las demandas urgentes, impiden repensar lo que por imperio de la circunstancia naturalizamos. En muchas conversaciones cotidianas se menciona la existencia de kiosquitos donde se vende droga, eslabón superficial y visible de un delito que trasciende espacios y clases sociales.

No puede ser. Hay que oponerse. Es nefasto no reaccionar frente a aquello que nos hace daño. Eso sí: cada uno con su grado de responsabilidad.

 

Al borde del precipicio

 

Se repite hasta el cansancio que el Estado tiene el monopolio de la fuerza pública. Y el narco pone eso en entredicho. Cobra mayor gravedad cuando quien debe administrar y aplicarla se presenta derrotado.

Esto no puede ser posible, porque de ocurrir sería la entrada en una especie de anarquía donde el perjuicio, como en tantos otros órdenes, recae sobre los más desprotegidos. Especialmente sobre los vulnerados.

Este escrito empezó hace muchos días. Algunos trazos desde la nota central de Análisis de Marzo (Crimen por Encargo, firmada por José Amado). El relatopreciso tiene aristas lacerantes.

Nos ofreció, minucioso, aspectos de un hecho que parece salido de series policiales.La historia espeja a las que vemos despreocupados en alguna plataforma. Pero no. Es realidad pura y dura. Fue aquí nomas,a pocos kilómetros de Paraná.

Una demostración de fuerza de lo peor de estos tiempos: el narcotráfico. No somos (como solía decirse a modo de excusa) una provincia por la que solo pasaban cargamentos que tenían como destino otros continentes.

El acto del sicariato organizado, acaecido aquí nomás, debería despabilarnos un poco. Un poco. Porque nos muestra, de manera clara y contundente, que eso del narcotráfico nos llegó. Esperemos que no nos pase por encima.

Luces de alerta reclaman acción inmediata. Para que dentro de un tiempo cercano no estemos pidiendo a los gritos la presencia de alguna fuerza nacional para sentirnos un poco más seguros.

Es incomodo hablar de ciertas cosas. Pero es necesario. Hay un recorrido sinuoso de algunos temas. La cuestión del narco, si la volcáramos a un cuadro de los usados para presentar estadísticas, aparece como una especie de serrucho.

Pero no es algo reciente. El libro “Los hijos del narco”, del año 2015, mostró cómo avanzaba el narcotráfico. Presentó sus enredos con el poder, la violencia y la muerte que genera en nuestra provincia.

En sentido de advertencia, para que el ciudadano mire lo que podía pasar y, lamentablemente, está pasando.

 

(Más información en la edición 1139 de la revista ANALISIS del jueves 13 de abril de 2023)

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