El caso en el que se denunció al reconocido conductor Jey Mammon, reavivó el caso de las denuncias contra el cura Justo José Ilarraz. José “Pepe” Dumoulín analizó esta situación y las consecuencias al día de hoy de uno de los casos que hizo temblar la estructura de la Iglesia.

Por Claudia Martínez

En su momento fue quien, contra viento y marea, acompañó a las víctimas del cura Justo José Ilarraz, cuando lo denunciaron por abuso sexual. Pepe Dumoulínnunca dejó de luchar por esas víctimas, aun a pesar de dejar los hábitos, asqueado por la situación, para ser un hombre de familia, cuando en su momento(exactamente en diciembre del 2015), le envió una carta al arzobispo de Paraná, monseñor Juan Alberto Puiggari para renunciar a la parroquia Santa Rosa de Lima de Villaguay.

En una dura carta decía: “Sigo insistiendo en la necesidad de madurar como presbiterio para poder ser auténticos y aclarar muchas situaciones que siguen siendo turbias, con respecto a comportamientos totalmente inapropiados de muchos sacerdotes con doble vida, que tienen, mujer, hijos, el problema de la homosexualidad y pedofilia, el uso del poder y del dinero, como así también el problema referente al tema vinculado al fundamentalismo Católico, que sigue estando presente con su modo particular, reductivo y hasta belicoso de entender el seguimiento de Jesús, del cual has sido parte y es una herida no cerrada en nuestra diócesis”.

Hoy, a más de 7 años de ese momento, se reaviva la herida con la denuncia conocida por los medios, referida a abusos que habría realizado el conductor de televisión Jey Mammon contra un menor de 14 años.

A Pepe se le remueven cosas cuando esos temas ocupan pantallas, páginas y horas en los medios de comunicación. El ex sacerdote sigue pensando que aúnlas heridas no están sanadas y que, para eso, falta mucho por parte de la Iglesia que las provocó.

Sentado en el comedor de su pequeño departamento, mientras su esposa cuida de su hija, a Pepe se le ensombrece el rostro cuando vuelve a tocar el tema de Ilarraz. Y expresa a manera de señalamiento: “Sigue todo igual en el ámbito de la justicia ordinaria, sigue en la Corte Suprema de Justicia y sin novedades, en el ámbito eclesial”.

A la hora de rememorar los días en el que acompañó a las víctimas del cura Ilarraz a denunciarlo, dice que “fue con una de las víctimas por el año 2010, cuando empezamos hacer una narración al obispo para que nos dijera en quéestado estaba la situación.Ahí nos dijeron que se había hecho un proceso diocesano que fue muy poco conocido y con cuestiones que no se abordaron como se abordaron en su momento”,detalla.

“Fue cuando nos dijeron que se lo había encontradoculpable a Ilarraz. La ´condena´ era que no vuelva a la diócesis. Asítranscurrió todo, hasta que surgió a los medios en el 2012. Luego de varios reclamos sobre que esta persona seguía siendo sacerdote, no había nada que, en el fondo, dé unasatisfacción a las víctimas”, cuenta Pepe en el medio de la impotencia que en su momento le generaba tamaña injusticia.

A partir de 2012 que se publica en ANÁLISIS,empieza toda la “movida” judicial, que llega a la condena posterior del cura abusador a 25 años por abusar sexualmente de menores, pena que se está cumpliendo en la casa de un familiar.

-Conociendo por lo que atravesaste en su momento. ¿Qué pensaste cuando fue noticia lo de Jey Mammon?

-Hubo una cosa fundamental y que era lo que me hacía pensar y repensar mucho sobre lo que vivimos, y es el tiempo de las víctimas: cómo les cuesta hablar. Y en esto es que se tiene uno que posicionar para entender el dolor de las víctimas, que los lleva a cerrarse y les lleva tanto poder contarlotempranamente.Pero, hay un detonante que los lleva a retrotraer y contar lo que vivieron hace mucho tiempo atrás. Esa cuestión de la delicadeza de la conciencia, del tiempo de las víctimas que hay que atender. La justicia tiene que poner el tiempo ahí: la prescripción es el gran caballito de batalla de la defensa. Pero, me parece que hay que seguir insistiendo con eso: hay que cambiar en el ámbito judicial que tendría que haber una reflexión más profunda del tiempo de las víctimas. La gente lo toma muy a la ligera diciendo: ¡Otra vez con esto!Como que no logran entender lo que significa el dolor de la víctima y el impacto que le causa en la persona que fue abusada. Y eso causa que la persona se cierre y endurezca y que hace que la persona no se vea favorecida para poder hablar o socializar lo que le ha pasado. Por vergüenza y otras cosas que hacen que no dé ese paso, y lo hace recién cuando hay madurez y les cae la ficha para contar lo doloroso que han vivido.

- ¿Pensás que el caso de Mammon va a generar otras denuncias como ocurrió con el caso Ilarraz?

-Creo que evidentemente los casos son muchísimosmás de lo que uno se imagina. Ahora hablamos del mundo del espectáculo, pero es mucho másfrecuente de lo que uno se imagina. Algunos son muchos más graves que otros, sin dudas que cada caso tiene su particularidad, por eso creo que todavía falta mucha reflexión en torno a esto, para darse cuenta del dolor de la víctima. Y otra cómo entornofallamos, porque lo vemos como algo muy lejano o no tan cercano, pero eso está. Hay que verlo como sociedad y cada uno desde su lugar, para lograr dar un paso primero y luego hacer una conversión de la mentalidad.

(Más información en la edición 1139 de la revista ANALISIS del jueves 13 de abril de 2023)