Aunque al menos hasta noviembre competirán entre sí, Bordet y Frigerio comparten la vocación dialoguista y el espíritu componedor. Pero puertas adentro de sus respectivos espacios han debido dar explicaciones por el trato cordial que se prodigan: los radicales le desconfían al gran ganador del domingo y el gobernador justicialista, cuestionado en el Instituto Patria, se vio forzado a ofrecer repetidas pruebas de lealtad al gobierno nacional. ¿Frustrarán los recelos un inédito pacto imaginado para el año que viene? Por qué Cresto encabezó la boleta oficialista y no un reconocido empresario, la vicegobernadora Stratta o la mismísima esposa del primer mandatario. La trastienda de las definiciones políticas del oficialismo.
Antonio Tardelli
Desde el domingo echan humo los teléfonos con que se mueve el ya candidato a diputado nacional por Juntos por Entre Ríos. Rogelio Frigerio dedicó horas a contestar los mensajes que desde todo el espectro político le hicieron llegar una vez conocidos los resultados. Respondió la digna felicitación de su derrotado Enrique Cresto. Contestó educadamente el frío saludo que le dirigió, también por whatsapp, el ex presidente Mauricio Macri, de quien se halla relativamente distanciado. Y estaba convencido de que había devuelto el texto que el lunes por la mañana el gobernador Gustavo Bordet le envió para felicitarlo por su amplio triunfo en las primarias del día anterior.
Pero el martes por la noche, inquieto, el ex ministro del Interior comenzó a revisar sus aparatos: fortuitamente se enteró de que el gobernador no había recibido su respuesta. En efecto, a Bordet le llamó la atención que Frigerio no hubiera contestado su saludo, pero siguió trabajando sin darle mayor trascendencia al asunto. “No debe haber visto el mensaje”, conjeturó el primer mandatario delante de algunos colaboradores. Preocupado, y anoticiado de la curiosa situación, Frigerio chequeó el teléfono para averiguar si su respuesta no había salido del aparato o si la tecnología le había jugado alguna mala pasada. En todo caso, se dispuso a reparar lo que no quería que se interpretara como un desaire hacia el gobernador.
Menor, la anécdota habla de incomunicación, un eterno problema de la política nacional. El tiempo dirá si el episodio (un módico teléfono roto) es o no una aceptable metáfora de los antagonismos que impiden el diálogo. Un interrogante insinuado el domingo es si tras los comicios de noviembre se abrirá o no en Entre Ríos un inédito espacio de negociación en el que las principales expresiones partidarias puedan alcanzar alguna clase de acuerdo. Un problema central, como el déficit del sistema previsional, aguarda en carpeta. No es un delirio suponer que Bordet, un gobernador que encara el tramo final de su gestión, y Frigerio, el flamante jefe de la oposición, puedan ensayar un acercamiento con el objeto de encarar de manera conjunta algunos de los dramas estructurales del Estado provincial.
(Más información en la nota de la edición gráfica número 1124 de la revista ANALISIS del jueves 16 de septiembre de 2021)
