Obsesivo con su trabajo, reconoce que había una época en la que casi no dormía por cubrir robos, homicidios o incendios. Mauricio Antematten, está hoy en una etapa reflexiva y pese a ello, sigue siendo un pionero en cubrir resonantes casos policiales. En diálogo con ANÁLISIS contó insólitas anécdotas que lo tienen como protagonista y habló de una temible amenaza que recibió.

Claudia Martínez

(Especial para Análisis)

Mauricio Antematten, llegaba antes que la policía a todos lados y, por eso, se transformó en todo un personaje en la ciudad de Paraná. Hoy, se autodefine como “más reflexivo y analítico”.

“Nací el 23 de febrero de 1964, tengo 57 años”, dice a modo de presentación, durante el reportaje impertinente de ANÁLISIS. Un diálogo que se produjo en el living de su casa, mientras su compañera, Stella Maris, prepara algo en la cocina. Conocedor del oficio, Mauricio, antes de las preguntas, saca un papel, donde tiene anotaciones que no quiere olvidar durante la charla. Datos, entre los que se destacan fechas y lugares de sus inicios en el periodismo.

“Empecé el 10 de octubre de 1988 enradio. Anoté esa fecha, después de concertar una nota con el locutor de LT 9 de Santa Fe, José Manuel Rodríguez, quien había puesto una FM en Oro Verde. Ahí, estaba haciendo periodismo agropecuario. Era un proyecto que habíamos largado desde la facultad y lo hicimos con una compañera con la que trabaje 3 años”, relata Mauricio, mientras Stella Maris o “la Rusa”, como él llama, se acomoda en un sillón para no perder detalles de la charla.

Poco a poco empezaban a aparecer las radios de frecuencia modulada en Paraná como una alternativa laboral para los noveles estudiantes de periodismo y Mauricio no fue ajeno a ese mundo. Por aquellas épocas aparecieron en el éter: FM Paraná, FM Sensación, FM Capital, FM Cabildo y FM Ciudad. “Tenía cercanía con unas personas que lo conocían a Ricardo Fuentes, el director de FM Ciudad. Ambos éramos radioaficionados. Yo había hecho un curso y, en esa época, no había celulares. Había un teléfono que era una valija que tenía un teléfono negro y entonces nos manejábamos con VHF (veryhighfrequency), con handies”, recuerda.

Los comienzos fueron audaces y casi sin red. El joven Mauricio,andaba por todos lados tejiendo redes de confianza, que, después sirvieron para su trabajo en los medios periodísticos de la región. “Teníamos amistad con gente que estaba en ambulancias, en patrulleros. Compartíamos asados, reuniones, vinos y frecuencias. Cuando nos dimos cuenta de que necesitábamos noticias, empezamos a salir corriendo detrás de los patrulleros por todos lados. Algunos se bajaron del caballo y dijeron ‘esto no es para mí’.  A mí me gustó y seguí”.

La vocación y la adrenalina pudieron más en sus inicios. Con ese empuje, cuenta que hizo una inversión importante para esa época. “Me compré una cámara, para colmo, una M8000 Panasonic, y ahí empecé a correr con la cámara al hombro. Eso lo empezó a administrar la radio. Un día, me crucé con Emilio Ruberto, que me dijo que estaban empezando a armar un canal a pulmón en calle Villaguay. Me pregunto si me animaba y ahí fui: a Canal 11, donde conocí a Edgardo Sánchezy, desde esa época, hago policiales”, dice el barbado periodista de policiales.

En aquella época, recuerda, se iba a dormir con tres handies prendidos, con las frecuencias de emergencia, bomberos y policía, el de la división de homicidios.

“Llega un momento en el que dejas todo eso de lado y te dedicas a hacer otro tipo de periodismo, más analítico, más a la distancia que es el que estoy haciendo ahora. Aunque cada tanto mi mujer me despierta la chispa y me prende la mecha y me pregunta:‘¿no escuchas esa sirena?,¿qué te pasa, te quedaste atrás?’”, cuenta.

--¿Tenías o tenés algún referente en el periodismo?

-- No tuve referentes en este rubro. Si, tuve referentes de quienes hacían de un medio de comunicación, un servicio. Me apasionaba lo que hacía por la música. Hoy podés escuchar la música de mil maneras. A mí me gustaba el tema de apertura de Al que madruga Manuelitolo ayuda, de Manuel Lencina, que salía por LT 14. El tema era Hasta luego, cocodrilo de Bill Halley. Yo me levantaba a las 6 para escuchar este tema. Así arrancaba la pasión con la que este hombre transmitía la radio-servicio. Con el tiempo te vas dando cuenta que la gente de lugares como Tabossi, de Crucesitas Séptima podía tener contacto con la realidad. Había gente que tenía que ir a un teléfono público para poder comunicarse. Había gente que iba a la radio y decía dígale a fulano que necesitaba ropa, que lo esperaban al costado de la ruta, eso era mágico para mí.

Mauricio, dice, no tiene referente a nivel nacional ni tampoco un parámetro fijado en el periodismo, pero reconoce la ciencia policial, en sus investigadores. “Me gusta leer bibliografía de investigadores médicos, a Raffo, por ejemplo, gente a través de la ciencia, ilustraciones sobre tanatología”, enumera.

Quienes conocen a Mauricio no pueden negar su obsesión por documentar todo. ¿Quién no lo ha visto con su camarita en mano por tribunales o haciendo notas en cualquier esquina? ¿Quién no recuerda esa imagen de este periodista trepando en una antena para obtener una nota? Eso forma parte del anecdotario infinito de un personaje que, hoy, pasa por un momento más reflexivo.

(Más información en la edición gráfica número 1121 de la revista ANALISIS del jueves 10 de junio de 2021)