S.A
El joven poeta porteño llega a Paraná con “Fruto Rojo”, su primer poemario editado por Editorial Santos Locos a principios de este año. Será en la Tercera Edición del Ciclo de Poesía Río Abajo, donde compartirá la voz y la escucha con poetas de nuestra ciudad. ANÁLISIS conversó con Tomás Litta sobre “Fruto Rojo”, su génesis, su mirada de sí mismo y otros proyectos que lo convocan a continuar desandándose en versos.
“No quiero ser referencia de nada, no puedo ser ni mi propio referente a veces”, dice irónico pero genuino Tomás Litta, un joven porteño estudiante de Letras que hace “redacción en cosas”, describe, para ganarse la vida de momento. Desde muy pequeño encontró en la escritura una manera de ser en otros mundos. El primer registro de escritura conciente lo tiene a los 8 años de unas vacaciones en Uruguay con su familia donde no había televisión. “Eso me destruyó –exagera- entonces empecé a escribir en unas hojas que tenía e hice un libro de cuentos que medio quise encuadernar; estaba cosido y todo”, rememora en diálogo con esta cronista.
A principios de este año y transitando sus 22 años de edad, publica su primer poemario llamado “Fruto Rojo”, de la mano de la editorial Santos Locos de Buenos Aires. El material fue gestado a lo largo de 2018 en medio del encuentro con el otro, el éxtasis, la intensidad y los colapsos; su fin y el comienzo de la mirada en retrospectiva. “Fruto Rojo es una suerte de catarsis, como un trabajo introspectivo y una charla conmigo mismo sobre todo lo que no podía hablar en ese momento”, cuenta Tomás Litta, que además lleva adelante un ciclo de poesía erótica llamado “El cuerpo expresivo” y recomienda libros LGBTTIQ+.
Este sábado 17 a las 20:30 estará presentando su primer poemario en la Tercera Edición del Ciclo de Poesía Río Abajo en el Casal de Catalunya junto a Fernanda Álvarez que dará a conocer “El amor es un bosque” fanzine editado por proyecto Camalote.
—¿Qué es lo que te dispara a hacer Fruto Rojo?
—El año pasado empecé un libro a partir de un chico que me rompió el corazón. Está dividido en dos partes: el durante y el post amoroso; refleja un poco eso, el vivo y en directo de mis emociones, subiendo y bajando constantemente. Surgió como acto reconstructivo de las cosas que me iban pasando y que me costaba entender, y lo transformé en eso.
—En esa dualidad, ¿cuál te parece que es el Tomás más genuino?
—Yo creo que la segunda. Primero porque es más reciente; la primera parte está escrita en vivo real, porque son situaciones que me iban pasando y necesitaba escribir, entonces lo hacía en el momento y el post es como más introspectivo, descubriéndome qué me pasaba; lo otro es como la reconstrucción del corazón, supongo.
—Al ser un registro tan íntimo y del instante, ¿cómo se vive con el tiempo, el volverse a encontrar en esos textos?
—Creo que es algo lindo, lo que tiene este libro que me identifica, es eso; tiene como la vivencia del momento y la magia -por más que a veces se sienta oscura- de captar el momento y el instante y la sensación del momento en que fue escrita. Hoy la leemos y puede que no nos identifique o digamos eso no lo escribiría nunca jamás, tiene algo de esa mística que viviste y está bueno quedarse con todo eso.
(Más información en la edición gráfica 1102 de la revista ANALISIS del jueves 15 de agosto de 2019)
