En agosto de 2016, la edición papel de la Revista ANÁLISIS denunció una serie de hechos que tuvieron una importante repercusión pública. Se trató de las torturas y la privación ilegítima de la libertad que sucedían en el convento Carmelitas Descalzas de Nogoyá. La denuncia periodística originó la intervención del Poder Judicial y el fiscal Federico Uriburu abrió una Investigación Penal Preparatoria (IPP) que además de confirmar lo denunciado periodísticamente, derivó en un juicio oral y público contra la ex titular del convento, Luisa Esther Toledo, por la comisión del delito de privación ilegítima de la libertad en dos hechos y agravada por haberse extendido en el tiempo. Este juicio comenzó el 10 de junio pasado y finalizará el viernes 28, con los alegatos de clausura, para que luego el Tribunal pase a deliberar su adelanto de veredicto. La pena mínima que le espera a la ex madre superiora es de dos años y la máxima de doce. La Fiscalía solicitará una condena de entre seis y ocho años de prisión.
Nahuel Maciel
Carmelitas Descalzas fue creada por iniciativa de Santa Teresa en el siglo XVI. En ese entonces, había dos corrientes: la femenina, que era de características contemplativas y vivían en monasterios; y la masculina, que era activa y donde las monjas dependían de esos sacerdotes.
Luego del Concilio Vaticano II la rama femenina de la Orden se dividió: por un lado están las que siguen dependiendo de los padres carmelitas y aquellas que no. Éstas últimas, bajo la inspiración de la Madre Maravillas decidieron desligarse de la autoridad de los padres carmelitas porque entendían que ésta dependencia comprometía su ideal contemplativo y pasaron a depender de la Santa Sede y del obispo del lugar. A esta rama pertenece Carmelitas Descalzas de Nogoyá.
En la actualidad existen aproximadamente unos 850 monasterios de Carmelitas Descalzas en todo el mundo, con 12 mil monjas aproximadamente. (https://www.aciprensa.com/recursos/la-orden-carmelita-1051)
Ambas ramas se guían por dos constituciones diferentes: la de 1990 que es preconciliar (el caso de Nogoyá); y la de 1991, que es más plural a la hora de seguir el ideal de Santa Teresa.
La separación de las monjas de sus familiares; la presencia de una monja escucha durante las visitas de los familiares y las limitaciones de temas que se pueden abordar en esos encuentros; el uso del “torno” para pasar cualquier mercadería o cartas; la práctica de la clausura (salen sólo para ir al médico o votar, por ejemplo, a excepción de la madre superiora que tiene otras posibilidades); la ausencia de internet, radio o televisión de uso colectivo; la separación del coro de la Iglesia, de modo que la comunidad que asiste a misa no puede ver a las monjas; la lectura tanto de las cartas que las monjas emiten como las que reciben; y prácticas de “penitencias”, que son verdaderos tormentos, a través del uso de cilicios, disciplinas y mordaza, entre otros crueles castigos, son las características sobresalientes que quedaron expuestas en el juicio que se desarrolla en Gualeguay.
(Más información en la edición número 1099 de ANALISIS del jueves 27 de junio de 2019)
