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Oscar Mori analiza la causa de los contratos legislativos y la realidad provincial

-Cada vez que aparecen denuncias por hechos de corrupción de cierto volumen, como las de “aportantes truchos” o de los “cuadernos de la corrupción”, se habla del financiamiento de la política, se desempolvan proyectos para transparentar y se buscan explicaciones por ese lado. ¿Conecta ese tema con la investigación por presuntas irregularidades en contratos de la Legislatura entrerriana?

-Vengo sosteniendo que nuestra generación fracasó en política. Lo que no sabía era que las dos generaciones que venían atrás nuestro se iban a transformar en una banda de ladrones con actitudes casi criminales, con organizaciones externas enriqueciendo a personas y con gente diciendo que es plata de la política. Están equivocados los que dicen esto. Acá no hay plata de la política. Esto es un robo. Es una organización para robar. Estoy enfermo de asco. Y me llama la atención de tipos como Pedro Guillermo Guastavino, de quien yo no me explicaba como de golpe se olvidó del hermano Néstor (Kirchner), de la hermana Cristina (Fernández), de sus hermanos muertos y de los derechos humanos y se pasó a la oposición y al oficialismo. Con el vocabulario de nuestros tiempos, hubiera dicho que se pasó con bastón y banda; ahora diría que se pasó con pandereta y castañuelas. (Luis) Vitette, el famoso autor del robo al Banco Santander Río de Acasusso, y (Luis Alberto) El gordo Valor, están deprimidos ante la banda que hay acá.

-Son muchos los nombres de peso señalados en este caso. ¿Por qué menciona especialmente al senador Guillermo Pedro Guastavino?

-Porque mintió. Dijo que tenía dos o tres contratados para hacer jubilaciones y después no eran dos o tres, sino seis involucrados, que son todos los que están presos. La banda externa es de Guastavino. Hace ocho años. Es una organización delincuente de 6, 7, 8 tipos, dos contadores, que se enriquecieron cuando hay gente que no tiene para comer.

-¿Qué opina del tratamiento periodístico que está teniendo el tema?

-En el informe del programa Cuestión de fondo pasaron dos cosas. Primero había un senador oficialista y un diputado opositor con cara de pánico. La segunda: cuando se dijo que se iban a allanar las cámaras para buscar todos los contratos, yo pensé: la fiscal (Cecilia Goyeneche) se volvió mística y escucha voces.

-¿A qué se refiere con que la fiscal “escucha voces”?

-Escucha voces. Y escuchó que debía hacer lo que dijo José Luis Manzano. ¿Qué dijo Manzano? ¿Cómo se esconde un elefante en calle Florida? Se llena la calle de elefantes. Dijo que iban a allanar las cámaras, que iban a pedir los contratos de 10 años para atrás y eso es para los giles. Si ninguno de los que está ahí tiene una causa en la que se le pueda reclamar algo, no tiene porqué darle nada.

-En las respuestas institucionales y también algunos legisladores de la oposición hablaron de injerencia de un poder sobre otro. Incluso compararon con lo que hubiera pasado si durante el juicio político al exvocal del Superior Tribunal de Justicia (STJ), Carlos Chiara Díaz, se pedían desde la Legislatura los viáticos de la totalidad de los vocales de tiempo para atrás.

-No es un problema de poderes. Es que no se pueden pedir los contratos de un tipo si no hay un ilícito o algo fundamentado. Se le pueden pedir los contratos a Ricardo Troncoso (Cambiemos), que tiene un quilombo. Todavía no, pero se le podrán pedir los contratos a Aldo Ballestena (PJ). Capaz que tiene los papeles bien, capaz que no. Hay prácticas corruptas que no necesariamente son delito.

(Más información en la edición gráfica número 1088 de la revista ANALISIS del jueves 25 de octubre de 2018)