Por Sofía Arnaudín
Multifacética y espontánea, podría decirse que Silvana es una apasionada del arte de comunicar. En la actualidad protagoniza y encarna Yerma (un niño en la calle), obra escrita por Federico García Lorca y dirigida por Roberto Ibañez quien -según ella- fue quien la descubrió. Paralelo a la actuación es Editora en jefe de imagen de la Secretaría de Seguridad de la Municipalidad de Pilar. “Tengo que trabajar de algo más para poder bancarme el día a día”, dice Silvana y remata: “No es fácil hacerse cargo de querer ser artista”.
La actriz relata a esta revista cómo fue descubriéndose como artista y abriéndose paso en los escenarios porteños. Las dificultades, el desarraigo de su Paraná querida; “yo no soy un bicho de ciudad, o por lo menos no lo era”, dice entre risas. Siempre pensando en volver a mirar el río, a disfrutar de su familia a quienes considera “los confidentes en cada paso que doy”. Lo que más anhela en su carrera es hacer cine ya que “es el motivo por el cual llegué a esta ciudad”, confiesa la artista que vuelca -con convicción y humildad- toda su energía en una carrera actoral que crece y promete.
—¿Cuándo y cómo te diste cuenta de que querías hacer de la actuación tu modo de vida?
—En mi vida hubo tres momentos muy marcados. Primero en mi infancia. Me gustaba todo lo relacionado con lo artístico: todo tipo de danzas, comedia, teatro, cine. De chiquita ya sabía que era un sueño para mí. Después a los 19 años empecé a estudiar locución y comunicación social. Había dejado esa parte de mí de lado y había decidido quedarme en Entre Ríos. Pero un día me pasaron el dato de que venía Pepe Cibrián a traer “Otelo”, de Shakespeare, al Teatro Municipal de Santa Fe. Antes de venir con la obra, él venía solo con sus coach y daba un seminario de actuación y de comedia musical donde podías participar y quedar seleccionado para formar parte del elenco de “Otelo”. Hice el seminario, quedé en el casting y participé de la obra. Cuando volví a enfrentarme con ese mundo artístico, se me movió todo. En la adolescencia tuve bandas de rock, hice comedia musical con Fabio Vides, hice teatro con Jorge Filiastre. Pero lo de Cibrián fue el puntapié para decir “me voy”. Me vine a Buenos Aires, pero no me decidía del todo. Empecé a estudiar periodismo acá pero nunca terminaba de decir “vine a hacer esto”. Recién hace un año determiné que esto es lo que me define. No es fácil hacerse cargo de querer ser artista.
—¿Cómo fueron esos primeros pasos en Buenos Aires?
—Llegué a Buenos Aires en febrero de 2010 con veinte años. Vine a hacer el ingreso tanto al INA (Instituto Nacional del Arte) como a la EMAD (Escuela Metropolitana de Arte Dramático) y no entré a ninguno de los dos. También me había inscripto en la Escuela de Teatro de Buenos Aires (ETBA, de Raul Serrano). Me abracé a esa carrera y a sus compañeros hasta recibirme, así como también a la beca en Comedia Musical que me había regalado Pepe Cibrián luego de hacer “Otelo” en Santa Fe. Fue difícil porque yo vine de Paraná creyendo que me las sabía todas, y esta ciudad me puso de frente a mis dificultades, trabas actorales y personales. Fue como un renacer y redescubrir de mi Yo artista.
—¿Cuál fue tu primera experiencia sobre los escenarios porteños?
—Fue en el 2012 que me metí a hacer castings y entré en mi primera obra de teatro, “Ariel”, con un elenco del teatro under que me permitió conocer el mundo del teatro independiente; todo un universo paralelo. Fui pasando de obra en obra, conociendo nuevos directores y arrancando de papeles muy pequeños, pero que me permitieron mostrar lo que podía dar.Y así terminé siendo protagonista de algo, como me pasa ahora con “Yerma”, maravillosa obra que tenemos en cartel en Avenida Corrientes, de Federico García Lorca y de la mano de mi mentor y director Roberto Ibañez, que fue quien me descubrió.
—¿Cómo es tu papel en “Yerma (Un niño en la calle)”?
—Mi papel en esa obra surgió a raíz de estar haciendo la obra “Tres hermanos”, de autoría y dirección de Roberto Ibañez. Le había quedado siempre pendiente hacer “Yerma” y me la propuso durante las funciones de “Tres Hermanos”. “Yerma” es parte de la Trilogía de Lorca en la que también están “La Casa de Bernarda Alba” y “Bodas de Sangre”, así que imaginate lo que es… drama, dramón. Nunca había estado en un protagónico y la verdad que me llevó tiempo entender el nivel de compromiso que requiere; es ponerte la camiseta entera de una obra y, de alguna manera, ir al frente de un equipo que responde en sintonía con vos. El viaje de crecimiento en “Yerma” fue y es maravilloso, la verdad que ya vamos casi 40 funciones desde el año pasado (más los siete meses de ensayo) y cada función uno crece un poco más. Es un camino mágico que sólo se entiende transitándolo. Estoy profundamente agradecida y creo que Lorca podría estar orgulloso de vernos (risas).
—¿Dónde radica la diferencia entre ser artista en Paraná o en Buenos Aires?
—Acá lo cultural es ley, se defiende muchísimo. Con el cambio de Gobierno se han hecho muchas chanchadas, se han quitado muchos subsidios y es más difícil producir cosas. Han cerrado muchas salas y espacios culturales. Pero hay un fuego latente que se mantiene vigente y creo que tiene que ver con el deseo de los artistas de no claudicar.
(Más información en la edición gráfica número 1085 de la revista ANALISIS del jueves 13 de septiembre de 2018)
