Pablo Rochi
La vida es una hoja de papel flotando en el corazón de una tormenta. Nadie puede saber dónde terminará asentándose. Quien así lo puede certificar es Enzo Affranchino, este joven preparador físico y entrenador de fútbol quien, en forma inesperada, llegó hasta China para ejercer su profesión.
Affranchino nació en Curuzú Cuatiá, Corrientes, pero hace algunos años se radicó en Paraná, ciudad donde creyó que iba a echar raíces. Conoció a su mujer, tuvo un hijo y cuando pensaba que su vida empezaba a fluir en la capital entrerriana, una oferta única como extraña lo llevó a trasladarse a miles de kilómetros de su lugar.
En Paraná, Affranchino trabajó como dirigente y coordinador de las inferiores en el Club Belgrano. Hoy, tras decirle que sí a una compleja oferta, lo hace en Yinchuan, la capital de la provincia de Ningxia, en China. Enseña fútbol en una escuela, bajo un proyecto que lleva adelante el gobierno chino para promocionar esta disciplina.
Eso sí, aceptar el ofrecimiento no fue nada sencillo, aunque el amor por la profesión y el entusiasmo por el desafío terminaron volcando la balanza a su favor.
“Acepté y me fui por cinco meses, mientras que mi familia se quedó en Paraná. Me fui a China cuando mi hijo tenía un mes de nacido, así que imaginate lo que fue aceptar y viajar a un lugar tan lejos como desconocido. Ahora estoy de vacaciones y me vine a Paraná por unos días. Trabajo en una escuela. Allá las vacaciones se dividen en vacaciones de invierno y verano, al igual que acá, pero tenés un mes y medio en cada uno de esos recesos”, dijo el entrevistado en este mano a mano con revista ANÁLISIS.
—A través de un amigo del fútbol pude conocer a un representante. Mi amigo es Juan Gómez, quien nació en mi ciudad, jugó en River, en Argentinos Juniors y otros equipos. Él fue quien me contactó con Walter Soria, el representante, con quien empecé a tener una relación más fluida por mi trabajo como gerente deportivo de Belgrano de Paraná. Walter fue quien me comentó sobre esta chance de ir a China, me dijo que lo pensara y fue así que se inició esta oportunidad. Sin dudarlo le dije que sí y ahí empezó esta historia. El ofrecimiento de Walter fue en febrero del año pasado y tras aceptar la propuesta fue recién en marzo de este año que me fui a China a trabajar.
—¿Cómo es tu presente? ¿En qué ciudad vivís y en qué escuela trabajás?
—Vivo en una ciudad que se llama Yinchuan, que es la capital de la provincia de Ningxia, al noroeste de China. Es una ciudad sumamente fructífera, muy linda. Cuenta con el río Amarillo, que así como a otras provincias le hace mucho daño, a esta parte del país lo beneficia mucho. En algunas zonas este río produce inundaciones y otros percances, mientras que en la región donde yo estoy sirve para que se cultiven trigo y sorgo. Además, hay una ruta vitivinícola muy buena. Es una zona muy turística. Estamos hablando de una localidad de más de 6 millones de habitantes. Es grande, pero no hay una cantidad de gente como en Shanghái o Beijing que es algo imponente.
—¿Y tu trabajo cuál es? ¿En la escuela estás como entrenador de fútbol y como profesor de Educación física?
—Doy clases de Educación Física a los últimos tres años del secundario y doy capacitaciones sobre fútbol a los docentes de la escuela. También estoy al frente del equipo de fútbol de la escuela. Ellos allá conjugan lo que es la educación formal y no formal. Las competencias deportivas les sirven a los chicos como becas para el futuro o como para hacer alguna experiencia en Europa.
—¿Por qué China, un país con millones de habitantes, busca profesores de otros países?
—A mí me contrató el gobierno chino, que asumió un proyecto para promover y desarrollar el fútbol. El presidente de China es una persona muy fanática del deporte y en particular del fútbol. Uno de sus objetivos es que China organice un Mundial y desde ya ansía ver que su país se transforme, más adelante, en una verdadera potencia mundial en este deporte. Entonces, el primer tramo del proyecto es promover el deporte y capacitar a alumnos y docentes sobre fútbol. No buscan captar chicos y de inmediato meterlos en los clubes. Ellos quieren promocionar y capacitar sobre el fútbol. En China hay una idiosincrasia muy diferente a la nuestra o a los países muy ligados con este deporte. La mayoría de los chicos son hijos únicos y eso, en un deporte en conjunto, suele generar algún inconveniente que en sí es muy interesante tratar y resolver.
(Más información en la edición gráfica número 1084 de la revista ANALISIS del jueves 30 de agosto de 2018)
