“En Entre Ríos no existen los derechos de los niños; los chicos son un trofeo para el papá”

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1083
La justicia obligó a una mujer a restituir a sus hijos a Perú

Por AyelenWaigandt
wafis1313@hotmail.com

Mucho se habla en los últimos tiempos de los derechos de las mujeres, de la lucha contra la violencia machista, de la necesidad de denunciar casos de violencia de género y de proteger a las mujeres que son víctimas del poder patriarcal que ejercen sobre ellas sus maridos o parejas. En ese contexto, también se ha dicho mucho sobre la protección de los niños y adolescentes que quedan atrapados en esa espiral violenta de los adultos. Sin embargo, a la hora de actuar parece que todo lo dicho y escrito en los papeles desaparece como por arte de magia.

Esto es lo que está viviendo una mujer de Paraná, a la que simplemente se identificará como C. para resguardar su intimidad y la de sus hijos mellizos, menores de edad, y a quien la jueza de Familia N°4, Claudia Lafferriere, obligó a separarse de los niños, para enviarlos con el papá que reside en el Distrito La Molina, del Departamento de Lima, Perú. Es tal la situación de vulnerabilidad emocional, que la hermana de C. la acompaña en cada paso y ante cada trámite a realizar, y también es quien oficia de vocera de la situación para defender los derechos de sus sobrinos. “A mí nadie me lo contó, yo lo viví y sé todo de primera mano”, dijo en un diálogo exclusivo y minucioso que mantuvo con ANÁLISIS.

Su hermana y su ex cuñado se conocieron de muy jóvenes mientras estudiaban en Santa Fe. Se enamoraron, se casaron y él comenzó a desarrollar una brillante carrera que lo llevó a diferentes países hasta desempeñarse actualmente como CEO en la sede peruana de una importante empresa multinacional. Por el trabajo de él,los hijos de la pareja nacieron en Chile pero son nacionalizados argentinos; la situación económica prosperó y accedió a lugares de poder a medida que creció su carrera. Pero la historia de amor no terminó como en los cuentos de hadas que nuestra cultura patriarcal nos enseñó a memorizar y tras años de maltratos, violencia física, psíquica y emocional, el matrimonio se quebró.

De común acuerdo, en octubre de 2017 estaba previsto que la familia viajara a Argentina a pasar las fiestas de fin de año y como los problemas de pareja ya venían desde hacía tiempo se había decidido la separación del matrimonio y al retornar a Perú vivir en casas separadas. “Esto ya se estaba hablado y acordado pero abruptamente el 2 de diciembre de 2017 mi ex cuñado decide abandonar la casa familiar, dejando a mi hermana y a los chicos -que dependían económicamente de él- sin nada. A todo esto, los chicos habían descubierto que el papá tenía una doble vida lo cual los había traumatizado y por ello habían bajado el rendimiento escolar, situación de la que mi hermana se enteró mucho después”, contó la mujer.

Con autorización del papá, C. y sus hijos viajaron a Argentina luego de atravesar varias situaciones violentas en el camino, como el hecho de enterarse en el aeropuerto peruano que el hombre había cancelado los pasajes de avión, había dado de baja las tarjetas de crédito y cerrado todas las cuentas bancarias. Tras la angustia del momento,finalmente lograron llegar a Paraná.

“El vuelo de regreso a Perú estaba previsto para las 19 horas del lunes 8 de enero, perola autorización del padre había sido retenida en Migraciones y él se había comprometido a buscarlos pero no lo hizo. El viernes 5 de enero envió una venia de viaje tramitada ante el Consulado argentino en Lima pero sin apostillados ni sellos, trámite que demora algunos días en el Colegio de Escribanos”, relató la tía de los menores. En suma, perdieron el vuelo previsto y no pudieron viajar, lo cual quedó asentado mediante exposición policial en la comisaría correspondiente.

Ante esta nueva situación de violencia, C. decidió quedarse en Paraná y comenzó a buscar colegio para los chicos. “Además, el permiso de residencia de mi hermana en Perú depende del trabajo de él, entonces al estar separados ella pierde su residencia, a lo que se suma la falta de sustento económico por estar impedida de trabajar, porque si bien es profesional, su carrera no existe en ese país”, agregó.

“A fines de marzo, para nuestra sorpresa ingresó un pedido de restitución internacional acusando a mi hermana por retención ilícita de los menores, en el mismo Juzgado de Familia N°4, a cargo de Claudia Lafferriere, donde mi hermana había presentado poco antes una cautelar para que mi ex cuñado cese con el hostigamiento y los mensajes violentos, porque durante todo el verano él escribía poniéndose en víctima y acusando a mi hermana de impedirle tener contacto con los chicos”, relató la tía con lujo de detalles.

En este punto, comenzó el derrotero judicial de C. porque los chicos no querían volver con el papá. Los chicos tuvieron audiencias con la jueza Lafferriere y con el equipo interdisciplinario del Juzgado, pero según la tía “nunca fueron escuchados”. “La primera vez los atendió el equipo interdisciplinario a los dos juntos durante 15 minutos, con preguntas banales respecto de su vida en Lima, y a partir de allí ese equipo interdisciplinario determinó que los chicos manifestaban que querían quedarse en Argentina pero que se evidenciaba una manipulación de la madre. Esto es absurdo porque a los 14 años ya no podes manipular a un chico. Además, el defensor oficial Pablo Conti afirmó que los chicos creían que todavía estaban de vacaciones; otro absurdo”, criticó.

“Nunca se creó un ámbito para que los chicos fueran escuchados. Una vez mientras esperaban para que la jueza los recibiera entraban presos esposados o lastimados, lo cual los asustó mucho. Nunca la jueza tuvo tacto para tratar con los chicos. A mi hermana, tampoco nunca la escuchó y en la última audiencia hasta los maltrató, a ella y a los chicos; les dijo que no le hicieran caritas, que por más que lloren y pataleen se iban a tener que ir a Perú con el papá. Cuando salimos uno de los chicos dijo que había sentido un fuego en el pecho, que todo le daba vueltas y que la cabeza le decía que hablara pero el cuerpo no le respondía, y esto es un claro ejemplo de violencia, de derechos vulnerados”, sostuvo la mujer desbordada por los recuerdos.

Finalmente, luego de diversas audiencias donde nadie los escuchó la jueza decidió que “no había riesgo para que los chicos volvieran y por lo tanto debían ser restituidos a su centro de vida anterior”. “Esto se apeló en todas las instancias posibles donde siempre reclamamos que escucharan a los chicos, y se llegó hasta el Superior Tribunal donde mis sobrinos presentaron un sobre con escritos propios, pidiendo que no los llevaran porque ya tenían su vida armada en Paraná, con amigos en la escuela, en el club, con toda la familia, pero ni siquiera los leyeron. Tampoco pudimos realizar el recurso de queja ante la Corte Suprema porque no llegamos a tiempo”, lamentó la mujer.

Acotó que “en este caso se utilizó también la figura de una abogada de niños, que es una figura muy nueva, quien pese a reconocer que los derechos de los niños habían sido vulnerados nos dejó solos aduciendo que ya no podía hacer nada porque se habían agotado todas las instancias posibles, y nos aconsejó realizar el reclamo en Perú”.

Contacto con Unicef e intervención del Copnaf

“A todo esto, mi hermana no se quedó quieta y siguió golpeando puertas”, dijo la tía de los chicos, quienes de manera permanente recibieron asistencia psicológica. “Uno de ellos deslizó en alguna oportunidad la idea de terminar con su vida, lo cual fue algo fuertísimo para toda la familia”, contó preocupada.

Es así que en la búsqueda de ayuda se contactaron con UNICEF, organización líder en el mundo que trabaja para defender los derechos de la infancia, pero allí no lograron una atención personalizada sino que los derivaron al Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf) como organismo representante en Paraná. “Escribí un mensaje privado en la página del Copnaf pidiendo auxilio y Ariel Villanueva (director de Restitución de Derechos) se comunicó con nosotros y se comprometió a darle un ámbito de escucha a los chicos”, remarcó.

A partir de allí el equipo interdisciplinario del Copnaf entrevistó durante más de una hora a cada uno de los menores por separado. “Salieron muy aliviados, porque por primera vez alguien los había escuchado, pero esto se logró una semana antes del plazo previsto por la jueza para la restitución de los chicos. Y pese a los informes del Copnaf, nunca hicieron nada. Las instituciones están, todos nos atendieron bárbaro –desde la portera y la secretaria hasta los profesionales- pero al derecho superior del niño nadie lo defendió. No sé si no pudieron accionar, pero no hicieron nada. Los informes quedaron en el Copnaf y no nos permitieron retirarlos para presentarlos ante la jueza”, cuestionó la tía, entre enojada y dolida.

“Todo esto demuestra que el interés superior del niño no existe en nuestra provincia; existe el título de que Argentina es pionera en la defensa de los derechos de los niños, pero en la práctica eso no existe”, reflexionó, ahora sí, visiblemente enojada.

El peor momento, la separación

A todas las situaciones traumáticas que los dos menores debieron atravesar, se debe sumar lo ocurrido el pasado viernes 3 de agosto, día en que finalmente se cumplió la decisión de la jueza Claudia Laferriere para la restitución de los adolescentes. “Entre lo peor de todo lo que pasó, está el lugar donde se produjo: la Oficina de Violencia de Género del Superior Tribunal de Justicia. Si iban a hacer semejante chanchada lo hubieran hecho en otro lado, no en una oficina donde se tienen que defender los derechos de género. Frente a todos los ahí presentes, se vulneraron los derechos de los chicos, y el daño que les hicieron ya no se repara”, cuestionó la mujer.

“Cuando llegamos para cumplir la orden judicial nos encontramos con un cordón policial en la puerta de la Oficina de Violencia, y con una protesta organizada por amigos y compañeros de escuela y de club de los chicos, junto a sus padres, para pedir que no se los llevaran. Pero además vivimos momentos de extrema tensión porque no nos dejaron ingresar y como los chicos venían en otro auto con mi marido, desde el interior de la oficina, la jueza por intermedio de nuestra abogada, la amenazaba a mi hermana con meterla presa y con efectivizar una cautelar para impedirle el contacto con sus hijos, si los chicos no se presentaban”, relató.

El problema se suscitó porque al momento de salir de la casa, los menores sufrieron un estado de shock por lo que debieron ser asistidos de urgencia por un médico del centro de salud cercano. “Los atendió la psicóloga particular y hasta el psiquiatra del centro médico quien emitió un certificado constatando el riesgo que implicaba que los chicos fueran trasladados porque repetían que se querían quitar la vida. Uno de ellos hizo una crisis de nervios con vómitos y llantos”, contó la tía acongojada.

Finalmente cuando llegaron a la Oficina, “se encontraron con un despliegue de tres patrulleros, unas 12 mujeres policías en la vereda para impedirnos el ingreso a la mamá y los familiares, con todos sus amigos en la puerta que querían saludarlos, y mientras tanto en el interior estaba el papá; con lo cual era lógico que todo el sistema judicial y el despliegue policial al que protegían era a él”.

“En ese momento, los chicos no se querían bajar del auto y llamaban desesperados al 102 pidiendo ayuda y la respuesta que recibían era que les mandaban policías, cuando ya había un montón en el lugar. Al ver todo eso, una de las personas que se había hecho presente para protestar contra la determinación judicial corrió hasta el Copnaf a pedir ayuda para los chicos y le respondieron que tenían ‘órdenes de arriba de no intervenir’”.

“En medio de toda esta situación de llanto, dolor, desesperación, la jueza con cero tacto, en lugar de rever su decisión nos advirtió que de haber riesgo para los chicos, los iba a internar; lo que obviamente desesperó más a todos, especialmente a mi hermana. Y se pidió la presencia del psicólogo del Juzgado quien aseguró que el viaje no implicaba un riesgo para los chicos. Toda esta situación no consta en ningún lado por escrito, pero todo el tiempo fueron amenazas de la jueza contra mi hermana y éramos muchos testigos”, sentenció.

Finalmente, contó que en medio de toda esa situación violenta para los chicos, “el papá termina comprometiendo un alquiler para que mi hermana pueda vivir allá, además de la manutención, y ella por el bien de sus hijos accedió a viajar a Perú en 30 días para poder estar cerca de los chicos”. No obstante eso, “mi hermana no tiene residencia allá con lo cual mi ex cuñado deberá darle una garantía de vivienda y manutención por 90 días, pero después no sabemos qué va a pasar”.

“Los chicos no se pudieron despedir ni de nosotros, ni de sus amigos, hasta las mujeres policías lloraban con la situación. No me pude despedir de mis sobrinos”, lamentó entre lágrimas.

Reflexiones finales

Tras el cruento y desesperado relato, la mujer dice estar segura de varias cosas: “Por empezar, acá se vulneraron de principio a fin los derechos superiores de los chicos y quedó claro que los derechos de los niños en Entre Ríos no existen; acá existe la justicia machista y el poder. Si tenés poder y dinero entrás a la Justicia y pedís lo que querés como si entraras en una heladería, y eso es lo que hizo mi ex cuñado, porque él tiene mucho dinero y mucho poder porque es un alto ejecutivo de una empresa multinacional en Perú. Los chicos son un trofeo para el papá, para hacerle daño a mi hermana”.

También criticó el accionar judicial ya que “la mamá nunca pudo acceder al expediente porque cada vez que la abogada lo solicitaba había un inconveniente, jamás le informaron cómo iban a viajar los chicos, le comentaron una dirección donde supuestamente iban a vivir pero no consta un contrato de alquiler por lo que no sabemos si el dato que el padre dio de palabra es real, no tenemos confirmación de nada”.

En ese marco, lamentó: “Estamos todos atravesados como ciudadanos por esta situación de violencia de parte de la Justicia. Qué garantía tienen aquellos que hoy transitan con alguna causa en este Juzgado N°4. Lo mejor que les puede pasar es arreglar sin darle intervención a la Justicia, y esto lamentablemente lleva a que las mujeres terminen aguantando la violencia, que los chicos sigan siendo víctimas del sistema machista y no hay quien los defienda”.

“En nuestro caso particular, las instituciones nos acompañaron y accionaron, desde la Secretaría de la Mujer, el Copnaf, la Oficina de Violencia, pero la decisión final la tiene la jueza que no le hizo caso a nada de lo que esos organismos le plantearon, y tampoco escuchó nunca a los involucrados que eran mi hermana y los chicos”, sentenció.

Por último, cuestionó también el accionar del defensor Oficial del Superior Tribunal de Justicia (STJ), Maximiliano Benítez, y del defensor N°7, Pablo Conti, porque “cuando el tema comenzó a conocerse en los medios, Conti emitió una medida cautelar para los canales de televisión para impedir que se hable del tema y que se nombre a los involucrados pero en ese escrito él mismo les hizo saber los nombres y apellidos de mi hermana y de mis sobrinos”.

(Más información en la edición gráfica número 1083 de la revista ANÁLISIS del jueves 9 de agosto de 2018)

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