Antonio Tardelli
El Presidente, hombre de conocimientos jurídicos limitados, opinó que Rossi era un juez que había elegido “beneficiar al autor de delitos aberrantes en lugar de proteger a la sociedad”. De manera parecida, aunque no idéntica, se pronunció el hombre que representa institucionalmente al Poder Judicial de Entre Ríos. Estimó Castrillón que en la absolución había prevalecido una concepción estricta del Derecho en desmedro de la conmoción social generada por el crimen. Hábil, el ex legislador no fue más allá pero se permitió sí comentar en términos críticos la nota gráfica que registró el saludo protocolar que intercambiaron el absuelto Rossi y el procurador general Jorge García. En la escena ambos lucían sonrientes.
“Me chocó ver la fotografía de un triunfalismo cuando acá no hay nada que festejar: hubo una entrerriana que falleció”, protestó Castrillón. La idea de que una imagen vale más que mil palabras es precisa para describir un tiempo ramplón, que evita las complejidades en beneficio de lo que impacta. Prevalece lo efectista y lo demagógico. Pero es inconveniente valorar y, más, diseñar y ejecutar políticas públicas desde ese presupuesto. El cordial apretón de manos entre el juez absuelto y el procurador que no lo acusó refuerza, en efecto, la difundida sensación de que el veredicto fue producto de una componenda. O el triunfo de la corporación judicial. Es que, en el tiempo superficial, una imagen no sólo cotiza mejor que mil palabras sino también, lo que es peor, que la mismísima aplicación de la ley.
(Más información en la edición gráfica número 1083 de la revista ANALISIS del jueves 9 de agosto de 2018)