Pablo Rochi
Wilfredo Caballero siempre miró con desconfianza lo que desde muy chico escuchó decir de parte de los grandes: “en la vida, como en el deporte, el tren pasa una sola vez”.
Plantado en sus más absolutas convicciones, este arquero de perfil bajo y de calvicie brillosa tiene sobrados fundamentos como para confirmar que el sacrificio, el esfuerzo y la dedicación, tienen su recompensa y que las oportunidades viajan en diferente vagones.
Para Willy Caballero nunca es tarde si de soñar algo grande se trata. A los 36 años y 8 meses, y mucho más cerca del retiro que de su proyección como jugador, recibió una de las noticias más resonantes como deportista al escuchar su nombre y apellido entre los 23 futbolistas que integran la Selección Argentina que irá a Rusia.
Poco movilizaría esta noticia si se tratara de un arquero con trayectoria, que juega en uno de los mejores clubes del mundo y que atajó en diferentes equipos de Europa. Pero Caballero tiene una historia de vida muy fuerte que hace que esta inclusión en el seleccionado tenga una carga mayor.
Hoy, este momento de mucha felicidad contrasta en forma elocuente con aquel terrible golpe que sufrió cuando a su hija Guillermina le diagnosticaron cáncer, episodio por el cual estuvo muy cerca de abandonar la actividad.
Caballero sabe lo que es sufrir. Estuvo a punto de largar todo. No obstante, la vida y el fútbol le dieron una nueva chance y él supo reinventarse. Ahora, cumplirá el sueño de jugar un Mundial.
"Yo no fantaseo tanto con una atajada: cuando uno es chico y ve el Mundial sueña con escuchar el Himno con la camiseta de la selección puesta. Sé que no es defender a la patria en una guerra, pero se me pondría la piel de gallina. Soy capaz de hacer mil cosas por jugar con la selección, lo deseo con toda el alma", dijo días atrás antes de conocerse la lista.
Gabriel Heinze había sido el último entrerriano en jugar un Mundial, en Sudáfrica 2010. Tras la copa del Mundo de Brasil 2014 un nuevo entrerriano será parte de este evento. Wilfredo Daniel Caballero, o Willy, de Santa Elena.
Sus primeros pasos
No había otra. Wilfredo tenía que ser arquero. No había manera de escapar a un puesto que venía por herencia.
En su Santa Elena natal, desde muy pibe, Willy jugó al fútbol y al básquet. Lo hizo en el Club Deportivo y Social Santa Marta. En distintas oportunidades llegó a Paraná para ser parte del torneo Internacional de Toritos de Chiclanas.
Al principio, su profe lo ponía cerca de la mitad de cancha. Y así fue, hasta que por cuestiones de rotación le tocó atajar. Tenía tan solo 8 años. Desde esa vez, nunca más dejó el puesto, el mismo donde también jugaron su papá y su tío.
(Más información en la edición gráfica número 1078 de la revista ANALISIS del jueves 24 de mayo de 2018)