Por Camila Fernández
Cuando a uno le dicen “cine” un sinnúmero de imágenes pueden venir a la mente. Una de las más próximas que se me aparecen a mí es la cara de mi mamá. Spoiler por excelencia, nacida en 1949, iba al cine del barrio desde chica. Adora contarnos solapadamente cómo va a terminar la película desde que tengo memoria, porque nunca entendí cuándo pero las ha visto a todas. La llevaban sus padres los domingos a la siesta y ahí la dejaban a pasar la tarde. Generalmenteiba con las amigas vecinas a los famosos “continuados” en donde el espectador pagaba una entrada y podía ver tres películas, entrar y salir cómo le diera la gana hasta que la función terminara. Se organizaban citas para los intervalos, se aplaudíay se comían muchas golosinas.
Hoy mi vieja hace lo mismo: mira las películas una y otra vez, compra cantidades industriales de caramelos y se emociona hasta los huesos. Tiene Netflix y es una adicta a TheWalkingDead. Pero cuando llega el fin de semana muere de amor si mi viejo la invita al cine, aunque no por él específicamente. Se pinta la cara, elige un lindo pañuelo para el cuello y se pone sus mejores zapatos, como cuando tenía 9 años. Porque para ella, las películas y el cine son lo mismo: magia. Ella me hizo ver Cinema Paradiso, sin dudas, la síntesis perfecta de lo que es el séptimo arte, un vehículo de entretenimiento y aprendizaje para la vida que lo único que necesita es de una buena historia.
“Hagas lo que hagas ámalo, como amabas la cabina del Paradiso cuando eras niño”. Le dice Alfredo en uno de los diálogos más grandiosos del cine a Salvatore en el film de Giuseppe Tornatore, “Cinema Paradiso” (1988). Es la frase que resume todo,es una invitación a amar la vida, es una parte de la explicación de por qué el cine no ha muerto y que nos lleva a la pregunta inevitable: ¿qué significa para cada uno de nosotros?
Indudablemente, es mucho más que sentarse frente a una pantalla y ver un film con efectos especiales sorprendentes. Es atractiva espectacularidad, sí. Pero toda sorpresa deja de serlo cuando ya la conocemos. Hay algo máspor lo que sigue vivo que placer y diversión. El cine esun descubrimiento y una fuente de conocimientos,un paréntesisen el tiempodonde muchas veces hasta tenemos una revelación sobre nuestra propia vida.
Para muchos paranaenses el nuevo Cine Círculo aparece con esa carga sensible de sentido, supongo queaun sin haberlo buscado. La historia simplemente estaba ahí y el edificio en alquiler.Es una rara manifestación local de lo global. En épocas en donde el cine tiene éxito en las burbujas de consumo que constituyen los shoppings, las salas tradicionales no pueden competir y salen a buscar los públicos excluidos sin mucho futuro.
El Círculo no es una cosa ni la otra: es un pequeño complejo de alta tecnología con la impronta de barrio y su historia inolvidable.
“Elegimos este lugar porque estaba en alquiler. Cuando el viejo cine cerró nunca más volvió a funcionar. Hubo algunas direcciones provinciales ocupando las instalaciones, talleres, se alquilaba para bailes y cosas así, pero los últimos 10 años prácticamente estuvo cerrado y fue un trabajo muy importante el que tuvimos que hacer para ponerlo en condiciones, pero decidimos hacerlo porque era ideal: en frente de la plaza, en el centro, es amplio y llegás fácilmente porque las calles y veredas no son angostas como pasa en el Rex”, explicó Juan Carlos Sánchez, uno de los dueños y administradores del Cine Rex y del Cine Círculo junto a Antonio Álvarez.
Todo ello en un escenario contradictorio, o cómo lo podría ver mi vieja, una especie de oxímoron: se producen cada vez más películas pero la gente va cada vez menos al cine. ¿Loco, no? Alguien dijo una vez que el séptimo arte iba a desaparecer cuando emergió la televisión y hoy por lo menos se especula que tarde o temprano va a convertirse en un consumo de culto. Sin embargo, aquí estamos: viendo cómo crecen las filas ante las boleterías en el frenesí de conseguir entradas los días de estrenos. Lo que confirma no sólo el amor de la gente por el cine sino que continúa siendo un gran negocio.
“Las estadísticas dicen que la población de una ciudad va al menos una vez al año al cine. Hoy por el Cine Rex y el Cinemas de Coto estarían pasando unas 100 mil personas al año, y tenemos expectativas de que venga más gente aún porque sabemos que hay muchos paranaenses que se van a Santa Fe. Ese público ahora va a poder disfrutar de un cine de calidad como el de las grandes cadenas, pero acá. Además, hay que tener en cuenta que la gente hoy está midiendo mucho lo que gasta. Ir hasta allá, una familia tipo con dos chicos, gasta por lo menos $1.500, teniendo en cuenta que al ser un shopping se suman otros consumos y que acá las entradas van a ser más baratas”, afirmó Sánchez.
(Más información en la edición gráfica número 1062 de la revista ANALISIS del 6 de julio de 2017)
