Claudia Martínez
(Especial para ANÁLISIS)
Cuando entró al bar donde se pautó la entrevista, llamó la atención de todas las mesas. Víctor Muller sigue siendo el chico de barrio que saluda a todos y se sienta a charlar o jugar al paddle con sus amigos. Carucha o Diablo, son los apodos reconocidos del ex delantero de Patronato, que hoy está dedicado absolutamente a su familia y su casa.
“A las 6 me levanto porque arranco el día llevándola a mi señora a su trabajo. Vuelvo. Levanto a mi hijo Maverick y también lo llevo a la escuela. Atiendo a mi nieto, busco a uno y a otro. Les cocino…en fin. Esto, desde el 2010. De ahí empecé este trabajo. Bueno, uno le dice a la mujer que estando de ama de casa no hace nada, pero la verdad es que no es así”, cuenta casi resignado pero feliz por su vida actual.
“Cocino… estoy todo un amo de mi casa. Hago todo lo que hacen en la casa, por eso quiero tener un trabajo”, agrega riéndose.
“Lo hago con gusto porque cuando Carina (su esposa) comenzó a trabajar, me toco a mí, Cuando yo dejé de jugar ella quería salir un poco de la casa, porque cuando jugué nunca trabajó: se dedicó a mi familia. Estando todo el día juntos, te cambia la vida, comienzan los roces y demás.
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—Te cambió la vida dejar el fútbol…
—Sí, dio un giro importante. Es lindo porque lo hago por mi familia. Antes hacía todo por el futbol, ahora disfruto mi casa. Carina llega a las tres de la tarde y la espero para comer a ella. Les doy a comer a todos y a mi nieto.
Los Muller se completan con Shirley de 23 años, mamá de Justina; Katia de 20, mamá de Noah (de 18 meses) y Maverick, el benjamín de 7 años.
—¿Aprendiste a cocinar o ya sabías?
—Me encanta cocinar. Me gusta mucho. Por ahí miro la tele, miro “Cocineros Argentinos” y después me mando a ver qué sale. No me gustaría estudiar cocina. Lo que no me agrada demasiado es hacer la comida y que den demasiadas vueltas para sentarse a la mesa y que la coman fría. Me gusta cocinar y que esté bien caliente cuando estén todos sentados. Antes venía Carina y ella tenía todo listo. Yo comía y me iba a la cama. Ahora es al revés.
(Más información en la edición gráfica número 1028 de la revista ANALISIS del 10 de septiembre de 2015)