Jorge Riani
Es probable, ciertamente muy probable, que parte de la sociedad entrerriana no haya tomado dimensión de lo que ocurrió este fin de semana en la provincia. También es probable que a los sectores que sí tomaron en cuenta lo que ocurrió les interese poco el tema. En cualquier caso, estamos ante un fenómeno social que clava un mojón en la historia política y social de Entre Ríos del último siglo.
¿Qué ocurrió? Ocurrió que por primera vez en 101 años desde que comenzó a regir el sistema electoral con la Ley Sanz Peña, la Unión Cívica Radical no presentará candidato a gobernador en esta provincia. Siempre que rigieron las instituciones de la república, el radicalismo presentó candidatos. Claro que no lo hizo cuando los militares golpistas decretaban, arma en mano, que no eran tiempos de urnas. De modo que hasta el pasado fin de semana, los únicos que habían sacado de la pista de carrera a la UCR, como también hicieron con el peronismo, fueron los militares golpistas de los distintos tiempos. Hasta en la Década Infame hubo gobierno radical en Entre Ríos, lo que convirtió a esta porción de la geografía atravesada por ríos en una suerte de oasis en medio de la dictadura.
Este fin de semana el radicalismo quedó afuera de la competencia electoral antes de tiempo, pero no fue por un golpe de Estado, ni por las armas de los militares. Quedó afuera por los problemas conyugales con el PRO. Hasta ese día los protagonistas se esforzaban por mostrar que la unión de esos partidos era el matrimonio ideal, pero uno de los contrayentes quedó solo, frente al altar, esperando en vano por su prometido.
Hoy una promesa
El compromiso de enlace del PRO y la UCR se realizó en Gualeguaychú, el 14 de marzo, cuando mayoritariamente la Convención Nacional del radicalismo, con Ernesto Sanz, como protagonista central, le adelantó el “sí, quiero” al partido del jefe porteño Mauricio Macri.
(Más información en la edición gráfica número 1023 de ANALISIS del día 25 de junio de 2015)