Claudia Martínez
(Especial para Análisis)
Siempre se lo ve gesticular y andar rápido por los pasillos de Tribunales; invariablemente de traje y nunca relajado. Al límite de la intranquilidad y la obsesión por su trabajo, acordó recibir a ANÁLISIS en su estudio. Rodeado de los libros de consulta permanente para un abogado, Pagliotto dice que siempre fue peleador… desde toda la vida.
Nacido en Paraná, el 27 de octubre de 1960, sólo vivió afuera de la ciudad cuando estudió su carrera. Hace 25 años que es abogado.
“Estudié abogacía porque es una vocación que tuve en la escuela primaria. Siempre defendía al más débil, al que lo agarraban de punto. Siempre me ponía delante. Todos los abogados son defensores, cuando son chicos, de otros más débiles
—Pero vos sos abogado porque sos peleador desde la cuna. Nunca te importó quién estuviera del otro lado
—Está en mi naturaleza.
—Hay peleas memorables.
—Me negué, cuando hice la confirmación, a besarle el anillo a Monseñor Tortolo, influenciado por mis tíos y mi padre que eran anticlericales. Después, cuando estaba en el Liceo Militar, en cuarto año me insubordiné a un teniente de apellido Abete, por maltrato y porque me quiso dar una orden con la que no estaba de acuerdo. Terminó siendo un oficial carapintada. Ahí agarré mis cacharpas y le dije a mi padre que me viniera a buscar. Él nunca compartió que fuera al Liceo. Y cuando estaba en tercer año todos le besaban el anillo al obispo: también me negué.
—Pero aguantaste cuatro años… fue mucho eso.
—Pero en ese momento estaba ahí porque estaba a full con el deporte, porque muchos de mis amigos habían ido al Liceo. Hacía gimnasia deportiva, de aparato o deportiva. Aparte comencé a jugar al rugby; después seguí en el Rowing.
/// Más información en la edición gráfica número 1021 de ANALISIS del 28 de mayo de 2015. ////