Álvaro Moreyra
La ciudad de Paraná es un mojón importante en la conformación de la Liga Nacional de Básquetbol. La capital entrerriana fue epicentro de una de las reuniones más trascendentes en la historia del baloncesto en la Argentina, la que después sería una piedra angular en la conformación de una de las competiciones más importantes de Sudamérica.
No pasó mucho tiempo para que el sueño de un “loco”, por aquel entonces, León Najnudel, pudiera cristalizar el anhelo que había traído desde Europa: formar una competición nacional con varios equipos que disputaran una temporada.
Y allí está de nuevo la capital entrerriana. Otro “excéntrico” dirigente, Orlando Butta, comenzó a empaparse de lo que pregonaba León. Paulatinamente, con el correr de los meses, fue sabiendo tanto, que al poco tiempo se convirtió en un especialista en la Liga Nacional. Es por eso que recorrió y visitó los lugares más recónditos del país para llevar lo que por aquel entonces era la buena nueva para el baloncesto.
Casi dos años después de aquella reunión en Paraná, un viernes 26 de abril de 1985, nació la Liga Nacional de Básquetbol. Ese día comenzó a jugarse la competición que tiempo atrás parecía una utopía, pero que finalmente, y después de años de lucha, logró plasmarse.
La acción comenzó en el mítico estadio de Obras Sanitarias. Ese día se vieron las caras San Lorenzo de Almagro y Argentino de Firmat, en el primer partido oficial de la LNB. Esa ocasión se marcó en el arcón de los recuerdos como la jornada inicial, de todas maneras no se tiene en cuenta la temporada anterior que fue considerada “de transición”.
Justamente cuando esta edición de ANÁLISIS esté en la calle, el básquet de la Argentina estará celebrando ni más ni menos que 32 años de aquel momento trascendental, el cónclave en Paraná, que fuera un pilar importante para que hoy existan jugadores de la talla de Emanuel Ginóbili, Luis Scola, Pablo Prigioni y otros como Andrés Nocioni, Carlos Delfino -solamente por citar a algunos de los integrantes de la denominada Generación Dorada-, algo que quizás nadie imaginaba cuando en los comienzos de la década del ’80 un par de visionarios comenzaron a pensar en una competición, imitando las del viejo continente.
