D. E.
_¿Cuánto le preocupa que hayan pasado dos años desde el inicio de la causa penal y todavía el cura Justo Ilarraz no haya llegado a Tribunales ni siquiera a poner el dedo pulgar en la causa?
_Me duele profundamente que estemos en esta situación. Realmente es una gran injusticia, dado que hay un doble abuso sobre las víctimas de Ilarraz, porque primero los abusó el padre Ilarraz en el Seminario y, al menos hasta ahora, los estaría abusando la Justicia si no se define esta situación. Es lamentable, porque estos muchachos, al menos los que yo conozco, que son cinco de los siete con los que tengo trato frecuente, tuvieron que hacer todo un proceso, después de 20 años, para poder hablar, tomar fuerzas, luchar contra un montón de situaciones, incluso familiares, porque algunos tienen su familia, tienen sus esposas, sus relaciones, su trabajo. Cuando toman la decisión, que no es fácil, de ir a la Justicia, desnudan su corazón, su historia, su vida, sus dolores. Reviven un montón de situaciones dolorosas, les hacen las pericias psiquiátricas, los citan a Tribunales, tienen que pagarse abogados. Todo un movimiento alrededor de esta situación, con la esperanza de encontrar justicia, y que todavía Ilarraz no haya ido a declarar. Y la gente debe entender que todo esto es por un simple tecnicismo jurídico, por la prescripción o no de la causa. Es aberrante. Siempre se le pide un gesto a la Iglesia. La Iglesia, en la figura del Papa, ha dado signos grandísimos, ¿no? Entonces ahora es tiempo de que la Justicia de Entre Ríos dé un signo y no se quede como muchas veces le pasó a la Iglesia, que la acusaron de ocultista, de medieval. Si la Justicia de Entre Ríos no quiere ser ocultista y medieval, tiene que dar un ejemplo concreto.
_No obstante, creo que hay que separar un poco. Hay hombres y mujeres en la Justicia que se han ocupado, que han acompañado a las víctimas con sus fallos o sus decisiones.
_Yo tengo que sacarme el sombrero ante el procurador general Jorge García, el juez Alejandro Grippo, los fiscales que trabajaron en la causa o las camaristas que no hicieron lugar a la prescripción, como así también un montón de otras personas que asistieron a las víctimas, como los psicólogos. Pero hoy por hoy, hablando en general, se está esperando una decisión que excede a estas personas que nombramos antes y por las cuales yo sigo creyendo en la Justicia. Por estos hombres de la Justicia que se han puesto esta causa al hombro, porque tienen hijos, porque tienen sobrinos, porque son seres humanos sensibles y conscientes de la gravedad de este tema. También, seguramente, ellos tuvieron que correr un riesgo dentro de su ámbito, por eso no estoy generalizando, pero la instancia en que está ahora la causa hace que estemos esperando un signo concreto por parte de la Justicia para que estos jóvenes no sean vejados de nuevo.
(más información en la edición gráfica número 1011 de ANALISIS del jueves 9 de octubre de 2014)
