El arduo camino presidencial de Sergio Urribarri

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993

Luis María Serroels
Especial para ANÁLISIS

¿Qué tenía que ver la performance de Pedro Guastavino -actual senador propuesto para la prórroga- con la gestión urribarrista en la provincia? La auto inclusión del gobernador como candidato testimonial suplente para el Senado, es decir, un mero capta-votos sabiendo que no accedería al Congreso porque su mandato otorgado por el pueblo vence en 2015, fue sólo una picardía. Sus funciones y el tiempo de duración fijado por la Constitución, no son opcionales. Prestar el nombre supone internarse en los meandros de la política con intenciones engañosas. Implica además, por qué no, un gesto de arrogancia que hace aparecer a los demás candidatos como deficitarios de los mínimos atributos requeridos para atraer al sufragante. El 11 de agosto, el mandatario terminó perdiendo 15 puntos respecto de los obtenidos en 2011.

Repasemos la gestión que el propio mandatario, inmodestamente, sitúa como la más motivadora, transformadora y reparadora de la historia (Sic). Una calificación que debería confrontar moderadamente con sus antecesores, quienes -valga decirlo- no tuvieron los lazos auxiliadores recibidos por el Ejecutivo entrerriano provenientes de la Casa Rosada que, dicho sea de paso, le retiene dinero a la provincia y luego se lo envía como un gentil obsequio (como el hijo que le saca plata al padre para hacerle el regalo de cumpleaños).

¿Por qué hablar de todo esto? Porque Urribarri, que viene saboreando las mieles de la política entrerriana desde hace casi tres décadas, es quien está surgiendo con impensada fuerza como eventual elegido por Cristina Fernández para mudarse a Olivos. Ello indicaría que no han sido en vano los múltiples viajes exprés a la Reina del Plata para integrar en primera fila el Comité de Aplauso y Pleitesía cada vez que Cristina aparece por cadena nacional. En 2008, cuando tomó partido por el gobierno nacional en contra del campo, el gobernador vaticinó: “ya van a ver lo importante que será para la provincia esta relación”. Hasta en las más resistidas y polémicas medidas permaneció junto al matrimonio presidencial. El actual escenario, poco alentador para CFK, indica que el potencial candidato –cuyas aspiraciones no dejan de ser legítimas- deberá extremar esfuerzos en una marcha que será cuesta arriba.

Si se hiciera una reseña de fechas, documentos y anuncios oficiales, sobre un paquete de realizaciones, especialmente en infraestructura, y analizara el estado de obras iniciadas sin terminar, más otras referencias respecto de anuncios incumplidos que requerirían para su ejecución completa un plazo que excedería claramente el tiempo que le resta a Urribarri en sus funciones, surgirían puntos oscuros, como lo señalara en un extenso informe en ANALISIS, el periodista Jorge Riani.

Los proyectos, divulgados con entusiasmo para una audiencia enfervorizada y con el útil empleo de medios periodísticos adictos y muy cercanos al pensamiento del oficialismo, convierten al mandatario en un buen anunciador pero sin correlato con los niveles de realización subsiguiente. En los ruidosos anticipos se observa una nómina de promesas con buenos propósitos pero que fueron quedando aprisionadas entre los pliegues de la escasez financiera. Se sabe que con la economía se puede hacer lo que se quiere, menos evitar sus consecuencias.

Como paradigma aparece el futuro puente con Santa Fe, con un convenio suscripto curiosamente ante la presidente en la noche del último 25 de junio, durante el acto por el Bicentenario de la Villa de la Bajada del Paraná y del que no se conoce de qué manera podrá ser financiado teniendo en cuenta que la última palabra la tiene la Casa Rosada, muy reticente por estos tiempos para respaldar y darle vía libre a los endeudamientos provinciales porque demasiado tiene ya con sus propios problemas.

En tanto se vienen registrando nuevos lanzamientos al mercado, de títulos en pesos y en dólares que incrementan las obligaciones del Tesoro, excedido de compromisos, ignorándose de qué modo serán cancelados y cuál será la pesada carga que soportarán los contribuyentes. Paralelamente los impuestos se han abultado sin contemplar las serias dificultades de los bolsillos. La oposición ha divulgado cifras indicativas de que la deuda pública se ha duplicado durante los seis años de esta administración. Sin embargo, en el Presupuesto 2014 figuran erogaciones por 400 millones de pesos destinados a la construcción de un estadio único y complejo deportivo cuyo costo final estimado orillaría los 1.000 millones de pesos. La dilación en diseñar una verdadera política de tierras que apuntale la producción y estimule a sus esforzados hacedores, no es un tema menor.

Merece especial mención el blooper registrado cuando Urribarri estacionó frente a la Casa Rosada una cosechadora supuestamente construída en una ciudad entrerriana y hasta la hizo subir a Cristina Fernández diciéndole que era una promisoria industria. Poco tardó en saberse que se trataba sólo de un prototipo y que la fábrica era apenas un galpón vacío, habiendo el Estado entrerriano otorgado fuertes préstamos –al parecer sin salvaguardas- a una empresa que registraba innumerables documentos rechazados por falta de fondos. Este asunto ya ha llegado a los tribunales.

Sobre las apetencias políticas personales de Urribarri, merece analizarse el hecho de que en los círculos áulicos del kirchnerismo se estaría estudiando una estrategia que terminaría colocando a Daniel Scioli en un lugar incómodo frente a las urnas de octubre para abrirle caminos al gobernador entrerriano, considerado un leal probado en acción. Quien aparecería como principal mentor de este plan sería el secretario Legal y Técnico de la presidencia, Carlos Zannini y no es la primera vez que se habla de ello. Hace un año el ministro de Cultura y Comunicación de la provincia, Pedro Báez, admitió ante ANALISIS estar dedicado a posicionar a su jefe en el ámbito nacional. Es obvio que de algún lado partió el guiño que se posó en la Casa Gris.

Es lógico suponer que opositores internos y externos no se guardarán nada a la hora de lanzar críticas, más aún cuando ello se disemine por todo el territorio nacional porque se tratará nada menos que de elegir un candidato que hoy por hoy millones de argentinos desconocen. No será nada sencillo explicar el fuerte endeudamiento de la provincia, las tensas relaciones con los gremios estatales a los que se les prometió para diciembre un escuálido 3 % de aumento y, como dato sensible, porqué cuando en agosto de 2012 José Manuel de la Sota propuso abandonar el Pacto Fiscal de 1992 para terminar con el descuento del 15 % de la recaudación primaria, el entrerriano rechazó de plano tal convite. Urribarri dijo entonces que el cordobés “está equivocado política e históricamente” y tras calificar el sistema nacional como “fuerte y exitoso” señaló que este intento “era inadmisible para la mayoría de los gobernadores” (Entre Ríos integra con Santa Fe y Córdoba la Región Centro). Curiosamente, días después admitiría que “la Nación le debe 1.150 millones de pesos a Entre Ríos” y trascartón se culparía a sí mismo por no armonizar el sistema previsional con el nacional, lo cual está vedado por la constitución entrerriana. Ya en una ocasión y como diputado provincial, el gobernador suscribió una iniciativa de consulta popular para que los ciudadanos autoricen a desprenderse de la Caja de Jubilaciones. Ello se malogró porque violaba precisas normas legales. Los recientes cambios en el Impuesto a las Ganancias, significarán mermas para el conjunto de las provincias por unos 5.000 millones de pesos.

Un dato indicador de la flojedad del compromiso federalista, marca que por instrucciones que se sospechan, se decidió abandonar la publicación de los índices de precios elaborados por un ente provincial, porque superaban a los dibujos del Indec. Sería utópico que a esta altura se produzca un cambio ideológico que instale al mandatario en la trinchera anti unitaria. De no ser así, como carta de presentación frente a la ciudadanía nacional, sería muy complicada. La irrupción de una remozada fiebre artiguista en paralelo con una clara desramirización asentada sobre falsas antinomias, resulta desconcertante y no basta para una pretendida reivindicación del ideario regional. El Protector de los Pueblos Libres jamás se hubiese prestado a los caprichos del centralismo. Pancho Ramírez tampoco. En estos días en que recrudece el alzamiento contra el nefasto Pacto Fiscal de 1992 que arbitrariamente le sustrae fondos a los estados del interior, ¿de qué lado se posicionará nuestro gobernador?

Volvamos al dilatado conflicto por retrasos salariales que el Ejecutivo viene manteniendo con los agentes estatales, en especial los docentes. Una molesta urticaria difícil de soportar por la epidermis gubernamental, acosada por recurrentes paros. Es que mientras se ufana de haber aumentado la recaudación fiscal a la cual se supeditó un eventual reajuste de haberes, se le termina huyendo a una honesta y justa discusión paritaria donde el gobierno es juez y parte. Todo esto es archivo puro. Una especie de molde gestionarlo que seguramente será observado con mucha atención. Las dudosas consignas que pueden ser retrucadas por la desconfianza local, ¿funcionarán para el resto del país? En una reunión de gobernadores del FPV realizada el viernes 30 de agosto en Corrientes para dar apoyo al luego derrotado candidato a gobernador, Carlos Espínola, Urribarri dijo: ”Estamos acá para levantar las banderas de Néstor y Cristina, que soñaron un país más justo”. Esa justicia es la que aún aguardan los pobres jubilados que se van muriendo sin cobrar lo que corresponde por ley y por historia de trabajo honesto. Se cambia óbito por ahorro de recursos.

La cercanía de la contienda de octubre muestra a un Urribarri muy pragmático. Hace ocho años apoyó los reclamos de los asambleístas de Gualeghuaychú contra la pastera uruguaya Botnia (ahora UPM). Fue cuando Néstor Kirchner la declaró causa nacional, pero diluyó su adhesión en la medida que la Casa Rosada se olvidaba del tema. Hoy, reavivado el conflicto con el país vecino, se simula un realineamiento con los asambleístas por necesidad, tras la derrota en las primarias sufrida en la ciudad sureña que castigó en sus feudos al senador Guastavino.

Hace meses, cuando más se tensaba la cuerda entre Daniel Scioli y Cristina, en ocasión de una reunión de gobernadores en Paraná el bonaerense no fue invitado. Ahora, frente al nuevo cuadro de reconciliaciones de emergencia post PASO, el mandatario entrerriano vuelve a enfocar su mirada en el ex motonauta. Se advierte así que la veleta urribarrista siempre se mueve según los vientos que soplan desde Balcarce 50.

En la carrera hacia 2015 habrá varios competidores, pero ¿cuántos tolerarán volver a recluírse en los boxes? ¿Será suficiente el dedo de la presidente para la decisión final? ¿La fidelidad personal a ultranza puede ser garantía suficiente para alentar los sueños presidenciales de un gobernador? ¿El sciolismo digerirá un desplante que provenga del dedo cristinista después de haber puesto su empuje apoyando a Martín Insaurralde? De allí a la diáspora de los seguidores del primer estado argentino, no habrá mucho trecho.

La primer mandataria y pensando en octubre decidió diseñar una estrategia consistente en moderar sus mensajes (aún no se nota) y lanzar una batería de medidas seductoras del electorado. Lo curioso es que sigue dando la espalda al apego por las reglas que rigen la sanción de las leyes, continúa apañando funcionarios impugnados por la justicia y decide contra viento y marea continuar con normas que debilitan financieramente a las provincias. Ese escenario deberá ser analizado por quienes aspiren a conducir la Nación. En medio de tantas contrariedades, el 2015 parece tan lejos y tan cerca a la vez y por esto mismo resulta impredecible. Tanto como lo es la alocada política vernácula.

La intendenta de Paraná, Rosario Romero, se manifestó preocupada por la situación del transporte público, los servicios como el agua potable y las realidades hirientes por la falta de alimentos en muchos hogares.

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Los robos son incesantes y genera pérdidas importantes y un daño muchas veces casi irreparable: el sentir la desconfianza y la inseguridad.

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La mala distribución de la tierra o, dicho de otra forma, la concentración al extremo, no es nueva en Entre Ríos. Y es un debate que será necesario dar en algún momento.

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