D. E.
--¿Usted tiene contacto permanente con algunas de las víctimas de Ilarraz? ¿Cómo viven ellos todo este proceso judicial?
--Estoy en contacto con varios de ellos. Con algunas de ellas tengo un trato más frecuente. Y todo esto lo viven con mucho dolor e impotencia. Se sienten desprotegidos y solos. Muy dolidos por los dichos del abogado Fornerón y Muñoz –defensores del cura Justo Ilarraz-, por la forma que intentó descalificar lo que ellos denunciaron. También les duele mucho la crítica de la gente, cuando los tratan de mentirosos o que están buscando un rédito económico de todo esto. Ellos, lo único que buscan es justicia. Y no están atacando a la Iglesia, como algunos quisieron instalar, cuando hasta último momento, antes de hacer público esto, buscaron custodiar a la institución. Hay que recordar que lo hicieron público más de 20 años después. Hay que tener en cuenta que desde la Iglesia ni siquiera se les pidió perdón y eso es un gran dolor para todos ellos.
--¿De las víctimas, hay quienes todavía no quieren declarar hasta tanto lo haga Ilarraz?
--Sí, es así. Hay más víctimas. No puedo dar nombres, tal como se ha acordado, para preservarlos, pero existen. Son chicos que aún están con mucho miedo, pese al paso del tiempo. Y están esperando a ver qué sucede con el planteo de prescripción que hizo la defensa de Ilarraz. Esperan ansiosos que sea rechazada por la justicia, para seguir adelante y así comparecer en Tribunales.
--¿Y cómo se vive todo esto del caso Ilarraz puertas adentro de la Iglesia? ¿Lo hablan ustedes como sacerdotes?
--En verdad, habitualmente me manejo en un grupo reducido de sacerdotes de esta zona. Hablamos del tema y también lo vivimos con mucho dolor e impotencia a todo esto. Por las víctimas, pero también por la Iglesia. Hay que saber que a la Iglesia se la ataca cuando no se dice la verdad, cuando no se lucha por la justicia o cuando hay encubrimiento. Hay hermanos, dentro de la Iglesia, que la han confundido como una simple institución humana, a la que hay que defender con actitudes fundamentalistas y se han olvidado que la Iglesia, sobre todo, es misterio. No porque tiene cosas ocultas sino porque es obra de Dios en la historia. A la Iglesia no le hacemos ningún favor no declarando, no diciendo la verdad o encubriendo situaciones que son muy penosas. Por eso vivimos todo esto con mucho dolor.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS del 06 de diciembre de 2012, en un reportaje de cuatro páginas)