El brigadier que no se fue en silencio

Edición: 
966
Rubén Di Bello falleció el 22 de abril; el año pasado optó por hablar con <b>ANALISIS</b>

Por Daniel Enz

El brigadier retirado Rubén Di Bello gobernó poco más de dos años esta provincia, a poco de producido el golpe militar más sangriento de la Argentina. Las necrológicas indicaron que falleció el 22 de abril, pero ningún medio periodístico se percató de transformarlo en noticia, pese al rol que tuvo. Después de más de 33 años de silencio, hace unos meses, Di Bello aceptó hablar por primera vez con ANALISIS. En un extenso reportaje en la Redacción del semanario, Di Bello, dijo que nunca “se enteró de nada” de lo que ocurría en Entre Ríos -con secuestros, detenciones ilegales, torturas y crímenes- y se arrepintió de haber aceptado la Gobernación, a partir de abril de 1976. Cuestionó al ex interventor, general Juan Carlos Trimarco -porque, indicó, lo vivía “acosando”-, pero sostuvo que si se lo cruza no le diría nada. “Qué le voy a decir a un tipo que tiene Alzheimer y se mea cada vez que tiene que ir a declarar”, indicó. En virtud del valor periodístico que tiene el material es que se publica este reportaje a Di Bello, a escasos días de su fallecimiento.

--Usted se manifiesta molesto por lo publicado en ANALISIS. Habla, en principio del cuestionamiento que le hice por los cientos de despidos, bajas y jubilaciones anticipadas que firmó en sus dos años de gestión. Le acoto, brigadier, que tengo acá los decretos publicados en el Boletín Oficial, durante su período de gobierno. ¿Los quiere leer conmigo para que no le queden dudas de lo publicado?

--Si, los decretos sí. Es cierto. Pero no se tome la molestia de mostrármelos. Sabe lo que pasa, se iba a hacer cargo Ejército, pero por una de esas cosas que tiene la vida, yo había estado en el exterior, había estado cumpliendo funciones en la Escuela que usted tiene los datos (Dirección de la Escuela Nacional de Guerra), y entonces me llama el brigadier general Agosti -que era íntimo amigo mío y un tipo muy derecho a pesar de todo de lo que lo acusaron-, y él me dice: ‘Mirá, te tengo que pedir que vayas a una provincia’. ¿Qué provincia?, le pregunto, y entonces me empezó a nombrar. Y yo le digo, ¿no puede ser Entre Ríos? Si puede ser Entre Ríos te lo voy a agradecer, por una razón, porque mi suegro nació en la ciudad de Paraná. El padre de mi señora, vivía aquí en Córdoba al 500. La casa todavía existe, pero no hay familiares. Toda la familia de él vino de Francia, él nació ahí y después sus propios padres se fueron a vivir a Buenos Aires. Y yo soy hijo de una uruguaya. Lo que quiero decirle es que efectivamente estarán firmados (los decretos), porque seguramente yo los firmé para no polemizar más con el Ejército, que ya había nombrado un montón de gente porque ellos se querían hacer cargo de la Gobernación, y los sorprendió mucho el general (Juan Carlos) Trimarco. Tal es así que el que estaba en ese momento de comandante de la Brigada, el general Abel Teodoro Catuzzi -que era compañero mío de estudio, de jóvenes, en el Liceo Militar General San Martín- me dice: “Te quiero aclarar que vos te hacés cargo y te renuncian todos”. ¿Pero a quienes quieren?, le digo. Entonces me nombró gente en el Tribunal Superior de Justicia y del Tribunal de Cuentas, que yo dije, ‘bueno, no te los voy a discutir, yo los nombro, yo no tengo problemas’. (Carlos Enrique) Ferrari, entre ellos, como presidente del Superior Tribunal, y después los otros en el Tribunal de Cuentas que no me acuerdo quiénes eran.

--Usted no conocía a nadie…

--No, yo no conocía a nadie de acá. Le voy a ser sincero, no conocía a nadie en Entre Ríos. Yo pido venir a Entre Ríos por el hecho de que mi suegro había nacido acá. Mi suegro fue un tipo macanudo, profesor secundario; lo habían echado en la época de Juan Domingo Perón porque decían que era comunista; después lo reincorporaron, con Arturo Frondizi creo. Conclusión, lo que yo le quiero contar respecto de lo que usted va diciendo acá, es que efectivamente hay muchas cosas que coinciden, como las designaciones. Este ministro de Gobierno, por ejemplo: estaba un coronel Franco y yo nombro al coronel Angel Soldini; porque ellos preferían que nombrara gente de acá. Franco era de Natividad, entonces yo lo acepto a Soldini que era de Diamante. Empiezo a trabajar y me encuentro con la sorpresa de que en una de esas me voy un día a Buenos Aires quedando a cargo del gobierno Soldini, y lo curioso de este asunto es que vuelvo y me encuentro con que había metido presos a no sé cuántos tipos. Entonces lo llamo, le pregunto porqué lo hizo, le pido la renuncia y se va. Y lo reemplazo a Soldini con un coronel, que siguió conmigo, que creo era de Concordia, de apellido Remo Jorge Durán. Eso fue un fin de semana que yo me fui a Buenos Aires a arreglar mis cosas, tenía que mudarme a Paraná. Ahí me encuentro con la sorpresa esta que le digo.

--¿Y no le dijeron nada cuando lo renunció a Soldini?

--Sí, por supuesto. Es la primera agarrada que yo tengo con el general Trimarco. Vivía acosado por Trimarco permanentemente. Yo hacía una cosa y Trimarco pum, me jugaba con otra. Llamaba al sector de areneros, por ejemplo, porque yo había tomado una medida para darle la explotación a una cooperativa en el río; y él me juntaba la gente que estaba en la explotación de la arena en el río Paraná y meta leña, leña y leña. No obstante lo cual, yo le quería aclarar una cosa: cuando yo me hago cargo, la verdad que no sabía bien cómo eran las cosas. Voy a ser sincero, yo estaba retirado cuando me llamaron para enviarme a una provincia. Me fui de retiro a raíz de una guerra que había tenido dentro de la Fuerza Aérea, por una cuestión interna. Yo estaba para ascender a brigadier mayor y me presento y pido mi retiro. Entonces me llama Agosti y me dice: ‘Necesito que me vengas a dar una mano’. Yo a Agosti lo quiero mucho porque era un tipo completamente distinto a los otros comandantes, a pesar de que está por supuesto con los mismos cargos, y murió. Ahora paga el pato otro, pero sigue, que no tiene nada que ver.

--¿Y con qué otro aspecto de la nota periodística se molestó?

--Yo traje acá un relato que había hecho, porque como usted sabe, fui juzgado en Concepción del Uruguay por una serie de cosas. Resulta que antes del golpe de Estado se crearon áreas que eran manejadas por el Ejército. Esas áreas dependían del jefe de la Brigada de Caballería, que era Trimarco, que era quien impartía las órdenes. Entre ellos, también las tenía que cumplir el coronel Naldo Dasso, que estaba en Concordia y aparece involucrado en estos casos que me rozaron a mi. Trimarco estaba sentado en el escritorio y daba órdenes. Y mi gestión en Entre Ríos termina por los coletazos del tema de la Nueva Federación.

--¿Pero usted es consciente que era el gobernador de la provincia y tenía una responsabilidad política en Entre Ríos?

--Desde el punto de vista político yo estaba a cargo de todo. Pero bueno, estos decretos estaban dictados cuando yo ya me había hecho cargo. Es decir, había áreas: Comando de Seguridad y Comando de Defensa. De eso dependían el Ejército, la Policía Federal, la Policía de la Provincia, la Penitenciaría de la Provincia; es decir que incluso todas esas bajas que se producen en la Policía de Entre Ríos, que usted señala en su nota, no las hago yo prácticamente; las hace el jefe de Policía, que creo que era el teniente coronel Messina. Las hace él. Yo no me quiero lavar las manos, le quiero aclarar, y me voy a hacer responsable de lo que me tenga que hacer.

--Pero los decretos están firmados por usted.

--No me acuerdo si los firmé.

--Acá los tengo; se los muestro si quiere.

--¿Los firmé yo? ¿Las bajas de los policías? ¿Los cambios de policías?

--Usted firmó los decretos de los cambios, las bajas, los pases a retiro voluntario y las jubilaciones. Y estamos hablando de entre 50 y 60 por semana, durante varios meses.

--Sucede que venía el jefe de Policía, el teniente coronel Messina, y presentaba un esquema para que lo apruebe. Yo me ocupé, voy a serle muy sincero, me ocupé de lo que era la parte del desarrollo de la provincia y de enfrentar el problema de Federación. Ese fue el grano que finalmente hizo que un día, después de una reunión en Federación, me metieran un tipo de Inteligencia. Siempre me plantaban un tipo y me entraban a dar y a dar, que opté por dejar mi cargo. Usted dirá que no tuve experiencia, nunca lo imaginé. Siempre trabajé de una manera muy particular y nunca creí que me iban a jugar hasta mover el piso los propios camaradas del Ejército. En extrema síntesis, si yo termino siendo responsable desde el punto de vista legal, y bueno me lo tendré que aguantar. Yo ya tuve por ejemplo problema con una cosa que usted está enterado por lo visto, que fue un juicio de violaciones a los derechos humanos en Concepción del Uruguay, por hechos de Concordia. Ahora viene otro de Gualeguaychú. Estuve mirando las acusaciones que tenía. Y qué dice la abogada querellante: “Se desempeñó como gobernador en la provincia de Entre Ríos, en la fecha de la comisión de los hechos que se investigan. En ejercicio de sus funciones estaban bajo su mando en coordinación con los mandos militares a cargo de las zonas, subzonas y sin que se hubiera dividido el país tanto la Policía de la Provincia como el Servicio Penitenciario de esta provincia, era quien ejercía la coordinación con los mandos”. Pero no era así. Yo no ejercía nada, ni una coordinación. Lo hacía todo Ejército. Cuando me enteré de esto, sabe qué dije: “¡Qué pelotudo que fui!”, porque yo no iba a mirar lo que pasaba de madrugada. No tenía tiempo, porque yo tenía la locura de que para Federación, por ejemplo, no nos daban los 22 millones de pesos o de dólares, no sé qué correspondía en ese momento, y que, entre paréntesis, yo no los pagué, no pude terminar la obra, y a mí ni siquiera me llamaron el día que la inauguraron porque quería coronarse el Ejército.

--¿Y cómo fue esa salida suya del gobierno?

--Yo el 25 de agosto de 1978 lo llamo al comodoro Pablo Jávega, que era el secretario general de la Gobernación -era cordobés, compañero mío- y le dije que se hiciera cargo del gobierno, que quedara como gobernador. Y al ministro de Gobierno que estaba, que era el coronel Durán, y al capitán de Marina que era jefe del Ministerio de Obras y Servicios Públicos, los agarro a todos y les digo que presenten la renuncia y yo se las acepto. Así fue como le dejo todo el balurdo a Jávega. No para lavarme las manos, sino porque yo vi que en definitiva estaba bien preparado todo para dejarlo a Durán a cargo del gobierno. No me vengo a lavar las manos, yo me hago responsable de todo lo que hice, de las boludeces que hice y de las pelotudeces que no me di cuenta. Yo no me di cuenta, pero acá dice: ‘Dependía del ministro del Interior y limité mis facultades a lo dicho por el Estatuto -que no sé si usted lo conoce al Estatuto que había dictado la Junta Militar, que dice cuáles son las responsabilidades de los gobernadores-’. Bueno, yo me atuve a eso y si he cometido la omisión de no fijarme en otras cosas, porque no me alcanzaba el tiempo, yo salía a las 7 de la mañana y a las 11 de la noche recién volvía a descansar, porque estaba enloquecido con los problemas que tenía el gobierno en cuanto a administración y economía; porque lo que le encontraron a Cresto, dicen que había un montón de cosas, yo creo que debo haber firmado incluso el cese de Cresto. Además se había constituido una Comisión Asesora Técnica Mixta, o algo por el estilo, la CAT creo que se llamaba, que venía un coronel y entonces me decía esto, que yo al final dije ‘a la mierda’ y no le di más pelota a ninguno. No me quiero sacar el bulto de encima, y si la Justicia cree que soy responsable de algo, no voy a negar. Yo no participé voluntariamente del golpe del 76, estaba retirado. Es decir, yo ya me había ido porque había tenido una agarrada adentro de la Fuerza a raíz de muchas cosas; a raíz de lo que veía de parte de este de la Triple A, José López Rega, que la manejaba este tipo y nosotros éramos los boludos. Como yo les dije un día, ‘los que vamos a terminar agarrando la pelota vamos a ser nosotros’. Un día me enojé y lo dije. Dije basta, yo me voy y ahí pedí mi retiro.

--¿Dónde estaba usted?

--En el Comando de Personal. Era jefe de Estado Mayor del Comando de Personal de la Fuerza Aérea. Ese era mi cargo en el momento en que presento mi retiro, porque me ordenan despedir a un vicecomodoro que lo habían matado en Olivos; que lo habían matado. Quiero decirle que me apena una cosa. Usted dice que yo armé, que me hice dar la exclusividad para ser el proveedor de combustible de YPF. Yo en el año ‘81 tomé la concesión de YPF, y me fui casi a fines del ‘78. Y cuando la tomé no influí por mi grado. Yo me presenté a un concurso, a raíz de un aviso que veo -creo que en El Diario de Paraná- que llamaban a concurso para la explotación de las aeroplantas de Paraná y de Sauce Viejo. Yo me presento para Paraná, pero tengo que ir a buscar los pliegos a Buenos Aires. Cuando llego me atiende una señora y me dice: ‘¿Y por qué no lleva los de Sauce Viejo?’ Entonces los llevo y los empiezo a ver con mi hijo, empezamos a mirarlos y era interesante, era tentador, era una explotación muy original. YPF nos pagaba un porcentaje bastante interesante al principio, en cuanto empezó a decaer la venta, porque hubo varios períodos de decaimiento de la venta por falta de vuelos y un montón de factores que han ocurrido en este país, yo tenía cinco empleados y los tenía que mantener en Paraná, y tenía tres en Sauce Viejo, y venía un vuelo por día, y les tenía que pagar porque cumplían horario y había que pagarles, y no me quejo.

--Pero la Brigada Aérea seguía funcionando. Tenía los aviones Canberra, los Guaraní, los Lear Jet; llegaban aviones de otras unidades…

--Pero no, escúcheme. Sabe los que volaban… Se iban. El avión carga combustible, y generalmente el combustible que carga es para ir a hacer una operación, y vuelve para hacer una nueva operación. Pero no, no. Inclusive el porcentaje que percibíamos no era malo, era bueno, pero la cosa decayó. Venían unos vacantes. Yo por ejemplo estuve meses sin vender un litro de nafta.

--¿Me puede decir con quién compitió cuando le dieron la adjudicación?

--Cuando yo tomé Paraná, en realidad creo que había un suboficial de Paraná que quiso entrar; y en Sauce Viejo aparecía un coronel creo; y como parece que influyó más mi grado, yo tenía una vinculación más con lo aéreo, entonces prefirieron dármelo a mí. Me lo dieron a mí e incluso hubo un tiempo que me dieron Rosario, me pidieron que fuera a apoyar a Rosario.

--Le recuerdo que en 1981 YPF estaba en manos del poder militar. Ellos eran quienes definían la adjudicación y está claro que optaron por beneficiarlo a usted y no a otro.

--Es así.

--A ver brigadier, usted llega a Entre Ríos y estaba Trimarco de interventor…

 

--Sí y hago una exposición de qué habían encontrado en la provincia.

--¿No se reunió a solas con Trimarco cuando le entregó el mando?

--No, no. Antes del mando, estuve con el general Catuzzi, que fue cuando me dice vas a tener que hacer tal y cual cosa, “se te va a ir toda la gente el día que te hagas cargo”.

--¿Qué edad tenía usted en ese momento, cuando asume?

--Y mire, yo como brigadier debo haber tenido unos 49. Pero no estuve a solas con Trimarco. Hablábamos por teléfono, pero llegó un momento en que no lo llamaba más.

--¿Y cuál fue el primer choque que tiene con Trimarco?

--Cuando me empieza a meter gente en todos lados. Se me metía en las cosas. Él me formaba los grupos que ya estaban constituidos en la provincia, se ponía al lado y los hacía hablar en contra mía. Yo digo la verdad. Yo no lo podía parar porque no dependía de mí Trimarco. Ellos estaban en actividad.

--¿Qué pasa cuando usted se entera que había gente detenida, incluso el ex gobernador Cresto?

--No, a Cresto no lo tenía yo. A mí cuando me dan el mando, me lo dan a Cresto ya preso.

--Sí, lo detuvieron el 24 de marzo. ¿Pidió en algún momento por Cresto, por el hecho de ser el ex gobernador?

--La CAT manejaba estas cosas y los que estaban detenidos eran problema de ellos. Yo dije: ‘los han detenido ustedes, arréglenlo ustedes’. Yo no me quise poner a defenderlo a Cresto. Voy a ser sincero. Cómo lo podía defender si yo no tenía ningún elemento de juicio ni para defenderlo ni para acusarlo.

--Me refiero a que usted sabía que había detenciones, ¿Nunca les dijo ‘muchachos, hagamos las cosas bien, sin excesos’?

--No. Yo le voy a aclarar algo: yo nombré como secretario de Justicia a un comodoro que había estado destinado en Buenos Aires conmigo en el Comando de Personal, que era de familia de Gualeguay creo. Y le dije: ‘mire todo esto y dígame realmente qué justificativo hay’; y me dijo: ‘Yo no le encuentro ningún fundamento. A estos los tiene agarrados el Ejército. ¿Qué vamos a hacer, va a progresar alguna acción judicial contra ellos?, yo creo que no’. Y bueno…Después es hombre se me fue y no me acuerdo quién vino, son muchos años…

--¿Pero en esos dos años que gobernó nunca nadie lo fue a ver? ¿Ningún familiar de algún detenido?

--No, solamente aquellos empleados que habían sido echados de la Casa de Gobierno. En un acto patrio esperé que llegara Trimarco a la Casa de Gobierno, pero nunca apareció. Entonces dije: “lo voy a ir a saludar yo al Comando de Brigada”. Cuando llegué, había varios periodistas invitados y uno de ellos, de El Diario y LT14, que había sido echado de la Casa de Gobierno una semana antes, estaba participando del encuentro. O sea, una jugada sucia de Trimarco. Y a mi no me gustaban esas cosas. Yo tengo una manera de pensar, puede ser que me haya equivocado en algunas cosas, es muy probable, creo que sí, sobre todo en haber agarrado el mando de la provincia. En eso me equivoqué. Lo hice más que nada por una gauchada.

--Le insisto, ¿nunca lo fue a ver ningún familiar de algún detenido, de alguna persona asesinada? O sea, más allá de los prescindidos…

--No, no, no recuerdo, no creo, muy raro que me hayan ido a ver a mí y yo no me haya dado cuenta. La que me vino a ver en una oportunidad fue una tal Urquiza, que no sé qué le pasaba a ella o a algún familiar de ella. Incluso lo saqué al subsecretario de Educación, porque trabajaba con un tipo muy nacionalista, no me acuerdo el apellido, era un tipo muy influyente acá, el doctor Alberto Ottalagano. Y lo eché porque yo dije no puede ser que estemos echando tanta cantidad de gente; cómo puede ser que estemos prescindiendo de tanta gente, es un disparate. Lo cambié.

--Usted me dice que todas las listas de gente que se echaba del Estado era decisión de Trimarco y de su gente… y no suya

--No era por elección mía de ninguna manera. Le quiero asegurar que no. Ahora seguramente usted me dice que firmaba yo el decreto. Esa es la joda.

--¿Qué me quiere decir usted, que le falsificaban la firma?

--No, no, no creo que me hayan falsificado la firma. Pero no recuerdo haber firmado tantos decretos. Voy a ser muy sincero, no puedo poner las manos en el fuego por decir ‘no lo firmé’. Me extraña mucho la cantidad de gente, porque yo para haber hecho tanta firma tendría que haberme pasado el día firmando.

--Cuándo empezó a enterarse usted de la gente que se mataba, que se secuestraba, que desaparecía…

--No, no me enteré nunca, por Dios, se lo juro. Le doy mi palabra de honor, nunca me enteré. Cuando el año pasado leí el expediente con la acusación del Juzgado Federal de Concepción del Uruguay, le dije a la doctora que estaba: ‘Nunca creí que esto hubiera ocurrido en la provincia’. Ocurrían de madrugada, yo no estaba de madrugada, estaba muerto, palmado.

--¿Pero no tenía a nadie que le avisara que le dijera lo que estaba pasando?

--Nunca. Un tarado de norte a norte. Le doy mi palabra de honor que no. No, y me extraña mucho porque creo que había mucha gente que pensaba como yo, la gente que trabajaba conmigo. El mismo doctor Baridón estuvo trabajando conmigo en la Subsecretaría de Salud y somos vecinos desde siempre.

--Usted me dice que las cosas ocurrían de madrugada, pero tenía la Brigada Aérea, con personal de Inteligencia; con agentes civiles que se metían en todos lados en Paraná.

--No, la Brigada no dependía de mí…

--Pero me imagino que tenía buena relación con el jefe de la unidad aérea, entre el 76 y el 78… ¿Nunca nadie le aportó un informe reservado sobre lo que pasaba en Paraná, Concordia, Gualeguaychú? La época suya fue la peor de todas.

--Con el que estaba sí, pero yo creo que la Fuerza Aérea no intervino en estas cosas. Nunca, nunca nadie me informó de nada. Le doy mi palabra de honor. Todo lo que era la lucha contra la subversión, era una cosa completamente independiente a lo que era el manejo de las cuestiones administrativas; y como yo me dediqué muy a fondo porque, le repito, tenía el problema de Federación, tenía el problema de Gualeguaychú que se me inundó también después -hacía 80 años que no se inundaba-.

--¿Cómo era su relación con el jefe de la Brigada Aérea?

--Ni nos veíamos.

--¿Pero había al menos una relación protocolar por pertenecer a la misma Fuerza? ¿Quién era el jefe de la Brigada en ese momento?

--No me acuerdo. Le puedo asegurar que yo no tenía ningún trato con ellos, por nada, porque yo estaba metido a fondo con la cabeza en estas cosas. Salía a las 7.30 de la mañana de La Picada, que era a dónde me fui a alojar (entre paréntesis, descubrí que La Picada había sido entregada con fines para los niños, entonces le hice pagar un alquiler a la provincia, y pagué yo un alquiler por estar viviendo ahí).

--Usted termina el mandato en agosto del ‘78, ¿se queda acá en Paraná?

--El 25 de agosto yo le dejo el gobierno a Jávega, a raíz de que veo cómo estaba procediendo esta gente con Federación. Lo que pasa es que entre eso y la puesta en funciones del sucesor, que venía de La Pampa, se demoran como dos meses y queda Jávega mientras tanto a cargo. Y cuando yo me voy, me voy haciéndole firmar la renuncia al ministro de Gobierno, porque lo querían dejar a Durán…Después viene el general Aguirre como gobernador.

--¿Su relación con Jávega cómo era?

--Muy buena…

--Firmó varios decretos polémicos en ese ínterin que estuvo, Jávega…

--Sí ¿no?

--La entrega de los clubes, de las playas al Estudiantes, el Rowing...

--Sí, yo no lo quería firmar, pese a las presiones.

--¿Había empezado con usted la gestión de los clubes?

--Sí, querían a toda costa y a mí me parecía un poco injusto. Me parecía que era darles de comer a tipos que tenían mucha influencia, pero cómo los íbamos a dejar a los otros en la calle. No, yo no se los firmé.

--¿Por qué decidió quedarse acá, por la historia de su suegro o porque le gustó?

--Yo viví en Buenos Aires muchos años, y muchas veces me reunía con otro compañero que mientras estaba en actividad pudo recibirse de ingeniero. Yo empecé ingeniería también, pero llegó un momento en que por el destino que tenía yo, no podía seguir estudiando. Los dos siempre decíamos que si nos podíamos ir a vivir fuera de Buenos Aires, nos íbamos. Para mí Buenos Aires siempre fue, no lo que es ahora, pero un desastre igual. Una contaminación tremenda, desde todo punto de vista. Todo se movía ahí, yo ya no lo aguantaba a eso. Me habría ido a vivir a la precordillera, pero claro, estaba casado.

--¿Cuándo se entera de las atrocidades que hacía Trimarco?

--Es que usted me dice “las atrocidades de Trimarco”, y aparentemente estaban documentadas o concebidas o autorizadas por las disposiciones que existían en aquella época. Había un Comando de Defensa y un Comando de Seguridad.

--Pero usted como persona común, ¿qué hizo cuando se enteró que en la provincia que gobernaba se secuestraba, se detenía en forma ilegal, había centros de tortura, se asesinaba o se robaban bebés?

--Me enteré el año pasado, cuando empiezo a leer la imputación que tenía en contra, ante denuncias en el Juzgado Federal de Concepción del Uruguay… por Dios se lo juro

--¿Me quiere decir que no leyó diarios, ni libros, ni vio películas, ni documentales, ni nada por el estilo en estos últimos 28 años?

--No, yo leía los diarios nacionales, voy a ser sincero. No leí señor las atrocidades de acá.

--Pero en los diarios nacionales también salía lo que pasaba acá. Había corresponsales que escribían de los juicios iniciados en el Juzgado Federal de Paraná, a partir de 1985.

--Le juro por Dios que nunca leí…

--Usted será consciente de que tengo todo el derecho a no creerle lo que me está diciendo, no?

--……….

--Cuando decide irse de la Gobernación, ¿lo habló con el brigadier Agosti?

--No, no estaba en ese momento en el país.

--La decisión la toma enojado…

--Sí, al que le avisé es al el brigadier mayor Miguel Angel Osses, que era el subjefe de la Fuerza Aérea Argentina. Lo llamé por teléfono y le dije que me iba…

--O sea, la gota que rebalsó, lo que lo cansó fueron los manejos que se estaban haciendo con la construcción de la Nueva Federación.

--Sí, los arreglos que estaban haciendo en Federación y el haber ido a una reunión en Federación adonde me mandaron un tipo de Inteligencia del Ejército a boicotear una reunión con la gente. Dos veces me había pasado en el interior de la provincia, que yo veía que por ahí tenía toda la gente reunida, escuchando, y un tipo me empezaba a tirar piedras como yo digo. Y eran del Servicio de Inteligencia del Ejército.

--¿Hubo gente que intentó decirle que no tome esa decisión, que intentó retenerlo?

--No, yo no le di tiempo a nadie. Los sorprendí. Ya estaba hecho en Buenos Aires el decreto para ponerlo al coronel Durán como gobernador. Si a mí me llaman porque tenía buena relación con el brigadier Basilio Lami Dozo -que fue uno de los comandantes en Malvinas-, que era secretario general de la Fuerza Aérea en esos días, y me dice: ‘Señor le están preparando tal cosa’. Entonces yo dije no, tomá la renuncia; por lo menos les voy a crear un problema. Lo que me daba mucha bronca es que me hicieron la vida imposible a mí. No fueron capaces de invitarme a mí, que yo me había pelado la frente con el tema Federación. Si hubo negociados con el Copresad –que era un organismo provincial que manejaba el tema Federación-, desconozco. Pero todo puede ser.

--Y en esa puja con Trimarco ¿nunca habló con el arzobispo de Paraná, monseñor Adolfo Tortolo, por ejemplo, que era un hombre de llegada directa al propio general Jorge Videla, para que haga de mediador?

--No, mi trato con Tortolo era de respeto por ser el arzobbispo y nada más. No tuve más que eso. Lo apoyé cuando quiso hacer lo que hizo a la entrada del Túnel, la capillita, no me acuerdo si con parte del presupuesto; pero lo apoyé porque me pareció que era una cosa buena y razonable…

--Así a la distancia, ¿no considera que fue un error no hablar con Tortolo?

--No, no sé, vaya a saber. Igualmente creo que Videla, y ésta es una opinión personal, era un tipo honesto. Una vez vino acá y estuvo hablando de las sanciones que había hecho dentro del Ejército por abuso en la comisión de algunos actos de la gente del Ejército. Lo que pasa es que, lamentablemente, en época constitucional se crea un Consejo de Seguridad Interna, y el Consejo de Defensa presidido por el ministro de Defensa e integrado por los comandantes tenía el apoyo de las Fuerzas Armadas, además de las atribuciones que le confiere el artículo 13…Y ahí empezó todo. No, yo estoy seguro con la decisión que adopté, de irme calladito. Usted me dirá que fui un estúpido. Yo no creo, capaz que me enfrasqué, me comprometí demasiado con la función de gobierno para administrar y manejar el presupuesto. A mí la gente creo que me respeta como persona. Yo no soy tránsfuga. Lamentablemente estoy pasando por un momento muy difícil. Incluso desde el punto de vista legal, creo que he probado que todo esto que leí en los expedientes de la gente que se movía de madrugada y todo eso, qué quiere que le diga si nadie me lo vino a decir a mí nunca.

--Cuando se enteró que en Entre Ríos hubo secuestrados, que hay más de 30 personas desaparecidas y asesinadas en ese período ¿qué le provocó?

--Qué podía hacer yo. No podía hacer absolutamente nada. Me duele, me duele hoy todavía. Es inconcebible. El día que fui a Concepción del Uruguay y me dieron las cosas a leer, en mi vida yo me hubiera imaginado eso, nunca jamás lo hubiera querido, nunca lo hubiera pensado tampoco, quizás porque estaba demasiado concentrado en el esfuerzo de sacar adelante una provincia que la quiero por el hecho simplemente de que lo quiero muchísimo a mi suegro, porque cuando murieron mis padres, fue en quien me apoyé como persona mayor. Fui un boludo…

--¿Si hoy se lo encontrara a Trimarco, le diría algo?

--No. Me lo encontré un día, no hace mucho tiempo. Un día se hace una comida de la promoción nuestra… La promoción mía de Fuerza Aérea era la 13, y la promoción de Ejército es la 74/75, porque Ejército tenía cada seis meses una promoción. Trimarco, creo que es de la 74/75. Trimarco había sido ya oficial, creo que era coronel cuando yo estaba en el Estado Mayor Conjunto y él estaba en un área que era de Inteligencia. Yo estaba en Logística con un almirante, con el cual tuve que ir a Vietnam después, en una comisión por 35 días, como observadores nada más. Me acuerdo que cuando salgo del Círculo de Oficiales de Vicente López, donde había ido yo a pasar la noche, me encuentro con un compañero de la promoción mía y me llama para presentarme. Iba con mi mujer, la conocía también a la mujer de Trimarco. Miré y le dije: ‘Sí, sí, lo conozco, gracias’. Qué le puedo decir. La cena esa debe haber sido hace cinco años atrás. Ahora ya ni voy cuando hay comidas de la promoción. No le diría absolutamente nada. Le tendría que decir varias cosas, que se las diría íntimamente, pero qué significado tiene si el tipo tiene alzheimer y se mea cada vez que tiene que ir a declarar. Ahora, que enfrente las cosas, que incluso diga que esto se lo ordenaron, porque esto está ordenado. Esto en alguna medida es consecuencia de las autoridades nacionales. Esto surge en un gobierno constitucional, es muy curioso lo que ha ocurrido en la República Argentina. Lamentablemente es así, nos guste o no. No se dieron cuenta. A la Estelita Martínez, el presidente provisional del Senado, Italo Argentino Luder le manejaba todo. Yo estaba en el Estado Mayor Conjunto en esa época, pero como era de Logística, no tenía nada que ver con la parte de operaciones.

--¿Nunca nadie le dijo nada por la calle por los horrores de la última dictadura?; ¿nunca tuvo ningún problema?

--Nunca. La gente nos respeta a mí y a mi señora. Nunca fui atacado, jamás, y ahora mi mujer está de lo más preocupada por toda la publicidad que ha tenido esto. Yo no me pienso ir de todas maneras porque ya me afinqué acá, me gusta Entre Ríos, me encariñé con la provincia, la quiero como si hubiese sido la provincia donde nací; y tengo mis hijos, algunos con familia acá y otros fuera del país porque los nietos más grandes han estudiado, se han perfeccionado y por las profesiones que eligieron tuvieron la fortuna de ir a afincarse en el exterior.

--¿Se arrepiente de algo, brigadier?

--De haber aceptado ser gobernador. Me arrepiento de todo, cómo no me voy a arrepentir de los hechos que han ocurrido. Sobre todo porque yo los desconocía; yo no me di cuenta, señor. ¿O usted cree que yo hubiera tolerado que se estuviese matando gente o deteniendo gente de la manera en que se detuvo? Lo que yo tuve más claro, porque estuve un tiempo destinado en Morón, Buenos Aires fue lo que sucedió en la Mansión Seré y el Casino de Oficiales de Morón. Pero ignoraba completamente que la Brigada Aérea de Paraná tuviera un lugar de detención en el final de pista, por más que dependiera del Ejército, como usted me dice.

--Estaba fuera de la jurisdicción de la unidad, pero a escasos metros. O sea, todo el mundo sabía en la Brigada Aérea que ese lugar era un centro clandestino del Ejército, porque, además, personal de allí, ante la cercanía, les llevaba la comida a quienes torturaban o eran torturados. Eso es lo que me cuesta entender ¿cómo nadie le transmitió eso?

--No creo que lo haya sabido mucha gente de la Brigada. Probablemente nadie me lo dijo porque me conocía, debe haber sido por eso. Trate de averiguar más sobre mí. Busque más gente que le diga. ¿Qué sabe de mí? ¿Fui un tipo jodido yo? ¿Fui un tipo recto? Eso es lo que pasa, probablemente he sido bastante tonto en no pensar en cosas que pudieron haber ocurrido, por ejemplo esto de la Brigada. Y hasta tuve un jefe de Brigada, como el caso de Piastrellini que me tiraba en contra con Trimarco; lo único que yo sabía era que por ahí Trimarco y Piastrellini se iban a volar juntos para pasear al norte.

--¿Nunca se enteró de los negocios de Trimarco en Federación?

--No, pero lo sospeché después. Porque tenía un hijo que incluso hasta hizo negocios en Santa Fe, que se dedicaba a no sé qué parte de la construcción. Pero de eso me vengo a enterar después; mientras Trimarco estaba en funciones no. Ahí no.

--Ahora llegará seguramente a la conclusión de que buena parte de las movidas que le hacía Trimarco en Federación, pueden haber sido en función de sus intereses…

--Creo que su hijo cumplió alguna tarea en la empresa, pero claro, creo que sí, pero lamentablemente ya no puedo hacer nada. Ya estoy por cumplir 83 años y quiero terminar mis días tranquilo. A mí hasta ahora nunca nadie me tocó, ni me molestó; ni a mi ni a mi mujer. Al contrario, creo que todos los que nos conocen, nos respetan y nos aprecian.

 

 

 

(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS de esta quincena)

Deportes

Monteros

Gonzalo Lapera, con la camiseta 14, finalizó la temporada con Monteros y volvió a Paraná.

Patronato estuvo cerca de sorprender al invicto Quilmes, pero rescató uno en el Centenario

El "Santo" igualó 2 a 2 un partido que lo tuvo arriba y abajo en el marcador de un duelo cambiante.

Torneo Federal A: el “Lobo” entrerriano cayó en San Francisco y se hunde en las posiciones

Gimnasia no pudo con Sportivo Belgrano y perdió 1 a 0 en el cierre de la quinta fecha.

Primitivo González

Primitivo González brillando en la competencia de saltos ornamentales en el Club Regatas Uruguay en la década del cuarenta.

Con Lautaro Martínez, Inter ganó el clásico de Milán y gritó campeón en la Serie A

Lautaro Martínez festeja junto a Marcus Thuram, autor de uno de los goles ante Milan.

Sóftbol: este martes rendirán otro homenaje a los campeones panamericanos

El seleccionado argentino de sóftbol será distinguido por Iapser Seguros.

Obras se adelantó en la final con la entrerriana Camila Suárez como goleadora

La uruguayense anotó 15 puntos, bajó tres rebotes y robó tres balones.

Valentina Ruhl

Con la presencia de la paranaense Valentina Ruhl, con la casaca 6, CEF de La Rioja ganó la Liga Argentina de Vóleibol.

Karting Entrerriano

El Karting Entrerriano vivió una gran segunda fecha en el Kartódromo de La Paz.

Por José Pablo Criales (*)  
Javier Milei saluda a los estudiantes de la Universidad Internacional de Florida, el 11 de abril, en Miami.

Javier Milei saluda a los estudiantes de la Universidad Internacional de Florida, el 11 de abril, en Miami.

Nacionales

El Ministerio de Justicia informó que revisarán los pagos a las personas que perciben un resarcimiento por haber sido víctimas del terrorismo de Estado.