Silvio Méndez
Por estos días los ex combatientes están muy solicitados. El teléfono de la sede del Centro de Veteranos de Guerra de Malvinas de Paraná suena constantemente. Llaman de parte de escuelas, de funcionarios de Gobierno, periodistas, familiares o algún socio para coordinar una reunión. A poco del 30 aniversario del desembarco en las islas del Atlántico Sur, en todo el país se preparan actos y conmemoraciones de diversa índole. Impulsado por la administración nacional, y desde que se conocieron las potencialidades de la explotación petrolera en los territorios hoy ocupados por Gran Bretaña, todo lo que gira en torno a Malvinas está en el centro de la escena política y social. Se observa cómo se reavivan debates inconclusos en una realidad que no termina de digerir lo que pasó luego de esa batalla perdida. ¿Pero cuál es la situación hoy de los veteranos de guerra? Ésta es una radiografía difícil de obtener.
Se calcula que en Entre Ríos habitan unos 400. Quienes se consideran estuvieron en el escenario de conflicto (por tierra, espacio aéreo o marítimo en un radio dentro de 200 millas con epicentro en las islas), no todos ellos son naturales de la provincia, así como también algunos oriundos de estas tierras se hallan en distritos vecinos.
En rigor, no existe un mapa fehaciente de la cantidad de ex combatientes y sus condiciones, lo que permitiría una evaluación y seguimiento para asistirlos ante una urgencia o circunstancias de vulnerabilidad. Y si bien muchos se agrupan en torno a los tres centros de veteranos que existen en Entre Ríos, no todos están afiliados.
También se cuentan circunstancias casi inexplicables, en que aparecen algunos que no están asentados en los registros oficiales, que llevan las tres fuerzas armadas. En entre estas historias, a mediados del año pasado causó gran revuelo y amplia repercusión el caso de Francisco Fherenbacher, un ex combatiente que los listados de la Armada Argentina y del Ministerio de Defensa de la Nación figuraba como “desaparecido”, y fue localizado en La Criolla, departamento Concordia. Fherenbacher vivía casi como un ermitaño, en una propiedad rural que pertenecía a su familia. Casi sin trato con la gente, se hallaba en condiciones de extrema pobreza y sin abrigo, y su vivienda no contaba con energía eléctrica ni agua.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS)