Silvio Méndez
A principio de mes, finalmente ingresó en el Honorable Concejo Deliberante de Paraná el proyecto de un grupo privado para gestionar el tratamiento final de la basura de la ciudad. Como tantas otras veces, el anuncio oficial se anticipó a principios de mayo como “la solución” de los problemas generados por la mala gestión de los residuos urbanos y, fundamentalmente, su disposición final en el Volcadero municipal.
Tras una serie de idas y vueltas, la carpeta con el expediente llegó a manos de los ediles que componen la Comisión Especial de Iniciativas Privadas, que integran Marcela Ábalos (PJ), Emanuel Martínez Garbino (Concertación Entrerriana) y Liliana Lampan (UCR). Estos concejales son los encargados de evaluar la propuesta que se enmarca en la ordenanza Nº 7.667. La norma prevé la presentación de proyectos de particulares para la gestión de servicios públicos y de otro tipo en la ciudad. Una vez evaluado el plan, pasaría a ser tratado por el cuerpo deliberativo para considerar la posibilidad de declararlo de interés municipal y que pueda seguir con su camino administrativo, es decir un llamado a licitación pública basado en esta propuesta presentada.
Antecedentes
El plan de Gesteco SA, en rigor, no es nuevo, ya que propone tratar la basura que llega al Volcadero municipal y sanear el terreno. Distintas propuestas se han ensayado para tal fin, públicas y privadas. Entre las últimas se podrá recordar el frustrado proyecto de la planta de Oxalor que, durante esta misma gestión, pretendía instalar una factoría para reducir a un compuesto calcáreo todos los desperdicios urbanos.
En el caso de la Gesteco, se plantea “participar del Programa de Gestión Integral de los Residuos Sólidos Urbanos de la Municipalidad de Paraná en sus etapas de tratamiento y disposición final”.
Cabe recordar en este punto la casi inexistencia del mentado programa, o más bien otro frustrado anuncio oficial, como lo fue en abril de 2010 la implementación del plan de recolección de residuos “Separar es valorar”. La idea pretendía continuar con una similar de la anterior gestión para la separación domiciliaria de los desperdicios –entre secos y húmedos– y su posterior tratamiento y reducción de la disposición final. Para la “concientización” o “sensibilización” de la ciudadanía se contrató una ONG local cuyos integrantes renunciaron a principio de este año al calor de los vaivenes políticos partidarios. Más allá de lo que podría calificarse como poca convicción ecológica, “Separar es valorar” adolecía de serias dificultades logísticas, ya que no existía una preparación necesaria para diferenciar en el Volcadero de los residuos ya separados por los vecinos.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
