Daniel Tirso Fiorotto
(Especial para ANÁLISIS)
Con la piel quemada, pelada, destruida murió Daniel Ortiz tras una larga postración. Durante su agonía, las cámaras legislativas aceptaron debates sobre la aplicación de agrotóxicos a los que asistieron menos del 10 por ciento de los legisladores, y aún los que se hicieron presentes sostienen en sus partidos el modelo agrícola de escala, para pocos.
Para saber lo que padece un criollo argentino en la estancia de una multinacional, por la manipulación de productos químicos, y calibrar cómo el Estado protege a los grupos poderosos y abandona a los proletarios, hay que conocer la vida y la muerte de Daniel Ortiz.
Ortiz llegó de la provincia de Misiones por una oferta de empleo, y le asignaron una tarea de alto riesgo en la estancia La Pellegrini de la poderosa española Iberpapel. Se trata de empresarios que mostraron también su modus operandi en la construcción de un terraplén de 8 kilómetros sin autorización, en la zona de Liebig, con la conocida estrategia del hecho consumado, pero no les salió bien por la lucha de los ambientalistas y deberán destruirlo.
En febrero pasado la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) pidió informes a España sobre Iberpapel, porque hubo denuncias por personal precarizado trabajando en tareas de desmonte en Entre Ríos.
Iberpapel aclaró entonces que sus tierras fueron arrendadas a Celulosa Argentina, y que esta empresa contrató a Movifor SRL, de modo que entre propietarios, arrendatarios y contratistas, todos de afuera de la provincia, nadie se hizo cargo del estado de los trabajadores.
Celulosa Argentina es del grupo Tapebicuá, de inversores extranjeros encabezados por Douglas Albrecht (presidente de Tapebicuá y de Celulosa Argentina, y director en Patagonia Bioenergía, que compite entre los principales productores de biodiesel del país).
Cazenave y asociados, Patagonia Bioenergía, Energía y Soluciones SA, se vinculan en materia de producción y combustibles, y están conectados con las principales firmas multinacionales de los agronegocios y los principales organismos financieros del mundo como el HSBC del Reino Unido.
Hay que mencionarlos, porque en medio de los grandes negocios multinacionales realizados en el suelo entrerriano (en la provincia que más habitantes expulsa por la concentración de la tierra), el obrero Daniel Ortiz fue ignorado por empresarios y gobernantes.
Ortiz fue otra víctima de un sistema que ha encendido luces rojas por los más diversos ámbitos. Especialistas de Entre Ríos aclararon a ANÁLISIS que si bien los médicos de distintos centros de salud se muestran alarmados por las enfermedades vinculadas con las fumigaciones, aún no existen estadísticas confiables, de modo que resulta arriesgado ofrecer números sobre afectados.
El médico de Basavilbaso, Roberto Lescano y el bioquímico paranaense, Daniel Vezeñassi, denunciaron el crecimiento de casos de malformaciones. Labios leporinos, paladares interrumpidos, espinas bífidas (mielomeningocele), son algunas de las consecuencias multiplicadas en recién nacidos, de un modelo económico puesto en discusión.
Ambos pudieron hablar en la Legislatura, como lo hizo el embriólogo Andrés Carrasco, en un espacio abierto por los legisladores Horacio Flores y Héctor de la Fuente, pero sin resultados.
De la Fuente propuso prohibir las fumigaciones aéreas, en lo que se considera un pequeño paso adelante para disminuir los efectos de los agroquímicos, y su proyecto fue infructuoso.
En Santa Fe como en Entre Ríos los legisladores trabajan sobre distintos articulados pero terminan frenando los cambios. Ni el Frente para la Victoria, ni el Peronismo Federal, ni la Unión Cívica Radical, ni el Partido Socialista muestran proyectos para provocar los necesarios cambios profundos en el modelo agrícola.
(Más información en el informe de tres páginas de la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
