Soledad Comisso
-¿Cómo nació su vocación?
-Me lo he preguntado miles de veces... Toda mi vida me la pasé dibujando. De pequeño mi madre me envió a estudiar dibujo con una profesora y más allá de que siempre he sido un gran lector, y lo sigo siendo, mi pasión siempre fue dibujar.
-¿Qué es lo que nunca le debe faltar a un artista?
-Nunca le debe faltar libertad interior. Eso le permitirá tener la capacidad para decidir sobre las propias reflexiones que haga de su vida y del arte. Todo lo demás puede faltar, pero no la libertad.
-¿Cómo se definiría?
-Soy un hombre inquieto que gusta del arte. He dibujado, he pintado, hice serigrafías, vestuarios, un poco de todo. Además, desde hace un tiempo estoy haciendo alfarería, me estoy dedicando a la cerámica.
-¿Cuál es su lugar en el mundo?
-Yo nací en Concordia, pero estuve poco tiempo viviendo ahí porque mis padres se mudaron a Paraná. Viví eventualmente en Santa Fe, Córdoba, Rosario y Buenos Aires, pero volví a Paraná porque es una ciudad que me encanta. En Buenos Aires hice mi carrera de dibujante, estuve estudiando e incluso expuse varias obras ahí, pero volví acá porque estaban mis afectos, mis amigos, mi madre, y la gente del (centro cultural) Gloria Montoya, del cual era parte. En Paraná siempre me sentí en mi casa, Buenos Aires es demasiado grande para mí.
-¿Hay algo que lo haya marcado en su vida?
-Dos cosas me marcaron: una es el afecto de mi madre y el apoyo y comprensión desde niño para que yo termine haciendo lo que me gusta. Y la otra es haber recorrido la misteriosa Buenos Aires de los años 60 de la mano de Manuel Mujica Láinez, quien junto con Gloria Montoya son como mis referentes y que para mí siguen estando vivos.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)