D. E.
Hay quienes sostienen que hasta que Cristina Fernández, en algún próximo acto oficial en Entre Ríos, no explicite concretamente que su bendecido para octubre se llama Sergio Urribarri y no Jorge Busti, la confusión y las dudas existirán, por más que para muchos quede claro que el gobernador es considerado “uno de los fieles” de la mandataria nacional.
--¿Pero alguien tiene dudas de que la Presidenta puede no jugarse por Urribarri? –preguntó este semanario.
--Todos sabemos del afecto por el Pato y de que logró un lugar importante en el círculo íntimo de Cristina Fernández. Pero los votos de Busti pueden ser importantes también para la Presidenta a la hora de sumar.
Urribarri está convencido de que la Presidenta no dudará un instante y por muchas cosas. La distancia de Cristina Fernández con Busti viene de tiempos en que ambos eran senadores nacionales, cuando la entonces legisladora no le perdonó un cruce con Luis Barrionuevo, donde el ex gobernador terminó apoyando al dirigente gremial. Algunos sostienen que desde ese momento, la hoy mandataria nunca más le habló al concordiense. El entonces candidato a vicegobernador, Pedro Guillermo Guastavino logró que esas diferencias quedaran en el freezer poco antes de las elecciones del 2003 y de alguna manera lo consiguió. Cristina Fernández no puso trabas a la candidatura de Busti, adhiriendo a la figura de Néstor Kirchner, pero las cosas cambiaron con el tiempo. La resolución 127 marcó un antes y un después en el oficialismo. Busti quedó del lado del voto del campo; Urribarri adhirió plenamente las políticas del kirchnerismo y ello le sirvió para ubicarse en un lugar de privilegio en el círculo de Cristina.
Busti nunca más pisó la Casa Rosada, pese a su amistad con el asesor presidencial y operador político, Juan Carlos Chueco Mazzón o la buena relación que tenía con el hoy jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. De hecho, allegados directos al hombre fuerte de Quilmes se quedaron, durante la última gestión bustista, con el Hotel Mayorazgo -que lo licitó el Estado provincial- y con el Canal 9 de Paraná. Con Cristina Fernández en el poder, hubo siempre un hombre clave en su entorno, con mayor poder incluso tras la muerte de Néstor Kirchner: el secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini. La pelea entre Zannini y Busti data de tiempos en que ambos militaban en la Universidad Nacional de Córdoba, a fines de la década del ‘60.
Zannini nunca le perdonó a Busti que cada vez que lo veía en la Casa Rosada, le enrostraba cosas de su pasado. “¿Qué hacés acá Tupac (una agrupación de izquierda, ligada a los ideales de Mao Tse Tung) si vos nunca fuiste peronista?”, le preguntaba con ironía Busti. Zannini siempre le respondió lo mismo: “Andá a cagar, Chino PJ”, en alusión a un apodo que ambos tienen.
El hombre que define -entre otras cuestiones-, los pliegos de los magistrados federales del país, nunca le permitió llegar siquiera a las inmediaciones de Cristina Fernández al ex gobernador. Encima, con la muerte de Kirchner, Mazzón cayó en desgracia en los alrededores del cristinismo. En cambio, Urribarri se siente “como uno más” del gabinete y es considerado de los pocos hombres del oficialismo del interior que no tiene que pedir audiencias con los ministros o que, “con un telefonazo directo” al funcionario requerido, resuelve más de un problema. Y claro, tiene también el teléfono directo de la primera mandataria para lo que sea necesario, aunque, por lo general, espera que lo llame ella y trata de “no molestar”.
Cambios de estrategia
Busti hace ya algunos meses que comenzó a desarrollar su plan hormiga, como hiciera en 1987, en 1995 o en el 2003. Sube al auto a su asesor Juan Luis Puchulu y a su encargado de prensa, Víctor Prigioni y recorre no menos de una o dos localidades por día, salvo que existan compromisos legislativos. Y tanto en Paraná como en Concordia, en especial en barrios más carenciados, se encontró con una realidad que quizás no estaba en sus cálculos: la foto de Cristina Fernández, como en 1988, cuando la imagen, en lugares parecidos, era la de Carlos Menem. “Nosotros lo podemos votar a usted, pero también queremos que siga Cristina”, le repitieron varios, argumentando la importancia que había tenido en sus vidas, en los últimos meses, la asignación universal otorgada por el gobierno nacional, para paliar la aguda situación social que se vive en tales lugares.
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