Romina Gelroth
A Entre Ríos hay que comenzar a descubrirla al amanecer. Este recorrido comienza por el corredor del Paraná, donde el suelo invita a andar su superficie a sorbos, utilizando todos los sentidos. Ya sea posicionándose como turistas en la propia tierra o accediendo desde otras provincias, se puede admirar la carta de colores que el horizonte regala como bienvenida, en conjunción con el marrón del río y la tierra. Inmediatamente cobra fuerza la tentación de apostarse a la vera de una orilla para disfrutar de uno de los recursos más importantes que ofrece este río: la pesca. Hacer parada en Victoria, Diamante, Paraná, Hernandarias o Santa Elena -considerada como El paraíso de la pesca-, por nombrar parte del abanico de propuestas, es casi una obligación. Incluso en muchas de estas ciudades se practica con carácter deportivo.
Mención especial merece La Paz, localidad a la que arriban cada año numerosas personas interesadas en la pesca deportiva, ya que la zona es considerada una de las mejores y más generosas áreas pesqueras de la región. Los ejemplares más apreciados son el dorado y el surubí, lo cual queda reflejado en las fiestas que se realizan en honor a estos peces, en miras de obtener la pieza mayor en cada caso. Los paceños cuentan también con la Reserva Íctica Provincial Curuzú Chalí, donde el río conforma un delta interior con bancos y correderas, arroyos, riachos y lagunas, con una extensión de 15.000 hectáreas.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)