Daniel Tirso Fiorotto
(Especial para ANÁLISIS)
Como ocurrió con varios expedientes, en los que una jauría de letrados y falsos herederos buscaron darse una fiesta con herencias ajenas, y donde sobresale el caso del acaudalado José Alberto Antonio Reggiardo, Talagañis sostiene que fue víctima también de un tejido político partidario/judicial que resultó inexpugnable para su familia, y letal para su salud psíquica.
Con 65 años de edad, Talagañis afirma que cuando se sostenía con las ventas de su quiosco y tenía herencias por cobrar era llamado simplemente por su apellido, pero una vez que quedó en la calle lo apodaron Cucurucho. Hoy, dice, “soy una basura”.
Si uno se atiene a los dichos de este vecino de Paraná, quedará advertido de los riesgos de caer en manos de profesionales cebados. Claro que los acusados tendrán su derecho a réplica, pero en este caso ANÁLISIS se hace eco de un vecino sin voz que, con certezas y precisiones, siente que un infierno político/judicial se le vino encima.
No todos los paranaenses le dieron la espalda, y el descendiente de griegos recuerda por caso a Eduardo Valente, un comerciante de calle Gualeguaychú. “Quiero recalcarlo, Valente me dio de comer porque yo estaba muerto de hambre”, repite con agradecimiento. “He sufrido y sigo sufriendo. La gente de Paraná se me cruzó de vereda. Busqué trabajo, toqué timbres, pasé mucha hambre, y cuando se enteró Valente me dio de comer”.
El principio del fin
“Mis padres eran griegos, nacidos en la isla de Lesbos. Vinieron acá, trabajaban 18 horas por día, dormían en el suelo, así empezaron desde el año 35 en adelante, en la esquina de Monte Caseros y 25 de Mayo que después se quedaron los abogados”, afirma Miguel Talagañis.
-Recuérdenos a los hermanos que vinieron de Grecia
-Alejandro (padre de Jorge, que inició el juicio), Basilio, Miguel (mi viejo); Anastasio que fue el primero en llegar a la Argentina, y el que dejó la herencia al morir. Y las cuatro hermanas: Irene, Ralitcha (casada con Talaselis), Catalina (discapacitada que estuvo 12 años postrada y murió de 84 años), y la única que no vino a la Argentina que es María. Quedó en Grecia, en Salónica.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)