Pablo Rochi

Es muy difícil no ganar un título y quedar en la historia. Se está en la época del resultadismo y del que no gana no sirve. No obstante, Sionista logró cristalizar la mejor campaña de la historia de un equipo entrerriano en la máxima categoría del básquetbol argentino. La temporada 2009/2010 quedará en los actos deportivos más resonantes de nuestras tierras. Se hablará de aquel equipo paranaense que se armó para intentar ubicarse lo más arriba posible y que sin embargo terminó jugando las instancias decisivas de torneos de ámbito nacional como internacional.

Hasta el momento ningún equipo de nuestra provincia había conseguido lo que Sionista. Su actuación será ubicada en el mismo estante de los archivos donde se pueden encontrar las campañas de Patronato del 78, el ascenso de Atlético Uruguay en la década del 80, la llegada de Echagüe a la Liga Nacional A en el 85 o el campeonato logrado por Entre Ríos en el Argentino de Básquetbol de 1989 con aquel extraordinario triple de Aníbal Sánchez.

Los méritos de Sionista fueron muchos en una campaña inolvidable. Estuvo en el cuadrangular final de la Copa Argentina, en la definición el Súper 8 y a un paso de lograr el pase a la final de la Liga Nacional –quedó en el tercer puesto-. Por si fuese poco participó de certámenes internacionales, jugó el cuadrangular final de la Liga Sudamericana y estuvo ahí de la final del Interligas.

Claro, esta muy buena campaña tuvo argumentos sólidos que se reflejaron dentro del campo de juego, pero sin embargo también mucho tuvo que ver lo generado fuera de la cancha. Los expertos dicen que para conseguir los mejores resultados hay tres patas que deben estar bien ubicadas, cada una funcionando en lo que le corresponde: dirigencia, cuerpo técnico y jugadores.

En Sionista todo funcionó como se debe. Ya hace tiempo que en esta entidad sucede eso. No por nada en dos oportunidades recibió el premio a la mejor dirigencia de la Liga Nacional. Y no es casualidad que el equipo haya alcanzado por segunda vez consecutiva las semifinales de la competencia más importante de nuestro país.

Un buen plantel, un gran equipo

En la temporada pasada, la 2008/2009, Sionista había alcanzado las semifinales de la Liga A en una muy buena producción. La dirigencia y el cuerpo técnico decidieron mantener la estructura con la renovación de algunos jugadores de aquel equipo: Javier Martínez, Clarence Robinson, Matías Fioretti, Daniel Hure y Ramiro Iglesias.

Para completar el equipo la entidad no hizo un aporte económico grande como para invertir en figuras. Llegaron Luis Cequeira, Patricio Rodríguez, Alejandro Zilli y dos extranjeros: Aaron Williams y Curtis Marshall.

En sí, pocos creyeron que con ese plantel el Centro Juventud podría repetir una campaña tan buena como la anterior. El presupuesto para armar la plantilla no estuvo entre los más importantes, como Peñarol de Mar del Plata, Atenas de Córdoba, Quimsa de Santiago del Estero, Libertad Sunchales o Regatas Corrientes, que montaron sus elencos con no menos de 4 millones de pesos. A pesar de ello, Sionista ratificó que no hace falta tener un gran plantel para tener un gran equipo. El elenco paranaense alcanzó una rápida química colectiva que le sirvió para mostrar una estructura compacta, sólida y bien balanceada.

A lo largo del año Sionista tuvo como caballito de batalla la defensa fuerte y aguerrida y la salida rápida en transición. El técnico concientizó a sus dirigidos de que el arma más importante debía ser custodiar el canasto y contragolpear. Sionista tuvo una de las mejores defensas de la Liga, cumpliendo con su objetivo.

Si la salida rápida no funcionó, la segunda opción para lastimar fue el trabajo en conjunto, con pases y rotación. Fue el equipo con mayor cantidad de asistencias en todo el campeonato, lo que demostró la falta de egoísmo que hubo en la plantilla.

También fue muy interesante el juego en pareja. Las cortinas a la bola fue la especialidad de la casa, con Cequeira y Martínez como protagonistas y dueños del balón y Robinson y Zilli como cortinadores y recepcionadores para las definiciones. Fueron pocas las defensas que supieron encontrarle la vuelta a este “diálogo” basquetbolístico.

Los cuatro hombres mencionados terminaron siendo los goleadores del equipo. Igual, el resto aportó lo suyo y se adaptó a las funcionalidades dispensadas desde el primer día de trabajo.

(Más información en la edición gráfica de ANÁLISIS de esta semana)