Por Daiana Lucrecia Pérez Gomiero (Especial para ANALISIS)
“Bienvenidos a Federal”, dice un cartel despintado que ocupa una pared descascarada por la humedad de tantas lluvias y tormentas. La ciudad se siente mojada y gris. Un calor brota del pavimento cuando el sol intenta asomarse.
Oscar nos sirve de guía. Orgulloso de su tierra natal, hace la primera parada en el “predio experimental”. Un sendero de casuarinas indica el camino. Al principio las rosas, luego las primeras filas de árboles frutales. Manzanas, ciruelas, duraznos y más. Llegamos al final, y el canto de las casuarinas provocado por el viento es lo único que se escucha.
Este parque recuperado y reciclado por el municipio de Federal, en el año 2001, es un experimento. Donde antes funcionaba la estación del ferrocarril hoy se siembran distintas especies de árboles para analizar su adaptación al clima y al suelo de la zona. Luego se destinan a la venta para pequeños productores del lugar.
Las abejas impiden seguir el recorrido. La moto amarrilla emprende velocidad, se dirige a Colonia Federal. Sin embargo algo nos detiene. Un olor nauseabundo marca la segunda parada. La Planta Integral de Residuos Sólidos Domiciliarios, otro de los orgullos de Oscar. El encargado explica minuciosamente cómo funciona la planta, “la primera clasificación es entre residuos orgánicos e inorgánicos”. El olor se esfuma dentro del galpón que recicla los inorgánicos. Una máquina color rojo desteñido es la encargada de subir la basura para que los seis operarios la clasifiquen: cartón, tetra, plástico blanco y verde, ropa, goma y vidrio. Al costado basura compactada en cuadrados hacen una pila que casi llega al techo. “Hacemos aproximadamente dos ventas al año, cuando el galpón se llena la Municipalidad llama a licitación y se vende todo”, comenta.
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En la parte exterior montañas de tierra trabajan los residuos orgánicos. “El proceso lleva 180 días, cuando a esta lista se la procesa y esa tierra se convierte en abono”. La planta de residuos sólidos es una de las mejores alternativas para tratar la basura y Federal una de las primeras ciudades en implementarlo.
“Ahora sí a la colonia”, dice Oscar y arranca la moto.
Caminos de tierra, montes nativos a cada costado, pequeños ranchos… indicios de que nos encontramos en Colonia Federal. Un cartel marca la zona restringida. Este lugar preservado merece contar su historia. Los protagonistas son José María Franco y Oscar Luna, dos pequeños productores que decidieron que la tierra era suya y que no dejarían que nada ni nadie la utilice para otros fines ajenos a los que la naturaleza les encomendó.
Libre de soja y agroquímicos
“La Colonia”, como ellos la llaman, se encuentra al norte de la ciudad de Federal. Son 10.000 hectáreas divididas en chacras de 33 hectáreas, en las cuales viven cuatro o cinco familias. Cada una de ellas tiene no más de 10. En Colonia Federal viven pequeños campesinos. Hombres y mujeres que viven de lo que producen, de las pequeñas ventas en el pueblo y del intercambio con sus vecinos.
“Nosotros todos somos pequeños productores”, grita Oscar. El ruido de la moto hace difícil la comunicación. Una camioneta cruza y llena de tierra el camino, la visibilidad se dificulta. Oscar frena y emprende una marcha despacio, “éste es mi rancho, llegamos”, dice.
La lucha de Oscar comenzó hace 13 años: “Un día estaba carneando y llega un ingeniero amigo y me comenta de una capacitación para productores. Me pide el favor de que me inscriba porque si no se completaba el cupo, el curso se iba a otra ciudad. Ahí empecé y no paré más”.
José María Franco, alias Pepe -como todos lo conocen-, es amigo y vecino de Oscar. También comenzó su lucha por medio de cursos y capacitaciones destinadas a pequeños campesinos. “Oscar fue el que me hizo entrar. Un día me preguntó si no quería participar y yo le dije que sí. De a poco, me fue interesando y hoy no lo puedo dejar. La representación la llevo en el alma”.
Ambos protagonistas comenzaron a realizar las actividades nucleadas en el Programa Social Agropecuario (PSA). Así fueron descubriendo la realidad de un país que se perfilaba como monoproductor de soja transgénica y los riesgos que ello traía aparejado: contaminación de agua, desmontes, extinción de flora y fauna, problemas en la salud. La participación en las capacitaciones no sólo les otorgó el conocimiento necesario para comprender la estructura del sistema productivo actual sino además la experiencia en representar a sus compañeros y defender sus derechos. “Nosotros queremos que se respete nuestra forma de vida. Somos pequeños productores que vivimos de la tierra, de las vacas, de lo poco que tenemos, y queremos seguir haciéndolo”, remarca Oscar.
El sol se fue alejando y las nubes cubrieron el cielo. La tormenta se hacía inminente. Esperábamos un mensajecito de Pepe, quien aún no había concluido su recorrido. Hacía días que visitaba a los productores de la zona para averiguar el daño que la tormenta había producido la semana anterior. Mientras que Oscar trabaja desde junio en la Subsecretaría de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar en la ciudad de Paraná, Pepe recorre los campos como presidente de la Asociación Tierra Nuestra y representante en el Foro de la Agricultura Familiar.
Ambos unieron sus fuerzas y dieron vida a una organización de pequeños campesinos: “Asociación Tierra Nuestra”, y consiguieron aquello que parecía imposible: una ordenanza que declaró a Colonia Federal zona de resguardo ambiental.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
