Silvio Méndez
De acuerdo a estadísticas del Consejo General de Educación, alrededor de 160.000 alumnos asisten a los tres niveles de la educación primaria (EGB 1, 2 y 3). De esta matrícula, una cifra cercana al 40 por ciento, concurren a los comedores, en los cuales diariamente se los alimenta con una copa de leche o almuerzo. En un informe dado a conocer esta semana por El Diario, el Estado entrerriano a través de Dirección de Comedores de la provincia calcula que el costo por ración no debería ser inferior a 1,95 pesos, aunque se asigna diariamente 1,50 pesos per cápita, lo que demanda una asistencia de unos 2,5 millones de pesos por mes. La misma información, establece la posibilidad que el año entrante, se incremente las partidas en un 10 por ciento, pero ese presupuesto no está asegurado. Así, la situación real y concreta es que cada institución que debe administrar los dineros, hoy deben realizar obligadamente distintas contracciones para poder contener la demanda que se les presenta.
Las consecuencias directas de estos ajustes redundan en una merma en la calidad y cantidad de los menús. Se remplazan platos elaborados con carnes por harinas, se mezclan verduras con cereales, se achican las porciones o directamente se suprime el postre. Otra salida, es gestionar colaboraciones, solicitar donaciones e ingresos extras a través de la cooperadora o parte de la comunidad escolar, aunque no todas los colegios están en las mismas condiciones y posibilidades. De todas formas, estas fluctuaciones a las que está sujeta la economía de las comidas, hacen que las dietas y el aporte nutricional necesario para chicos en pleno crecimiento sean los que más se vean resentidas.
Pero la falta de asignación presupuestaria, precariedad, la cierta improvisación oficial y recarga de trabajo sobre cocineros y docentes, no debiera ser la única salida ante una situación de pobreza a todas luces innegable, y que tiene como caja de repercusión la escuela pública.
Otra perspectiva
Como contra cara a una puerta de escape que conduce a una profundización de la problemática, la Facultad de Bromatología de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) dio a conocer una interesante experiencia en la que se promueve construir una relación entre los comedores escolares y prácticas de agricultura familiar.
Se trata de un proyecto de Extensión que se desarrolla en el sur de la provincia denominado “Diagnostico de los comedores escolares del Departamento Islas del Ibicuy: abastecimiento, servicio y producción local de alimentos”, dirigido por María Clara Melchiori. De acuerdo a lo informado desde el Área de Comunicación de la alta casa de estudios, el equipo de trabajo busca “favorecer la salud de los niños que asisten a las escuelas a través de una buena alimentación y, a su vez, estimular el trabajo local de los agricultores familiares para que no tengan que emigrar”. Alicia Lopresti, una de las integrantes del proyecto, detalló que “el objetivo principal es articular ambas partes, favoreciendo el aumento del consumo de vegetales y frutas en los comedores escolares y, a su vez, asegurarle una venta organizada a los agricultores familiares”.
En un trabajo de difusión de la iniciativa elaborado desde Bromatología, se indicó que en la propuesta se ha contemplado las condiciones de los comedores escolares de ese departamento. Esto adquiere relevancia si se tiene en cuenta que casi el 100 por ciento de los alumnos comen en las instituciones a las que concurren. El mismo informe da cuenta que en reuniones y observación en el terreno con docentes, cocineros, directivos y la misma coordinación de General de Comedores Islas del Ibicuy, “se relevaron las características de las plantas físicas y la organización de las prestaciones alimentarias de los comedores, tanto en sus aspectos nutricionales como administrativos. En tal sentido, pudo percibirse que las escuelas mejor posicionadas en cuanto equipamiento, por lo general, son apadrinadas por empresas o fundaciones. En cuanto al aspecto nutricional, pudo advertirse que no son pocos los establecimientos que sirven un menú más bien monótono: repetición de fideos con salsa, arroz con salsa o el guiso”.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
