El médico que en la década del ’90 trató de instalar el suministro de crotoxina en pacientes de cáncer de Entre Ríos quedó imputado en una causa iniciada en Capital Federal, por la compra y venta de medicamentos falsos. Horacio Vidal Figueroa, ex clínico de la Policía de Entre Ríos y domiciliado en Seguí, tenía partidas de ampollas supuestamente de crotoxina, aunque en los estudios se determinó que eran alcohol mezclado con ansiolíticos, que únicamente hacían dormir al paciente. Cada ampolla se vendía a 500 o 1000 pesos cada uno y se hacían en el living de la casa de un abogado de Buenos Aires, sin ningún tipo de control. Las graves carencias en torno a la supervisión de los medicamentos y los grandes negociados, nuevamente quedaron al descubierto.
El hombre tuvo una insistente prensa a fines de la década del ‘80 y en los principios de los ‘90. Oriundo de San Juan -donde nació en agosto de 1932-, con un pasado en Capital Federal, el médico Horacio Vidal Figueroa se casó en segundas nupcias y a mediados de los ‘70 recaló en Seguí, a unos 50 kilómetros de Paraná. El 1 de enero de 1975 ingresó como médico policial, con el grado de oficial subayudante y se retiró hace no más de dos años. En su carrera llegó a tener cerca de 60 días de arresto. Durante todos estos años atendió en su consultorio, trabajó en el hospital de la localidad de Paraná Campaña y también se dio tiempo para participar en política en los últimos años, dentro del PJ, ya que fue alguna vez precandidato a intendente de la ciudad, pero siempre perdió.
"Yo no me dedico a la Oncología con exclusividad, pero de todos modos he tratado a unos 60 pacientes. Y he obtenido muy buenos resultados, pero también resultados mediocres y malos, porque todo depende del tumor, de las características de la anatomía patológica. También influye el grado de evolución de la enfermedad, porque muchas veces llegan al consultorio
cuando tienen su árbol inmunológico por el suelo. Obviamente eso hace que en esos casos todo resulte más difícil que en los casos de aquellas personas que vienen un poco vírgenes de tratamiento. Pero por lo general, todos han pasado por los tratamientos convencionales cuando llegan a la crotoxina", dijo Vidal Figueroa en 1996, cuando fue entrevistado por este semanario. De hecho, su obsesión por la crotoxina fue el motor de su vida y está claro que, por estos días, también uno de sus problemas.
Lo preocupante del tema fue que, desde por lo menos principios de año, la justicia federal comenzó a comprobar que en un lugar clandestino de Buenos Aires, que funcionaba en el living de una casa de un abogado, se fabricaban medicamentos, sin ningún tipo de control y que a la única persona que le enviaban parte de esa producción –específicamente ampollas de crotoxina- era al médico Vidal Figueroa. “Las enviaban a través de la empresa San José –que pertenece al grupo Flecha Bus-, en cajas de tergopol, sin ningún tipo de control”, acotó a ANALISIS una fuente judicial que trabajó en la investigación del caso, que tuvo repercusión nacional.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
