Álvaro Moreyra

Un sabor agridulce quedó tras las dos chances de ascenso a la Primera B Nacional dilapidadas por Patronato. Primero no tuvo puntería en la definición por penales ante Boca Unidos de Corrientes y después cayó categóricamente en la Promoción ante la CAI (1-5 en el global). De todas maneras, a pesar del mal paso en las instancias finales, la campaña del Rojinegro fue positiva y deja muchas cosas para destacar en un plantel que fue de los mejores sobre 25 equipos. Lo negativo, sin dudas, es la mala manera en que Darío Tempesta abandonó el plantel, peleado con gran parte de la prensa y con un sector de los hinchas. El técnico no soportó las críticas hacia sus dirigidos e hizo personal su lucha con algunos medios de comunicación, simplemente por no coincidir en aspectos futbolísticos.

Realizar un balance de 360 minutos de fútbol es por demás injusto. Aunque no es un dato menor que fueron cuatro partidos en los que Patronato falló, justo en el momento de la verdad, en la situación que más debía mostrar sus ganas de llegar a la Primera B Nacional. A pesar de esto, el Rojinegro realizó un campañón en su regreso al Torneo Argentino A y, sin dudas, fue una de las gratas revelaciones que mostró el certamen.

Animador desde las primeras fechas de la fase clasificatoria, el Santo ingresó casi sin problemas a los cuadrangulares de semifinales y, lamentablemente, por esas cosas que tiene el fútbol, perdió la final por el ascenso directo ante Boca Unidos por carecer de efectividad en la definición de los penales, mientras que en la Promoción poco pudo hacer ante la Comisión de Actividades Infantiles (CAI) y prácticamente selló su suerte al caer 2-0 en el estadio Grella. La revancha era prácticamente apostar a un milagro, que finalmente no se dio.

A pesar del sabor agridulce que dejaron las series ante correntinos y comodorenses, hay que resaltar que la base del este equipo hace poco más de un año ascendió desde el Torneo Argentino B y estuvo muy cerca de llegar a la segunda división del fútbol argentino, pero cayó, aunque lo hizo de pie.

De esta manera se termina un ciclo positivo en lo deportivo, aunque queda un gusto amargo porque en su tramo final no se aprovecharon dos chances para ascender. De todas maneras, la sensación es positiva, porque con un equipo sin figuras rutilantes, se llegó lejos.

También es el fin de un proceso, el de Darío Tempesta, que dejó muchos puntos grises desde su arribo: el trato con los jugadores y la prensa y el aspecto futbolístico. Además, el final de algunos jugadores que seguramente no seguirán en la institución cuando arranque la temporada 2009/2010 del Argentino A.

Los resultados lo avalaron, también taparon todo

En un fútbol tan resultadista como el argentino, Darío Tempesta tendría que quedarse a vivir en Patronato. Es que el DT platense, en su primera incursión por el fútbol del Litoral, llevó al Santo a un sitial que ni el más acérrimo hincha se hubiese imaginado cuando comenzaba el Torneo Argentino A.

El certamen arrancaba con un abúlico empate sin goles ante Gimnasia y Esgrima de Concepción del Uruguay. El clásico entrerriano, tras 10 años de ausencia, había vuelto, pero poco mostraron los protagonistas; la fiesta estuvo en las tribunas.

A partir de allí, y contrariamente a lo que se presuponía (que el equipo iba a tardar algunas fechas en acomodarse a la categoría), el Rojinegro comenzó a hilvanar resultados positivos que lo llevaron a ser uno de los animadores de la Zona 2 a lo largo de las 32 fechas.

En la primera fase solamente se vivieron momentos tormentosos a partir de la derrota ante Villa Mitre (choque Interzonal, fue en la 13ª fecha). Desde ahí el Santo estuvo cinco partidos sin ganar y encima, en la reanudación del torneo, perdió el clásico ante el Lobo. Pero se acallaron los ruidos con cuatro victorias consecutivas y hubo tranquilidad hasta el cuarto clásico entrerriano, donde el equipo paranaense cayó con los uruguayenses y por primera vez tambaleó el proceso de Tempesta. Allí hubo un quiebre y aunque muchos quieren negarlo, la dirigencia estuvo a un paso de cesantear al DT.

El resto de la historia es conocida: Patronato logró la clasificación a los cuadrangulares, ganó su grupo, llegó a la final por el ascenso directo y cayó en los penales ante Boca Unidos de Corrientes; y después se perdió la Promoción con la CAI en el partido de ida (0-2) en el estadio Grella. Allí se perdió gran pasaporte del repechaje.

No caben dudas que los resultados lo avalaron. Pero el DT careció de cintura para las situaciones extrafutbolísticas que lo superaron.

Cuando Tempesta llegó a Paraná, una frase expresó, quizás sin querer, y lo terminó condenando: “En el fútbol no hay misterios, los entrenamientos pueden verlos cuando quieran”, palabras más, palabras menos. El DT rápidamente quedó prisionero de sus propias palabras. La primera práctica fue a puertas cerradas. Paradojas del fútbol y la relación con la prensa no comenzaba de la mejor manera.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)