Por Eva Sánchez (*)
No tuve oportunidad de ver el documental Cadeneros (2008, Producciones del Sur del Sur) pero tengo entendido que cuando se estrenó en Concordia, el ex diputado provincial Enrique Cresto, nieto de quien fuera gobernador de la provincia en el período 1973-1976, Enrique Tomás Cresto, protagonizó un incidente luego de la proyección en la que no faltaron insultos a la viuda de Fischer y una amenaza de querellarla por supuestas “inexactitudes” en su testimonio.
Me hubiera gustado discutir con el nieto de Cresto, porque él tiene todo su derecho de defender a su abuelo, pero creo que la historia hay que conocerla entera para poder debatir. La responsabilidad del ex gobernador fue muy clara; él estaba perfectamente al tanto de lo que estaba ocurriendo en aquella época, principalmente porque ya había compañeros detenidos en las cárceles de Paraná y Gualeguaychú.
Recuerdo la entrevista que le hizo Daniel Enz al ex gobernador Cresto en ANALISIS, publicada el 5 de noviembre de 1992, donde se lee: “Algunos muchachitos todavía me agradecen que los haya metido presos durante mi gobierno”.
Allí, el periodista preguntó:
–Usted era entonces el jefe absoluto del peronismo. ¿No le provocaba ningún tipo de impotencia tener que encarcelar a jóvenes militantes, de su mismo partido y con ideales, quizás, parecidos a los de su época de adolescente? Hubo muchos jóvenes detenidos en un período de gobierno e incluso trasladados a Gualeguaychú, como los casos de Daniel Irigoyen, Darío Olivera, Rubén Sotera, Mario Rufiner, Mauricio Epsztejn, Luis Hairala, Aníbal Vergara o Mario Broin.
–Sucede que al meterlos presos, yo les aseguraba su existencia. Además, la orden venía de arriba, de la Nación.
Así respondió Cresto. Tenía tal responsabilidad que hasta era capaz de decidir quién se iba a salvar y quién iba a morir. Estaba al tanto de todo, y eso, sus familiares no lo pueden negar.
No sabemos bien por qué el Comando Paraná decidió matar a Pichón, que también pertenecía a la Juventud Peronista y militaba en el barrio La Pasarela. Yo creo que ellos querían demostrar que eran más fuertes y que tenían el poder de decidir sobre lo que se les antoje.
Mi hermano era el que organizaba parte de las actividades que se realizaban en el barrio, era un tipo serio y callado, observador. Sabía sostener una discusión y la llevaba hasta las últimas consecuencias. Pero era una buena persona, y eso, evidentemente, traía problemas.
(*) Hermana de Héctor Ramón Pichón Sánchez, secuestrado y ase-sinado en 1975 por personal de la División Investigaciones de la Policía de Entre Ríos.
