Marcelo Comas
Mientras las demás actividades ya inauguraron su calendario deportivo, en la Liga Paranaense de Fútbol (LPF) aún no hay certezas respecto de la reanudación. La reelección por quinto período consecutivo del Hugo Molina como titular liguista demuestra que nadie está en condiciones de romper la hegemonía del eterno mandatario. La dirigencia tiene como objetivo revalorizar el fútbol infantil y cambiarle la cara al devaluado arbitraje doméstico. Son varios los frentes que se deben atender, en especial revertir la escasa convocatoria y aceitar los mecanismos de seguridad, si es que se pretende recuperar las épocas en que el fútbol brillaba con luz propia.
La Liga Paranaense de Fútbol (LPF) se enfrenta a nuevos desafíos en tiempos en que la crisis interna socava los cimientos de los clubes y el avance de la televisión disminuye la concurrencia a los estadios. La falta de sangre nueva en la dirigencia provocó un preocupante estancamiento que desemboca en la degradación del espectáculo e incide en la falta de políticas para alentar el desarrollo de las instituciones. Cuando los tres primeros meses del calendario ya forman parte del pasado, en la entidad que funciona en calle Córdoba 53 todavía no terminan de desperezarse y eligen la especulación en vez de poner la energía en busca del cambio de rumbo. Es cierto que predominan las buenas intenciones y las ganas de hacer bien las cosas, pero se vuelven a cometer los mismos errores y nadie es capaz de iluminarse a favor de una competencia más dinámica que priorice la participación democrática. Cada vez que el principal referente liguista –léase Hugo Molina- tiene la oportunidad de defender su gestión, se llena la boca hablando de las bondades del nivel del fútbol lugareño, cuando la realidad marca que los representantes locales alcanzan a duras penas la segunda fase del Torneo del Interior. En cierto modo es saludable de vez en cuando recurrir a la autocrítica y hacerse cargo de errores que ponen en una encrucijada a esta fiesta popular. No es éste el caso de las máximas autoridades de la LPF, más preocupadas por atender cuestiones políticas que en proyectar una modalidad de campeonato más atractiva. Está claro que los márgenes de error se reducen y la competencia interna pierde jerarquía en comparación con las Ligas del interior de la provincia. No hay que irse tan lejos para buscar ejemplos de permanente progreso y ganas de superarse. Sería bueno imitar algunos aspectos de la Liga de Fútbol de Paraná Campaña, que ante cada nueva edición retoca detalles en busca de mayor inclusión de los clubes, tanto en la Primera División como en la flamante categoría de ascenso.
A pocos días del mes de abril todavía es incierta la fecha de comienzo del Torneo Oficial en Primera División y la Primera B. La pelota espera para volver a rodar y las ilusiones de miles de jugadores siguen archivadas. La primera actividad oficial de la temporada fue la Asamblea General Ordinaria, donde se eligieron nuevas autoridades. Ese cónclave selló la continuidad del doctor Hugo Molina por el período 2009-2012 y el mismo grupo de dirigentes que lo viene acompañando hace un par de años.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
