Entre la especulación y el temor al cachetazo, todos hablan con todos pero coinciden en un punto crucial: se expresan con temeraria cautela. Sobre estos pilares se asienta lo mejor que hoy está haciendo la oposición en Entre Ríos, poco, casi nada por lo pronto. Con y sin Busti, conjeturan escenarios más o menos peligrosos electoralmente, pero nadie se anima a posicionarse al frente la tropa rebelde al oficialismo y en consecuencia a poner la cabeza en riesgo. El radicalismo parece una bolsa de gatos con ratoncitos dentro, y mientras tanto el campo se va encima del kirchnerismo, que prepara su defensa de la mano de la CGT de Hugo Moyano. Amanece así un nuevo escenario de disputa. Daneri, de la Coalición Cívica, bombardeó el puente de negociaciones acusando a “dirigentes radicales corruptos” que le robaron votos en la última elección y dejó a sus amigos socialistas “rojos” de estupor. La Concertación despareció y lo que queda del Nuevo Espacio ya tiene K y anti K. El peronismo disidente está al acecho y el polo opositor, por ahora, deshecho y en deuda con 290.000 votos. En algunos casos, faltan escrúpulos, en otros sobran miedos.

La oposición en su conjunto, según las últimas elecciones de 2007, representa a unos 290.000 votantes en nuestra provincia. La esperanza que abrigó aquella expectativa electoral sin embargo se diluyó demasiado deprisa y colisionó frontalmente con la realidad de los hechos. Es por ello quizás que aquellos votantes ilusionados de entonces sufren la falta de contención del arco opositor y, como consecuencia de ello, navegan hoy entre la incertidumbre y el desencanto.

Conforme a ello, el ejercicio del verdadero rol opositor es uno de los grandes temas pendientes que hoy tiene la clase política no oficialista para con los entrerrianos.

La silla vacía fue ocupada entonces por la circunstancia: el conflicto con el campo, y por un nombre emergente del conflicto: Alfredo de Ángeli.
El conflicto con el campo floreció penas y desuniones entre argentinos y alumbró a un oficialismo no preparado para enfrentar situaciones límite y a un tejido opositor –salvo raras excepciones- abrazado por la anestesia.

La bronca chacarera hizo saltar los tapones y se vino la noche. Así fue que buena parte del oficialismo rompió filas con la obediencia debida y generó su propia oposición encabezada por dirigentes que la gente había elegido para gobernar.

La confusión fue y sigue siendo mayúscula y así muchos aún continúan preguntándose dónde están los que eligieron para poner equilibrio a los excesos en los actos de gobierno. Casi no estuvieron, por cierto, hasta que el alarido de la crisis los trajo nuevamente a una realidad que los puso en el momento oportuno en el escenario imprevisto para entonces: el de opositor.

El enojo con el oficialismo creció en la gente pero no por y a favor de la oposición sino por el desprecio a la matriz soberbia de los K. En Entre Ríos, el oficialismo se desgastó mucho más en su propia interna generada por adhesiones y reacciones al gobierno nacional que por los efectos de la acción responsable del tejido opositor. En realidad, como reza aquel dicho urbano: “Algunos no están ni para artista ni para espectador”.

Dudoso desafío

Aunque no lo aseguren en voz alta, hoy por hoy en Entre Ríos todos hablan con todos y también todos, entre la especulación y el temor al cachetazo electoral, se expresan con excesiva cautela con relación a los pasos que van a dar en el futuro inmediato.

Se viene un 2009 electoral, y éstas son las dos particularidades salientes que abrazan al conjunto de la “renaciente” oposición entrerriana. Saben que soplan vientos favorables para la elección que viene, pero también saben que es más la cosecha que se puede levantar por “méritos ajenos” que por méritos propios.
Pasará enero tal vez sin demasiadas novedades y vendrá un febrero motivado.
Un escenario electoral sin Busti de predicador principal del oficialismo suena como una suerte de utopía impensada. Otro mapa con el actual presidente de la Cámara de Diputados como cabeza del peronismo provincial emerge como el más aproximado a la realidad. “Con Busti en la cancha cambia la cosa”, aseguró uno de sus más devotos opositores. “Todo será más difícil, nos guste o no, y no alcanzará con recordar las ingratitudes a las que nos vienen sometiendo los K”.

Cierto es también que no será tarea sencilla para el ex gobernador mostrarse desde Entre Ríos como la cabeza visible de un proyecto nacional, teniendo en cuenta que gran parte de la ferocidad preelectoral que viene será ofrendada por los hombres del campo, a quienes hace nada más algunos meses atrás Busti y buena parte de su tropa apoyó precisamente en contra de las intenciones kirchneristas.

A nadie podrá escapar que el pragmatismo kirchnerista de hoy día no tiene límites y desde allí se podrá interpretar el porqué Busti es un hombre de permanente consulta de la escudería K. No es misericordia K para nada, Busti es el dirigente que mejor mide en la provincia tan “sólo eso”. Y del mismo modo que especulan los K también en ese sentido especula la oposición local, asegurando una voz de la más dura derecha provincial: "Hoy a Kirchner le ganamos más fácil que a Busti”.

(La nota completa en la edición gráfica del semanario ANALISIS)