Daniel Tirso Fiorotto
(especial para ANALISIS)
Una adinerada mujer de Gualeguaychú heredera de los Roemmers intentaba adoptar un niño cuando la sorprendió la muerte en un accidente antes de completar los papeles y dejó una herencia que supera los 20 millones de dólares. La irrupción de intereses tan abultados como los bienes materiales en disputa sacudió el amor de los abuelos y tíos del corazón, y el amor de la madre y el abuelo biológicos. Fiscales y jueces aceleraron una adopción post mortem y cambiaron el nombre y el apellido de la criatura, decisiones que otros protagonistas se empeñan en revertir porque les generan sospechas. Un experto señaló que en la Argentina no hay normativa para este caso insólito. Todo lo que en principio aparentaba cierta lógica ingresó en un terreno rebasado de interrogantes, donde brillan los apellidos de famosos abogados –algunos de ellos políticos–, y más brillan los honorarios para algunos de ellos (un millón de pesos sólo por un inventario, cuestionado por supuestamente inútil), cuando el conflicto recién empieza.
A. J. R. ha pasado sus cortos 5 añitos de mano en mano, de susto en susto, entre hogares provisorios y oficinas judiciales, bajo los ojos de jueces, médicos, psicólogos, parientes nuevos. Al principio con todas las pobrezas, luego en cuna de oro. A. J. R. es protagonista de una novela que él mismo no creerá cuando alcance edad de comprender.
El abandono, el amor entrañable, la muerte, ninguno de los sentimientos humanos extremos han sido ajenos a su vida. Tampoco los intereses económicos, porque su última mamá preadoptiva sí que tenía dinero; ni le son ajenos los despachos de expertos en leyes de todo tipo donde se estudia su caso como único, y por eso capaz de poner en jaque a las normas vigentes.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)