Álvaro Moreyra

El presente de Echagüe en el Torneo Nacional de Ascenso dista, y mucho, de ser el ideal. El 0-6 (seis derrotas al hilo) del inicio es la muestra fiel que el equipo todavía no encontró a qué juega y, si bien estuvo en partido cada vez que saltó a una cancha y nunca fue superado abrumadoramente por un rival, no gana y las chances del TNA1 cada vez son más remotas. A esto, el entrenador del AEC, Pablo D’Ángelo, aún no logró transmitirles a los dirigidos su impronta y dentro de la cancha no hay respuestas individuales (en este rubro solamente se destaca el extranjero Scott Cutley, hasta el momento el único acierto del entrenador) como para comenzar a salir de este pozo.

Por estos días el aire se corta con un bisturí por calle 25 de Mayo de Paraná y encima, hace exactamente una semana, explotó una bomba que nadie esperaba, como para atentar aún más con el pésimo presente que atraviesa El Negro en la Zona Norte del TNA: el DT decidió cortar a Oscar Heis, el emblema del equipo por su historia en la entidad, cargando sobre sus espaldas nada más y nada menos que 13 temporadas en Liga Nacional con la camiseta que lo vistió desde la mini, pasando por todas las categorías hasta llegar a debutar en la Liga Nacional. Además, el jugador ostenta dos temporadas con Sionista en el TNA, es decir que hace 15 años que juega, lo que marca todo un record.

Y la salida del Cabezón hizo mella en el plantel y en los hinchas. En este sentido, varios de los referentes del Negro, entre ellos Sebastián Porta, se solidarizaron con el alero, aunque acataron la decisión del cuerpo técnico y la dirigencia.

Como si esto fuera poco, al otro día del corte, Echagüe jugó con Asociación Italiana de Charata, Chaco, y durante el partido los hinchas le hicieron saber al entrenador la disconformidad con el corte del ídolo del club. No solamente hubo cánticos a favor del histórico basquetbolista sino que también existieron insultos para D’Ángelo y, al consumarse la sexta caída, el clima se hizo mucho más intolerante hacia el rosarino, que recibió abucheos desde los cuatro costados y hasta cayeron algunos objetos desde las gradas del Estadio Luis Butta, que a decir verdad era un verdadera caldera y pocas veces mostró a fanáticos tan exaltados con un conductor, tal vez nunca.

Ardió el Butta

La práctica del jueves transcurría tranquila, el calor era agobiante y algunos jugadores mostraban los efectos de los casi 35 grados en Paraná. D’Ángelo se calentó por la poca voluntad puesta en cancha por sus dirigidos y decidió concluir el entrenamiento mucho antes de lo pautado y mandó a sus jugadores a que realizaran la clásica sesión de elongación.

El asistente del DT, Ariel Villariño, llamó a los jugadores para realizar los movimientos post entrenamiento y El Cabezón Heis, en lo que sería su última práctica, rumbeó para el otro lado en busca de una botellita de agua. Allí ardió el Butta.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)