Marcelo Comas
Patronato de la Juventud Católica inicia una nueva etapa de su vida futbolística. El conjunto logró el ascenso al Torneo Argentino A en forma brillante la pasada temporada y lo más importante es que se mantuvo la misma base de jugadores del plantel campeón. En ese sentido, el equipo de Darío Tempesta corre con un plus de ventaja, porque la defensa es casi la misma, el mediocampo cuenta con algunos nuevos actores y el ataque se nutre de la mano de un viejo conocido: Alberto Leopoldo Barrionuevo. Es válido destacar el trabajo silencioso de los dirigentes, que esperaron hasta último momento para definir los nombres del futuro plantel.
El trabajo de pretemporada empezó más tarde que el resto de los planteles; por ejemplo, cuando el equipo de la ciudad de Paraná llevaba 15 días de entrenamientos, Boca Unidos de Corrientes encara su tercer partido amistoso. Se podría decir que algunos rivales cuentan con ventaja por el mayor tiempo de preparación, pero El Negro tiene a su favor el capital humano y el conocimiento entre los componentes del plantel. Ese punto a favor deberá aprovecharlo al máximo el técnico Darío Tempesta, un conocedor de la categoría y que apuesta a un juego más agresivo y mirando siempre el arco contrario.
Dudas que preocupaban
A pocos días de haberse puesto en marcha el operativo Torneo Argentino A 2008-2009 los ánimos no eran los mejores por el Barrio Tiro Federal. Es que la llegada de refuerzos no se concretaba, ni siquiera se confirmaba la continuidad de aquellos jugadores que formaban parte del anterior plantel. Entonces, el clima no era el ideal, puesto que se perdían jornadas de trabajo y las novedades escaseaban en el horizonte. Si hasta el malestar invadió a aquellos jugadores que fueron parte importante del logro del ascenso, y ante la demora en las negociaciones algunos prefirieron buscar mejores destinos. Es el caso de Nicolás Bianchini, volante nacido en Santa Elena y con pasado en Unión de Santa Fe, que arregló condiciones con Guaraní Antonio Franco de Posadas. Pese a ello, los dirigentes rojinegros siguieron trabajando en forma silenciosa y haciendo caso omiso a los reclamos de la prensa y el simpatizante de Patronato.
La primera certeza se producía con la contratación del nuevo entrenador, Darío Tempesta, un hombre de perfil bajo, con buenos antecedentes en su currículum y las mejores referencias de ex técnicos que pasaron por el Barrio Tiro Federal, entre ellos Luis Murúa y Carlos Marcelo Fuentes.
Es indudable que el primer paso se concretaba con la designación del nuevo conductor del grupo, tras la salida del santotomesino Edgardo Cervilla. La elección se consensuó entre los miembros de la Comisión Directiva y se alcanzó un acuerdo mayoritario para darle el visto bueno a la llegada del platense. A esta altura de la pretemporada ya se habla del buen manejo de grupo que tiene el ex Guillermo Brown de Puerto Madryn y la tranquilidad que transmite a la hora de desarrollar sus ideas. A su lado se sumaron los encargados de la preparación física, Adrián Donnini y el paranaense Martín de León. Y el mayor pecado quizás haya sido dejar ir a Sebastián Furios, un emblema de la anterior campaña y un factor influyente a la hora del ascenso. De su mano se avanzó en la profesionalización de la preparación física del plantel, aportó en la faz humana y fue el nexo entre los jugadores y el entrenador. Una persona siempre predispuesta al trabajo, a estar en todos los detalles y conocedor como pocos del mundo Patronato.
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