Jorge Riani
La reñida votación en la Cámara de Diputados al momento de fijar posición final sobre la ley de retenciones al agro no alcanzó a colmar el entusiasmo de los productores. Sin embargo desde el sector se comprendió que la diferencia de siete votos fue el resultado de la movilización y la adhesión que cosecharon a su favor en el enfrentamiento con el gobierno nacional. La historia sigue en el Senado, quizás en la Justicia y por algún otro camino que el devenir irá planteando. Pero de puertas adentro del partido del gobierno, el hecho marcó la primera grieta de un poder kirchnerista, frente al cual comienza a conformarse la disidencia oficialista, que tendrá repercusión en el escenario político entrerriano. Mientras este miércoles el gobernador Sergio Urribarri se encontraba junto a la Presidenta en Tucumán, por los actos del 9 de Julio, el ex mandatario Jorge Busti armaba su viaje a Buenos Aires para encontrarse con el cordobés Juan Manuel de la Sota, en una reunión donde no se descartaba la presencia de Eduardo Duhalde. En ese esquema, el nombre del candidato disidente a las próximas legislativas nacionales por parte del bustismo sería el del concordiense Enrique Tomás Cresto. La interna ya está en camino.
El grito del heterogéneo colectivo llamado campo logró romper con una práctica extendida hasta el momento mismo en que irrumpió en la escena política el conflicto por las retenciones al agro. Logró que el oficialismo doble su discurso, que halle una bifurcación en el camino donde parecía que no eran posible los atajos.
La práctica de agradar al gobierno de los Kirchner no tenía ninguna distracción hasta la instancia en que se encendieron los piquetes rurales, y en la competencia por mostrarse con pertenencia K desde el primer momento, casi no había deserciones.
Cuando la Presidenta de la Nación anunció que llevaría el asunto al Congreso, las miradas se posaron sobre los justicialistas que blandieron su discurso hacia el lado de los dirigentes de las entidades del campo. Excepto el diputado Raúl Solanas, que defendió la posición oficialista en encuentros con productores rurales hasta el punto de hacerse odiar, todo lo otro era incertidumbre en las filas del partido del gobierno. Luego fue Nelio Calza, extrapartidario socio del justicialismo, quien anticipó que sería el segundo voto del kirchnerismo en la tensa pulseada. Y hasta ahí llegaron los brazos levantados para la causa de la Casa Rosada.
Los restantes diputados nacionales justicialistas, Cristina Cremer de Busti, María de los Ángeles Petit y Gustavo Zavallo, se vieron de pronto en la necesidad de convertir sus discursos en hechos allí donde casi todo el país estuviera poniendo su atención: el recinto de la Cámara Baja. Hasta ese momento los diputados de la oposición le cuestionaban al bustismo la presencia en los lugares de mucho ruido, organizados por los ruralistas, pero no así en el Congreso cuando se intentó promover un proyecto para hacer frente a la resolución que aumentó las retenciones a la exportación de soja.
Ciertamente esa crítica quedó licuada por un hecho de mayor relevancia política, como fue que esos diputados votaron en contra del interés de la Presidencia de la Nación. Los diarios catalogaron de “sesión histórica” a la que se extendió entre el viernes 4 y sábado 5 de julio, por un lapso de 19 horas.
Allí, Cremer, Petit y Zavallo votaron en dirección con lo que habían sido sus discursos, es decir, arrimados para el lado de los productores y así disiparon cualquier duda. Detrás de esa posición legislativa está la voluntad política del ex gobernador Jorge Busti, quién lo duda. Algunas horas antes, el ex mandatario había revelado que si fuera diputado nacional votaría en contra del proyecto oficial. Estaba claro entonces qué haría su esposa y los otros dos legisladores.
Fueron horas de tensión que los tres recordarán por el resto de sus vidas como dirigentes políticos. La situación para Petit, por dar un caso, habrá sido tan tensa como para cualquier justicialista que votara en contra del proyecto oficial. Pero en definitiva, la legisladora se escudó en su decisión de “cumplir con nuestra palabra”, como dijo luego de la sesión. Esa actitud –la de refugiarse en la palabra y en el compromiso asumido– se vuelve una fortaleza en el momento de tomar una decisión difícil, en el que los estrategas políticos piensan con otra lógica. Seguramente es el caso de Busti, para quien el asunto de las retenciones es el vehículo arriba del cual transita su construcción de poder a futuro.
Los tres justicialistas díscolos tenían la certeza de que todo saldría como lo habían pensado, sólo hasta la medianoche. Aún faltaba todo un largo medio día por delante y las presiones del poder central se hacían cada vez más duras para sumar manos levantadas en su empresa legislativa.
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