Daniel Enz
“Esto que hacen conmigo es una declaración de guerra”, dijo Jorge Busti cuando intendentes del PJ e integrantes del Consejo Provincial le dieron la espalda a sus reclamos en pos de la lucha agropecuaria, marcando distancia con el gobernador Sergio Urribarri. “Les juro por mis hijos que he aguantado mucho más de la cuenta. Y hasta acá llegué”, les reveló Urribarri a los presidentes comunales, en la cena del lunes a la noche, marcando la cancha, según pudo reconstruir ANALISIS. El enfrentamiento entre el ex mandatario y el actual se considera sin retorno. Mientras tanto, los Kirchner le bajaron el pulgar al ex gobernador y relacionan sus movimientos con la resurrección del ex Presidente Eduardo Duhalde.
Jorge Busti ni siquiera atinó a esperar a los 150 días fuera del Poder Ejecutivo. Horas antes de que se cumpliera esa fecha -después de aquél recordado traspaso de mando frente a la Casa de Gobierno, el 11 de diciembre del año pasado-, el ex mandatario optó por concretar una jugada poco táctica: la de enfrentarse con el poder central de su propio partido, con el gobierno que inventó y delegó en la provincia y con cada uno de los intendentes que siempre le respondieron a rajatablas.
Hay quienes sostienen que Sergio Urribarri no se sorprendió demasiado cuando se enteró que Busti estaba armando un denominado Cabildo Abierto en Concordia “para escuchar los reclamos de la gente” en torno al conflicto del campo, como coletazo del encuentro de legisladores del Partido Justicialista de la Región Centro, en línea con lo que se había acordado con su viejo amigo, el gobernador cordobés Juan Carlos Schiaretti, con quien lo une una relación de más de 30 años, de épocas de estudiante universitario. El senador provincial Raúl Taleb (PJ-Diamante) y ex embajador kirchnerista fue uno de los puntales bustistas en el encuentro. Taleb, ex amigo personal de Urribarri y ex socio en temas del fútbol, hizo una fuerte alianza política con Busti y ello profundizó el distanciamiento con el actual gobernador, al punto tal de que casi no se hablan desde los inicios de la actual gestión.
Pero la gota que colmó el vaso en el oficialismo modelo 2008 fue cuando Busti en persona apareció en el corte de ruta, en proximidades del Túnel Subfluvial Uranga-Sylvestre Begnis y fue uno de los oradores junto a los productores allí instalados. La imagen televisiva era clara y contundente; detrás del Busti que hablaba micrófono en mano, había un cartel que decía “Urribarri dónde está”.
Urribarri estaba en la Casa de Gobierno, mascullando bronca por la imagen que le transmitía el televisor de su despacho, con un discurso del ex mandatario y actual presidente de la Cámara de Diputados, de la Convención Constituyente y del Consejo Provincial del PJ. Entre ese Busti hablando junto a los ruralistas y el llamado telefónico desde un alto despacho de la Casa Rosada no pasaron más de 45 minutos. La imagen se había nacionalizado y el rebote era evidente. Obviamente, Urribarri no tuvo respuesta a numerosos interrogantes planteados en tono irritable. Es más, allí les dijo que hacía casi dos meses que no hablaba a solas y en profundidad con el ex mandatario.
El último intento de diálogo fue una tarde, cuando Busti llegó enojado a Casa de Gobierno, molesto por un mail enviado a un alto funcionario de Cristina Fernández de Kirchner, supuestamente desde un correo oficial, donde se daba cuenta del pronunciamiento en contra de las retenciones al agro que había tenido su esposa, la diputada nacional Cristina Cremer (PJ-Entre Ríos), en un acto con los productores en la Biblioteca Popular del Paraná. Busti expresó su molestia, pegó el portazo y se fue. Fue solo eso, una ráfaga.
“Hizo lo mismo que en tiempos de (Mario) Moine”, comentó a ANALISIS un experimentado dirigente del PJ, conocedor al dedillo de los movimientos del poder en los últimos 20 años. “No aguantó más, se pelea y sale a hacer la interna para el próximo mandato”, acotó. Claro que aquella vez de 1992, Moine se peleó con el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo y Busti aprovechó para fortalecerse con la Nación, cuando Carlos Menem era Presidente. Pero más allá de los detalles, el acto reflejo fue el mismo: marcar distancia del gobernador de turno, a quien eligió y ayudó a llegar. “Sucede que si Busti no tiene el conflicto, no marca contradicciones y no saca rédito. Pero este no es un escenario como el de 1992; acá salió a jugar con fuego”, se indicó.
Los movimientos
Tras la aparición de Busti, Urribarri le contestó ese sábado a través de la agencia APF, en lo que fueron las primeras declaraciones duras del gobernador a su antecesor. Busti respondió a los pocos minutos; trató de poner algo de paños fríos, pero ya era tarde. Estaba claro que el enfrentamiento resultaba inevitable.
Las fichas, con más fuerza, se movieron en la jornada del domingo. Urribarri hizo llamar uno por uno a los intendentes del PJ de la provincia, para alinearlos detrás de su figura y comprometerlos en la pelea. “Tienen que estar todos en Paraná en las últimas horas del lunes; en la residencia de Urribarri”, fue la orden. Cuando Busti se enteró de lo que iba a ocurrir, dispuso un operativo parecido, pero desde el Consejo Provincial del PJ, después de un vano intento con los intendentes José Carlos Halle (Paraná) y Gustavo Bordet (Concordia), para que cambiaran de opinión. El objetivo del encuentro del PJ era legitimar su adhesión a los ruralistas y hacer aprobar la resolución de la Región Centro. También habló telefónicamente con el senador nacional Pedro Guillermo Guastavino, su compañero de fórmula en 2003 y éste, de alguna manera, fracasó en su intento por abortarle todo tipo de maniobras que pudieran poner irritables a los integrantes del matrimonio Kirchner. “Están muy molestos con vos”, le dijo Pemo y le anticipó que no esperara que nadie lo llamara desde el gobierno nacional.
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