Álvaro Moreyra

Leo y Lisa Ruiz Moreno compartieron una temporada entera defendiendo la misma camiseta en el Torneo Nacional de Ascenso: la de Echagüe. La pasión por el básquet y el amor por una divisa hicieron que el mayor de los hermanos pegara la vuelta al AEC tras 15 años de exitosa carrera en el país y en el exterior. En una extensa entrevista y tras una ardua tarea de logística, ANALISIS logró juntarlos (Leopoldo es medio reacio a los reportajes y es considerado la figurita difícil a la hora de las declaraciones) y que hablaran de todo y no le esquivaran a nada.

Leopoldo le lleva 17 años y 12 días a Lisandro. Sacando cálculos rápidamente: cuando Leo hacía sus primeras armas en la Liga Nacional de Básquet, Lisa llegaba a este mundo. Cuando el mayor de los Ruiz Moreno defendía los colores de Atenas de Córdoba, el más chico recortaba y coleccionaba todos los comentarios que salían sobre su hermano y en cuanto periódico existía, amén de observar a través de la pantalla chica todo lo que estuviera relacionados con él. En fin, Leopoldo y Lisandro establecieron un vínculo estrecho a pesar de verse prácticamente una vez al año.

Pero el destino tiene ciertas cosas difíciles de explicar, aunque no por eso dejan de suceder, y la temporada 2007/08 del Torneo Nacional de Ascenso quiso que Echagüe tuviera en el plantel a Leopoldo y a Lisandro. Que compartieran una misma camiseta, que persiguieran un idéntico anhelo y que de alguna manera recuperaran el tiempo perdido. Lamentablemente, por esas cosas del destino, la unión del apellido Ruiz Moreno en El Negro quiso que llegara en el epílogo de la exitosa carrera de Leo y en el amanecer de la etapa profesional de Lisa.

Lunes, calurosa tarde del otoño paranaense. Abrigarse mucho es un desatino, porque el sol pega fuerte a la siesta. Mientras los empleados de comercio corrían para no llegar tarde, la hora pactada llegó y los invitados de lujo comenzaron a arribar a la sede central de Echagüe. Primero cayó Leopoldo y saludó amablemente, preguntó por su hermano y al instante lo llamó: “¿Dónde estás bolu...?, te estamos esperando”. Minutos después y con un ritmo más cansino que el de Leo, mucho más por cierto, se hizo presente el menor de los Ruiz Moreno. Saludó y charló con su hermano como si hubieran pasado mucho tiempo sin verse. Minutos después y en el gimnasio, por demás vacío, se inició la entrevista de este semanario con Leopoldo y Lisandro Ruiz Moreno. Figuritas de las difíciles para juntar, pero que en todo momento -desde que empezaron los trabajos para convocarlos y entrevistarlos- se mostraron con la mayor predisposición para concluir en lo que se comienza a narrar a partir de este momento.

Leopoldo aparece como el más serio y Lisandro como el más desinhibido. Pero cuando se prendió el grabador, invirtieron los roles. “Con ese grabador nos vas a entrevistar, se quedó en el tiempo eso, ahora hay otras cosas más avanzadas”, arrancó Leo intentando romper el hielo y desmitificando esa fama de parco que algunos se encargaron de desperdigar. Qué lejos que están de la realidad.

El fuego se abrió con un cuestionamiento inevitable, que fue dirigido a los dos, y tuvo que ver con las sensaciones de compartir una temporada entera con el hermano.

Respetando el orden de mérito -léase las canas o la llegada a este mundo- Leopoldo inició la batería de respuestas: “Se juntaron muchas cosas. Jugar con Lisandro y al mismo tiempo volver a Echagüe significó cumplir con una promesa que hice cuando me fui. Para mí fue toda una motivación extra, sabiendo desde un comienzo que la que pasó sería mi última temporada como basquetbolista profesional”. Es así, para aquel hincha de Echagüe que guardaba alguna esperanza, Leo ya tiene decidido que no se calza más las zapatillas para saltar al ruedo, al menos de manera profesional. Pero para saber más del tema habrá que seguir leyendo.

A su turno, Lisandro también contestó sobre lo que significó jugar con su hermano mayor y lo sintetizó de la siguiente forma: “Fue parte de un sueño cumplido. Jugar con mi hermano fue una gran experiencia, porque a él lo miraba por televisión y de un momento a otro lo tuve jugando en el mismo equipo. Además, desde el momento que supe que Leo volvía a Echagüe, fui conciente de que íbamos a recuperar parte del tiempo perdido”.

-¿Fue un aliciente especial tenerlo como compañero a Leopoldo?
-Fue una motivación extra. Tenía en claro que esta temporada era la de consolidación para mí y la llegada de Leo hizo que me pusiera más las pilas y trabajara más duro para lograr afianzarme y tener más minutos en cancha.

Retomado la senda del regreso al pago, Leo cortó la narración del más chico (en síntesis le tiró todos los años y la chapa encima) y agregó: “En 2007 se dio todo lo que deseaba desde hacía algunos años para que volviera a Paraná: Lisandro tenía su lugar en el equipo y eso me garantizaba que íbamos a compartir minutos en cancha, yo terminando mi carrera profesional y Echagüe que tenía todas las intenciones para que volviera, esas tres cosas hicieron que pegara la vuelta”.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)