Martín Barral
(desde Concepción del Uruguay)
Con el telón de fondo del recambio de autoridades, que otorga una cuota de poder inédita para la ciudad que alguna vez fue capital provincial, la disputa que viene en Concepción del Uruguay enfrenta al hombre fuerte del Partido Justicialista, Carlos José Teta Scelzi, y al flamante vicegobernador, el ex juez José Lauritto. Por ahora la pelea se traduce en espacios en los medios, en la ubicación de colaboradores como piezas estratégicas del ajedrez del poder y en la distribución de “ayuda social” o “clientelismo”, de acuerdo a quién sea el que la califique. Pero hay quienes analizan los movimientos de hoy, prediciendo tormentas para mañana.
Los chisporroteos más severos se han dado hasta ahora en los medios de Concepción del Uruguay. La recordada renuncia del presidente de Gimnasia, Enrique Glezer, acusando a José Lauritto de actuar en su contra, fue atribuida por este último (casi on the record) a la supuesta mano negra de Carlos Scelzi y constituye quizás un pico en el enfrentamiento entre ambos, pero no fue el único episodio y por supuesto, tampoco será el último.
En la intimidad, ambos dirigentes se atribuyen mutuas y sórdidas maniobras más o menos maquiavélicas, destinadas a socavar el poder del otro. En su momento, la amenaza de Lauritto de bajarse de la fórmula provincial fue la única chance de protagonizar un espacio mediático que le fue vedado pese a ser, nada menos, que ex intendente, ex juez federal y diputado nacional.
Los medios de comunicación de su propia ciudad, todos ellos controlados por Scelzi o con acuerdos sólidos con ese sector del PJ, le retacearon espacio hasta que el mismísimo Jorge Busti lo ungió como candidato a vicegobernador, para reforzar la entonces debilísima candidatura de Sergio Urribarri, y para bronca de Scelzi y sus adláteres.
“Estoy proscripto en mi propia ciudad”, repetía en esos días aciagos de 2006 Pato Lauritto, mostrando indignado el recorte de La Calle, que no publicaba sus iniciativas parlamentarias pero sí divulgaba que era “el único diputado nacional por Entre Ríos que no había presentado su declaración jurada”.
Aquellos malos días de 2001
Es verdad que Concepción del Uruguay ha tenido participación firme y fuerte en los gobiernos justicialistas, pero también es cierto que esa participación (por ejemplo, el ministro de Economía Eduardo Macri) no se tradujo en un crecimiento político del PJ de La Histórica. Por el contrario, el scelzismo pareció reconcentrarse en el departamento, evitando la disputa provincial. Quienes conocen las internas del peronismo entrerriano, dicen que si bien nunca hubo simpatías entre el fundador de la dinastía, don Carlos María Scelzi, tres veces intendente, y Jorge Busti, los acuerdos siempre se han respetado entre ellos. El heredero, Carlos José, hombre de escasa chance de ganar alguna elección, ha mantenido esa ductilidad para realizar y sostener convenios que le garantizaran el mantenimiento de su poder territorial.
La paradoja, o la curiosidad, es que la aparición de Lauritto como figura política fue de la mano de los Scelzi, cuando al PJ le costaba encontrar alguien que permitiera levantar las chances electorales tras la impresentable gestión municipal del malogrado Luis Enrique Bermúdez. Ese nombre salvador, capaz de lograr el milagro, llegó a los Scelzi de la mano de un hombre de confianza de Busti -el locutor uruguayense Luis Juan Gordo Puchulu-, y fue José Eduardo Lauritto, que posibilitó que el PJ ganara Uruguay en pleno fenómeno aliancista, en 1999, con Sergio Montiel ungido gobernador de la provincia y Fernando de la Rúa Presidente de la Nación.
Algo pasó en el medio, que produjo una brecha irreparable entre Lauritto y su sector de origen: “Se la creyó, se cortó solo”, en la jerga scelzista. “Al Pato nadie le dice lo que tiene que hacer”, según sus colaboradores cercanos. Al parecer, los días de diciembre de 2001, cuando en sus propias palabras “me pusieron a la parrilla”, fueron decisivos para que, hasta el día de hoy, no se dirija más la palabra con quien fuera su mentor y amigo, el Gordo Puchulu, pese a ser, incluso, padrino de uno de sus hijos.
A Lauritto nadie le sacará de la cabeza que la mecha que se encendió en Concepción del Uruguay el 18 de diciembre de 2001, con él como intendente, tenía la marca de fábrica del PJ, y nunca perdonó a quienes eran sus amigos, que ni siquiera le hubieran advertido de lo que se venía. Aquellos días aciagos que transcurrieron sólo seis años atrás pero parecieran de varios siglos, fueron decisivos para el alejamiento definitivo del scelzismo desde el cual había nacido a la política.
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