-Razonamientos peligrosos. Ya cerrado el proceso electoral, decantados los trazos gruesos de los resultados comienza la danza de los posicionamientos y el costado fino de los análisis políticos. Una observación que ya estaba presente en los análisis previos de la jornada electoral daba cuenta de las dificultades del kirchnerismo en poder penetrar con eficacia en los grandes centros urbanos. En todas las confrontaciones electorales, desde el 2003 en adelante, los candidatos del oficialismo nacional fueron derrotados en la Capital Federal, quedando relegados casi siempre a las segundas o terceras posiciones. La única excepción en este recuento fue el triunfo de Aníbal Ibarra en agosto de 2003. Pero en ese caso también el dato tiene sus agregados, pues Ibarra no era un candidato propio sino más bien un aliado. Lo cierto es que luego de la importante victoria de Cristina Kirchner el domingo 28 de octubre, en forma insistente los comentarios de opinión dan como firme la tendencia donde el kirchnerismo captura con facilidad los centros menos poblados mientras la oposición, fundamentalmente tras la figura de Elisa Carrió, se erige como dominante en las grandes urbes con fuerte composición de clase media. Para dar respaldo a estos señalamientos se enumeran los datos de Córdoba, Rosario, Capital y La Plata. En el afán de dar mayor crédito a estas afirmaciones, también agregan los resultados de Mal del Plata y Bahía Blanca.
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-Derivaciones. Da la impresión de que en los análisis e interpretaciones tanto de la oposición como del oficialismo hay un poco de todo. En esta integridad que se le pretende dar al análisis hay también que poner en vidriera las declaraciones de Alberto Fernández, desde su encumbrado cargo de jefe de Ministros, que literalmente encuadró en el gorilismo el voto de la Capital Federal por Elisa Carrió. Afirmación sin dudas grosera y como se dice en determinados círculos intelectuales, anti-histórica. En Capital Federal no hace mucho tiempo Chacho Álvarez, por lo menos dos veces, tuvo un respaldo categórico y en las elecciones para Constituyentes de 1994, Graciela Fernández Meijide ganó en todas las seccionales. Lo cierto es que las propuestas del kirchnerismo para Capital Federal han sido moldeadas por el súper ministro y no han tenido los resultados que se pretendía. Entonces, en lugar de incursionar en análisis más detallados y con alguna dosis de autocrítica, Alberto Fernández camina por el expediente desafortunado del epíteto descalificador. Por parte de Carrió y la tanda de comunicadores mediáticos que levantan el resultado electoral que le cupo a la candidata de la Coalición, como una suerte de triunfo virtual, también caen en desbordes peligrosos. Por poco que se vea caminar se encuentra la pata renga, como solía decir Juan Domingo Perón, de esta apreciación de los resultados. En Córdoba el ganador fue Roberto Lavagna, producto del fuerte recupero que tiene en este proceso el radicalismo y porque el justicialismo se presentaba golpeado. Cabe señalar que así y todo, Cristina Fernández salió segunda y Carrió quedó alojada en un distante tercer lugar. En Rosario el voto fue abrumadoramente socialista y en ese sentido la figura de Giustiniani como vice de la Coalición Cívica hizo su gran aporte.
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-El voto entrerriano. En esa pretendida división que se quiere instalar entre el voto capitalino, el de las grandes urbes y el del interior, Entre Ríos se ubica en una franja intermedia. La provincia está lejos de ostentar los grandes conglomerados pero tampoco es Jujuy, Chaco o Misiones, por citar algunos. Bien mirado, hay franjas del electorado entrerriano que se han visto seducidas tanto por el voto a Carrió como por esa suerte de vuelta a un menemismo aggiornado que proponían Alberto Rodríguez Saá y el inefable Héctor Maya. La presencia de Carrió en el primer lugar y con letras bien grandes en la boleta del Partido Socialista hizo trepar a esta fuerza política hasta los 18 puntos del electorado que concurrió a las urnas el 28 de octubre. Pero también hay que destacar que el Frente para la Victoria sacó 27 puntos de diferencia a los dos inmediatos seguidores.
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-Busti y su liderazgo. Es claro que hablar en Entre Ríos del triunfo del Frente para la Victoria y no señalar el papel que le correspondió en este evento al Partido Justicialista liderado por Jorge Busti, es caer en eufemismos ignominiosos. Los atisbos de disidencia del justicialismo se fueron planchando a partir de que Busti nuevamente se alinea fuerte con la propuesta impulsada por el Presidente Néstor Kirchner. A partir de ese momento los coroneles como Orlando Engelmann, Victorio Firpo y algunos más tuvieron que guardar para mejor momento sus ganas de hacer un buen aporte a Rodríguez Saá y compañía. También hay que destacar la mano dúctil del gobernador al manejar la especial relación con el gobernador electo Sergio Urribarri de tal manera que la puja electoral no corriera riesgo. En una versión ya no tan notaria y muy silenciosa el gobernador también afinó su muñeca para que Julio Solanas no mostrara algún tipo de disonancia durante el proceso electoral. Por supuesto, como todo lo que sucede en la política, este proceso hacia este nuevo logro electoral por parte del justicialismo no fue nada lineal. Cuando arrancó esta película y Jorge Busti decidió acoplar a la elección nacional la elección de constituyentes para la reforma respectiva, el gobernador perseguía en mente un escenario electoral muy distinto al que en definitiva resultó. Como el nombre de Busti encabezaba la boleta de constituyentes del oficialismo, el gobernador estaba esperanzado en que la avalancha de votos hacia ese cuerpo iba a marcar una clara diferencia en relación a la candidata a Presidente.
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