Nunca juegues con extraños

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Dudas y especulaciones detrás del secuestro de un empresario allegado al grupo menemista Derudder

D. E.

El secuestro extorsivo de un empresario ligado a quienes aparecen como titulares del grupo menemista Flecha Bus -a cargo de la mayor flota de colectivos interurbano del país- tiene desorientado a los investigadores policiales y determinó la profundización de un esquema de seguridad en torno a la familia de los empresarios oriundos de Colón. La mayoría de los consultados confirmó a ANALISIS que “iban a secuestrar a uno de los hermanos Derudder” y no a Franco Andreola, quien esa semana había comprado el Mini Cooper a uno de los empresarios. No obstante, la empresa Busscar SA, para la que trabaja de Andreola, es una de las principales competencias de la firma de carrocerías brasileña Marco Polo, a quien los Derudder les adeudaban cerca de 21 millones de dólares tras la debacle de 2001 y el caso estaba en la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Entre los sabuesos se sostiene que el plan sería una vendetta por negocios poco claros del grupo, cuya voracidad no se detiene, amparados por la impunidad del poder.

–¿De quién es el Mini Cooper que está afuera? -preguntó el maleante.
–Mío, acá tienen las llaves si lo quieren llevar -contestó el empresario.

–No, vos te vas con nosotros.

Franco Andreola miró asustado a los otros 14 comensales que había en el galpón de Barracas, perteneciente a la empresa Flecha Bus -oriunda de Colón, en esta provincia, pero ahora con sede en Jujuy- y se fue junto al grupo de malhechores que minutos antes había sorprendido a mano armada, a los invitados del clásico asado “de los miércoles” en el predio capitalino.

Entre los “asaltados” (les sacaron dinero y los teléfonos celulares) estaba Guillermo Derudder, el mayor de los hermanos de la familia colonense, que hace ya algunos años “administra” el pool de empresas Flecha Bus, en la actualidad estrechamente ligada al menemismo a través del estudio jurídico de Eduardo Menem y su hijo Adrián, donde se terminan de cerrar los acuerdos millonarios, tal como lo viene denunciando ANALISIS hace más de dos años.

Entre los Derudder quedó claro que el Operativo Secuestro no tenía como objetivo llevarse a Andreola, aunque algunas especulaciones investigativas podrían demostrar lo contrario. Sucede que esa misma semana Raúl Derudder -el segundo de los seis hermanos- le había vendido el Mini Cooper de 45.000 dólares a su amigo Andreola, con quien los empresarios entrerrianos venían alimentando una amistad importante, con mezcla de negocios aún más fructíferos. Pero Raúl no estaba esa noche del miércoles 29 de agosto en el clásico asado, sino que ya había regresado a Colón e incluso fue visto por varias personas de allí.

Al parecer, la relación con Andreola se profundizó a partir de cierto distanciamiento que se fue generando con los empresarios de la brasileña Marco Polo, que desde mediados de la década de 1990 comenzó a entregar las carrocerías de doble piso a los ómnibus de cada una de las empresas compradas por el grupo Flecha Bus.

Marcopolo es considerada una firma familiar del vecino país, pero alguna vez se la vinculó con dineros sucios del ex Presidente Fernando Collor de Melho. Sucede que los Derudder llegaron a tener créditos por cerca de 50 millones de dólares y cuando se produjo la debacle del dólar y el país, entre 2001 y 2002, los brasileños comenzaron a reclamar el pago de una deuda de 21 millones de dólares que incluso espera definición de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Andreola, que en la sociedad argentina figura como gerente de la empresa Busccar Sociedad Anónima -también de origen brasileño y en el mismo rubro de Marco Polo, aunque de menor magnitud- se transformó en un hombre de confianza de Guillermo y Raúl Derudder, fundamentalmente, quienes pasan todas las semanas en Capital Federal y regresan a Entre Ríos los viernes a la tarde.

Algunos conocedores del rubro señalan incluso que cuando los Derudder compraron los galpones que pertenecían al Establecimiento Metalúrgico Colón (que era de Héctor Eduardo Percunte, hasta que quebró, pasando a manos del gobierno provincial, con quien tenía las principales deudas, cerca de 4 millones de pesos, a través del ex Banco de Entre Ríos y garantizadas por el Estado en los contratos de privatización de la entidad), había un principio de acuerdo con Marco Polo para desarrollar una especie de subsidiaria en la turística localidad. “Se llegó a hablar de 250 puestos de trabajo, pero cuando se pelearon, se frustró el proyecto”, se indicó a ANALISIS. La deuda millonaria con los brasileños fue el detonante y en ese escenario apareció la figura de la empresa Busccar y del empresario Andreola en particular, quien habría estado en varias instancias en el coqueto Hotel Costanera de la familia, que administra Susana Derudder en Colón una de las hermanas de los empresarios del transporte. Este semanario no pudo determinar si el proyecto de Busccar comprendía también desarrollar carrocerías en ese predio de los Derudder, donde actualmente se encuentran depositados unos 200 coches viejos, ya sin uso, pertenecientes a las empresas del grupo, tal como lo estudiaba Marcopolo.

Seguridad endeble

“Lo que siempre resultó extraño es por qué los Derudder nunca tuvieron mayor cuidado para moverse, siendo que detrás de cada una de sus cabezas, a través de ellos u otras personas del poder, se mueven millones de dólares”, indicó un conocedor de la zona, coincidiendo con un empresario consultado en Capital Federal, que semanalmente los suele ver en la Terminal de Retiro o en sus adyacencias. “Puede ser que el bajo perfil siempre los haya ayudado”, acota. Es verdad que nunca se observaron fotos actuales de los hermanos Derudder. “Cultivan el absoluto bajo perfil, tal como sucedía con Alfredo Yabrán”, indican. Uno de ellos relató una anécdota que los pinta también: “Cuando algunos de sus pequeños hijos participan en actos en las escuelas, sus esposas aparecen en las primeras filas, pero ellos nunca; siempre al fondo, lejos de cualquier cámara fotográfica o alguna de la televisión local, para no salir escrachados en los noticieros locales, por más que no se los nombre”.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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