C. C.
Entrando por la puerta principal de la Escuela Normal de Paraná, en la esquina de Urquiza y Corrientes, y subiendo luego por la escalera principal que está inmediatamente a este acceso se notará que en el primer descaso -en el mármol del piso- hay cuatro pequeños orificios. Allí cabían cuatro largos tornillos que sujetaban la base donde se apoyaba un busto de Eva Perón, colocado al año de su muerte, 1953, y que en septiembre de 1955 rodó escaleras abajo, atado de con una cincha de cuero para terminar magullado y pisoteado. Hubo otros similares a este que corrieron la misma suerte en esos tiempos: en la escalinata del Palacio Municipal, otro en la Escuela Hogar, en el Cementerio Municipal, otro en la plaza que está frente al Club Estudiantes (donde funcionaba la sede de la UES -Unión de Estudiantes Secundarios- del peronismo), otro en la biblioteca de la Legislatura provincial y uno en el hall de acceso de la Casa de Gobierno. Sin olvidar el Templete en su Homenaje erigido por entonces en la Plaza Mansilla, en el mismo solar donde hoy se alza el edificio de Tribunales.
Todos fueron arrancados, arrastrados y destruidos entre gente que pertenecía a los comandos civiles de la denominada Revolución libertadora y otros que sólo querían conservar sus empleos.
Este jueves al mediodía se inaugurará un nuevo busto de la Abanderada de los Humildes en un vértice de la explanada de Casa de Gobierno (sobre calle Santa Fe). Será con un acto oficial, y la figura de Evita volverá de cierta forma a un lugar donde supo estar. Cerca del sitio original -habría que ver si muchos lo sabían o lo recordaban- su imagen muy a la vista de todo el mundo, quizás esté salvada por esta situación del ataque de burlas y aerosoles. Cosas que frecuentemente le pasan al busto de Juan Domingo Perón en Ramírez Sur y también a su estatua en Laurencena, camino al Balneario Thompson, por estar en lugares más bien apartados de todo control.
La incorporación de la imagen de Evita en las cercanías de la Casa de Gobierno puede entenderse como un acto partidario. No podría ser otra cosa, ya que otros gobiernos democráticos de otro signo político y mucho menos los que fueron dictatoriales, se molestaron en recordarla al menos como representante del género femenino más que del justicialismo. En consecuencia, no queda otra opción de que se hagan este tipo de acciones cuando el peronismo es gobierno.
Con todo, por suerte los bustos ya no ruedan raspándose contra el asfalto. Tampoco sucede que esté en discusión que Evita representa y representará al género femenino mismo -y su rol transformador en la sociedad argentina- más allá de lo partidario.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
